Capítulo 24

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- ¡Yo no creo en eso! - Jade gritó tan repentinamente que Melanie se asustó por un segundo. - Ese bastardo, desgraciado.
- Jade... - murmuró.
- Hijo de... ¡Arrgg! - Gritó apretando los puños, caminando de un lado a otro.
- Jade... - insistió.
- Ese infeliz, insensible y repugnante. ¡Lo voy a matar!
- ¡Jade! - Melanie gritó y su amiga finalmente la miró. – ¡Cálmate!
- Lo siento... - dijo después de unos segundos tratando de relajarse y respirar profundamente. - Así que ¿estás embarazada?
- Hice la prueba de sangre antes de venir, estoy a la espera de confirmación.
- ¡No puedo creer que haya hecho esto!
- No creo que eso fue a propósito.
- ¿Qué? ¿Cómo no?
- Por lo que él dijo... Sí, me dijo que quería que yo pasara la misma situación que su madre, pero él nunca mencionó nada acerca de embarazarme.
- No intentes justificarlo... – tomó una respiración profunda.
- No. - Ellas simplemente se miraron durante unos segundos.
- ¿Entonces piensas que fue un accidente? - Jade preguntó sorprendida.
- Tengo certeza que sí. Puede que él no sea un ejemplo de buena persona, pero no creo que él haría algo tan terrible.
- Bueno, suponiendo que tienes razón y él no lo ha planeado así, ¿qué vas a hacer?
- ¿Cómo así? - Melanie preguntó con cierto temor.
- Bueno, si estás embarazada, una hora tu vientre empezará a crecer, no tendrás manera de ocultar, ¿y si lo encuentras? ¡Se dará cuenta!... ¡Sabrá en el mismo momento que estás esperando un hijo suyo!
- Tienes razón... – dijo, luego suspiró – Pero lo mejor que puedo hacer ahora es buscar mis pruebas para ver si estoy o no embarazada...

*****

Elise llegó a la casa de sus padres ya cerca de las 9 de la noche. Se había ido primero a su apartamento y hacía pocos minutos que había decidido ir allí.

Aparcó el coche delante de la casa, apoyó la cabeza en el volante agarrándolo con las manos y suspiró fondo. Abandonó el vehículo, se acercó a la puerta y la abrió, entrando en la casa. Se dirigió a la sala de estar, y para su sorpresa estaban los tres: Harrison, James y Agatha.

- ¿Pasa algo querida? - Agatha preguntó después de unos segundos. Su hija había entrado con la cara de asombro, estaba pálida y estaba parada, sin decir una palabra.
- Necesito hablar con ustedes.
- Bueno, puedes hablar.

Mel tragó la saliva. No sabía por dónde empezar a decir todo lo que quería y estaba aterrada simplemente por imaginar que podría causar un ataque de corazón en su padre. Él no era viejo, pero ciertamente no era un hombre joven, e incluso con buena salud no sabía cómo sería su reacción a una noticia así.

- En primer lugar, quiero pedirles su comprensión. – Ella comenzó. – Yo sé que es algo que nadie estaría esperando, pero pido, por favor, que no se exalten.
- Hija, nos estás asustando - dijo Agatha.
- Yo... - Tragó saliva, cerró los ojos y apretó la boca. Luego miró a ellos de nuevo. – Estoy embarazada.

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