Ahí estaba yo, con el corazón hecho añicos en la barra del bar, con mi cuarta cerveza.
- David, ponme una a mi también - dijo mi hermano sentándose a mi lado.
- Vaya, un mal día para los Davis, ¿eh? - contestó su mejor amigo sirviéndole una fresca y espumosa "ahogapenas" - ¿queréis hablar? Puedo hacer de psicólogo también.
David se dio por aludido ante la mirada asesina que le echamos mi hermano y yo y sin añadir nada más se fue a limpiar las mesas. Más bien, se fue a repasarlas, estaban impolutas pero supongo que nadie quiere estar cerca de dos Davis enfadados, con el corazón roto y bebiendo cerveza.
- A ti tampoco te ha ido bien - no era una pregunta, ambos sabíamos por nuestras caras que era así.
- Iba bien hasta que una rubia pibón ha salido de su habitación mientras yo declaraba a los cuatro vientos lo que sentía por él - contesté y le di un trago largo a la bebida.
- Vaya, que humillante... Si te sirve de consuelo, lo mío con Elena no ha sido mucho mejor.
- Llevo cuatro cervezas en este bar - cuando bebía para olvidar solía contar el tiempo en cervezas - sola, con cara de perro y los ojos hinchados, creo que nadie se sorprenderá si nos contamos las penas y acabamos llorando como niños a los que les han robado las bicis.
Le conté lo que había pasado con Daniel con todos los detalles y conforme revivía cada segundo en la puerta de su habitación sentía como si el puñal que llevaba clavado desde que bajé esas escaleras se adentrara más en mí.
- Te toca - le dije a mi hermano cuando acabé.
- Fui a decirle a Elena que me importaba una mierda el futuro, que me daba igual todo, que quería estar con ella, empezar a conocernos, poco a poco o rápido, lo que ella quisiera. Le conté como me sentía y porque le dije que lo nuestro no podía ser - paró, dio un trago largo a la cerveza y siguió - Me dijo que ni se me ocurriera volver a decir que yo era inferior a nadie, admitió que ella se había fijado en mí mucho antes de aquel beso en su portal, que durante mucho tiempo había fantaseado con "el hermano de su mejor amiga" pero que nunca pensó que iría más allá de un amor platónico no correspondido.
- Pero... - dije yo al ver que mi hermano se había quedado callado durante unos segundos. Si mi hermano estaba ahí, obviamente, era porque había un "pero".
- Pero que yo tenía razón. Que lo nuestro no podía ser, que ella llevaba mucho tiempo esperando para ir a la universidad, salir de aquí y vivir su vida y que sabía que la única persona que podía evitar que todos sus planes se hicieran realidad era yo. Dice que no le gusta sentirse así, como si yo tuviera tanto control sobre ella y que no quería vivir una historia conmigo para acabar con el corazón roto o quedándose aquí por mí. Al fin y al cabo ella ya se había acostumbrado a que yo no fuera más que ese amor imposible y lo llevaba bien.
Levanté mi botella, la choqué contra la suya y me la acerqué a los labios.
- Salud hermano.
- Salud enana.
Los dos bebimos y pasamos la tarde entre cervezas. Él no dijo nada sobre mi encuentro, o más bien desencuentro, con Daniel y yo no opiné sobre el suyo con Elena. No hacía falta, nos habíamos escuchado y sabíamos que solo necesitábamos sentir la compañía del otro, sin juzgarnos, sin aconsejarnos, sin decir absolutamente nada sobre el tema. Siempre echaré de menos esos momentos con él, en los que solo estábamos nosotros dos, en los que podíamos gritar, reír a carcajadas, bailar o llorar desesperadamente sin que nos importara si la gente de nuestro alrededor nos miraba. Solos él y yo, como si nada más importara, como si solo estando juntos pudiéramos ser nosotros mismos.
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¿Cuál es tu sueño?
Teen Fiction¡TERMINADA! Mi sueño era salir de aquí. De este barrio que me ahogaba. Él, en cambio, dijo que no tenía sueños. Nunca pensé que a lo que se refería, en realidad, era a que los suyos no eran de ese tipo, los suyos eran especiales. Nunca pensé que Da...