Todos perdimos

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Nunca esa calle me ha parecido tan silenciosa. Daniel y yo nos miramos a los ojos, y no puedo evitar pensar que en cuatro años y cinco meses, he sido capaz de recordar el color de su mirada tal y como es, sin que mi cerebro olvidara parte de ella, sin cambiar ninguna tonalidad de ese verde. No me extraña, el tiempo que estuve con él, fotografié su rostro cada día para que quedara en mi memoria, sabiendo que algún día lo dejaría de ver. Para ese entonces, pensaba que sería porque yo me iría a la universidad pero las cosas fueron de otro modo.

Daniel está cambiado. "¿Qué esperabas Summer?" me digo a mí misma, pues yo también lo estoy. Él viste diferente, yo me corté el pelo y me lo oscurecí en un arrebato hace tiempo, él está más musculoso, yo más delgada por los disgustos de la vida. Un pensamiento que me hace sonreír se cruza por mi cabeza: "quizás ahora Daniel Miller si que podría vencer a Josh, mi ex novio Hulk".

- Soy Ian - mi compañero rompe el silencio acercándose al chico y tendiéndole la mano.

- Daniel - contesta él devolviéndole el saludo con una expresión que no logro descifrar pero que no se asemeja nada a la de una persona que está conociendo amablemente a otra. 

- Mañana nos vemos Summer - Ian me da un beso en la mejilla y se marcha.

Es la primera vez que me saluda o se despide de mí con un beso y, sinceramente, no me importaría que lo hiciera más a menudo. Sus labios son cálidos y por unos segundos todo mi cuerpo se ha tensado en cuanto han rozado mi piel. La cara de Daniel, sin embargo, no denota para nada la satisfacción que se puede leer en la mía.

- Buenas noches - le digo a mi vecino sin ni siquiera mirarle mientras pongo las llaves en la cerradura de mi casa.

- Espera - coje mi muñeca y aparta mi mano de la puerta con suavidad - Quería... quiero agradecerte por cuidar de Dylan. Ya sabes como es... Me ha puesto al día.

- Alguien tenía que hacerlo - le digo con cierto desafío en la mirada, ante el cual él agacha la cabeza.

- Tuve que marcharme Summer.

- Y yo tuve que quedarme.

No estoy dispuesta a fingir que no le guardo rencor. Me he pasado todos estos años diciéndome a mí misma que si algún día tuviera a Daniel Miller delante mío, no sucumbiría a sus encantos y le haría saber como me he sentido en su ausencia. Puede que las palabras no logren salir de mi boca para explicarle cada una de mis desgracias desde que se fue y culparle a él de todas, pero si algo tengo claro, es que dejaré que mi mirada hable por mí.

- ¿Enserio me culpas por ello? - me suelta la mano y algo dentro de mí grita que vuelva a cogerla con firmeza pero mi orgullo vence la batalla y me alejo de él - Podrías haberlo hecho, yo no te lo impedí, yo solo...

- ¡Claro que no! - exploto ante su intención de justificarse - ¿Sabes lo que me lo impidió? Que tu padre tuviera que doblar y triplicar turnos en la fábrica porque tu madre dejó de trabajar y para no tener que pasar más tiempo del necesario en esa casa en la que todo le recuerda a David, que tu madre no tuviera a nadie que pudiera levantarla de la cama donde se quedó atrapada después del funeral, que tu hermano no tuviera a nadie que se hiciera cargo de él con solo ocho años.

- Eso no es justo... - susurra el muchacho más para él mismo con intención de autoconvencerse que como reproche hacia mí.

- Que a mi padre lo condenaran por asesinato en el juicio - sigo ignorando la interrupción de Daniel - Que mi madre se quedara sola después de que mi hermano perdiera su vida en callejones por las drogas, que una niña preciosa de ojos azules apareciera en nuestras vidas, ¿¡Sigo!? ¿¡Quieres que siga Daniel!?

- Mi madre nunca me dijo lo de Shane - por la sorpresa en su mirada, sé que es verdad - Y cada vez que hablaba con ella me decía que todo iba bien, que iba al psicólogo y a clases de costura o de no sé qué, ella nunca me dijo...

- ¿A caso querías saberlo? ¿Le preguntaste a tu madre por mí o por mi hermano en alguna de tus llamadas? ¿De verdad esperabas que tu madre te dijera que yo tenía que llevarla a todas esas actividades porque ella no era capaz de salir de tu casa?

Su rostro contestó por él: No. No preguntó por mí y no quiso saber todo eso porque sabía que el dolor de su familia le haría volver y no estaba dispuesto a hacerlo.

- ¡Perdí a mi hermano Summer! ¿¡No puedes entenderlo!? - sus gritos se oyen en toda la calle, mientras el eco repite sus palabras dejando ver el sufrimiento que se esconden tras ellas.

- ¡Y tus padres perdieron un hijo! ¡Dylan no perdió solo a uno, perdió a dos hermanos porque el único que le quedaba, el que tenía que cuidarlo y protegerlo de toda esta mierda se fue sin mirar atrás! - digo, o más bien grito, recordando la conversación que tuve con el pequeño de la familia la noche anterior - ¡Yo también perdí Daniel! ¡David era como un hermano para mí y lo sabes! Perdí a Shane, perdí a mi padre, a Elena y a ti...

Me paro en seco. Esas últimas dos palabras no deberían haber salido de mi boca. A la mierda la idea de hacerme la fuerte, de fingir que no le necesito, que no le he necesitado en todo este tiempo.

- Todos perdimos - susurro esperando que no se haya dado cuenta de mi desliz - Pero no todos huimos.

- No podía hacerlo Summer, no podía quedarme - repite como si a base de decirlo una y otra vez pudiera convencerme o convencerse a él mismo - ya te lo expliqué en la car...

- En la carta - le interrumpo - Eso es lo único que dejaste atrás Daniel, una carta. Eso es lo que yo valía para ti, no una despedida, no una explicación mirándome a los ojos, una simple y jodida carta.

No hay respuesta. Y lo entiendo. Puede que se haya pasado los últimos cuatro años justificándose su marcha, diciéndose a él mismo una y otra vez que fue lo correcto, que tenía motivos para hacerlo y que tarde o temprano todos lo entenderíamos. Pero la realidad acaba de abofetearlo con la mano abierta. La realidad es que solo dejó eso, una estúpida carta.

- ¿Daniel? - la voz de mi hermano suena detrás mío y rompe lo que sea que nos hace no apartar los ojos el uno del otro.

No sé si es desafío, reproche o anhelo, pero lo cierto es que ha existido una especie de fuerza que me obliga a mirarle desde que lo he visto mientras caminaba junto a Ian.

- ¿Qué haces aquí? - para mi sorpresa, la voz de Shane tampoco suena tierna ni cariñosa, más bien ronca y enfadada.

- Pensé en hacer una visita al barrio...

- Bien, pues ahórrate la visita a mi familia - mi hermano lo mira con ira - Summy, ven conmigo, tenemos que hablar.

Le echo un último vistazo al chico que me rompió el corazón y puedo ver como el arrepentimiento se instala en su rostro. No me arrepiento de haberle dicho todo eso, ni de culparle, pero el hecho de que mi hermano, que siempre lo ha adorado, también lo haga, me hace sentir cierta lástima por el chico que se queda inmóvil con la mirada puesta en el suelo, rascándose la piel que limita la uña de su dedo pulgar en un reflejo de su nerviosismo. 

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Multimedia: Summer, Daniel y el paso del tiempo. 

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