Alex y Elena

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Sinceramente, después de lo que había pasado la noche anterior con Josh y lo de esa mañana con Daniel, no me apetecía nada ir al pub de siempre y volvérmelos a encontrar. Así que Elena y Alex me propusieron salir por la ciudad. Cuando nos referimos a la ciudad, en realidad hablamos del centro, sabemos que mi barrio pertenece a la ciudad pero ningún habitante de esta suele entrar en él así que es como si fuera una zona diferente.

Con lo que la señora Miller me dio de las clases a Dylan, lo que tenía ahorrado y lo que mis amigos habían conseguido, nos llegaba para ir en autobús, cenar por allí, beber y volver en taxi. Éramos ricos.

Tenía los amigos más guapos del mundo así que no era de extrañar que al entrar en la discoteca, todas las miradas fueran hacia nosotros. Nos acercamos a la barra y, como siempre, nos pedimos los chupitos de rigor para calentar motores. "Calientamotores", así era como llamábamos nosotros a los primeros chupitos de la noche. Lo sé, muy original.

Era bastante motivador estar lejos del barrio aunque fuera por una noche. Estábamos en un lugar nuevo, diferente al pub de siempre, con gente que no nos conocía. 

La noche fue pasando entre risas, cubatas y bailes. Alex desapareció así que supusimos que  estaría con alguna chica. Era un ligón, pero no presumía de ello, por eso era mi mejor amigo.

- ¿Qué pasa contigo y con Daniel? - me preguntó Elena en el baño. Era mi mejor amiga, la quería con locura pero tengo que admitir que no era de las que se andaban con rodeos. Si quería saber algo, lo preguntaba. Tampoco exigía respuesta, solo preguntaba.

- ¿Qué dices? ¿Porqué me preguntas eso? ¿Te gusta? Todo tuyo.

- Tranquila princesa guerrera. No te pongas a la defensiva conmigo - dijo ella riendo. Se le había iluminado la cara, señal de que había hecho un descubrimiento - ¡¡te gusta!!

- ¡¡Que no!!

- ¡¡Que sí!!

Nos podíamos pasar la noche así, la verdad. Éramos igual de orgullosas y de cabezotas así que no exagero, nos podíamos pasar literalmente la vida entera con el "que sí, que no".

- Te has puesto nerviosa en cuanto he pregunta por él y a la defensiva por si a mí me gustaba. No te pones celosa por alguien que no te gusta - dijo Elena convencida como si acabara de descubrir la ley de la gravedad.

- No me gusta, y te lo voy a demostrar.

Esa era yo, siempre intentando demostrar algo. Solo hacía falta picarme para que hiciera cualquier locura. Y esa iba a ser la primera locura de muchas que acabarían destrozando mi vida. Pero tiempo al tiempo.

Salimos del baño y dimos una vuelta por la discoteca buscando algún chico que me pareciera aceptable. Iba a demostrarle a Elena que a mí no me gustaba Daniel, o quizás lo que buscaba era demostrármelo a mí misma. Y ahí estaba, alto, rubio, guapo, ojos azules. El chico perfecto. Una sonrisa, un par de miradas y se acercó. Porque sí, fue literalmente así. No soy de las que dicen que no saben coquetear, que no son atractivas y que no se dan cuenta cuando le gustan a un chico. No me creo más que nadie, sé que probablemente no sea la chica más atractiva del instituto, pero sé cuales son mis armas y como usarlas, no me siento mal por decirlo. Y, por supuesto, sé cuando le gusto a un chico, eso se nota. Bueno, en realidad, eso creía entonces, porque siempre hubo uno que me lo puso difícil, uno al que no era tan fácil conocer. 

- Hola, Nick - me dijo presentándose.

- Summer - contesté dándole dos besos.

- ¿Te apetece tomar algo? Te invito a una copa a ti y a tu amiga...

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