Hope

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4 años después (presente)

- ¡Mamá, me voy! Hay café en la encimera y te he dejado un par de tostadas.

- Acuérdate de lo que hablamos anoche.

No contesto, no pienso hacer lo que mi madre me pidió así que salgo por la puerta sin responder. Sé que si me vuelvo a negar empezaremos a discutir una vez más, y tampoco quiero mentirle. Abro la puerta de los Miller con las llaves que me dieron hace años y me encuentro a Dylan desayunando en el salón delante de la tele.

- Buenos días pequeño D - digo despeinándolo de forma juguetona.

- Summer, ¿cuantas veces te lo tengo que decir? Ya no soy tan pequeño, tengo 12 años.

- Para mí siempre lo serás - le saco la lengua y él hace rodar sus ojos como signo de desesperación.

Subo las escaleras y me adentro en el cuarto de la señora Miller.

- ¡Arriba señora Miller! Es la hora - siempre finjo tener más energía de la que realmente poseo ante mi vecina.

- Summer, hoy no tengo fuerzas... - su voz suena como cada mañana, sin garra, ahogada.

- Nunca las tiene, y siempre acaba levantándose de esa cama, así que no me haga suplicarle y hacerlo a la fuerza - le sonrío - la espero abajo.

Cuando la señora Miller está lista, salimos de la casa y nos subimos al coche de David. Daniel no se lo llevó cuando se marchó y Dylan aún es pequeño para conducir, así que la familia decidió que lo usara yo hasta que el muchacho tuviera la edad para poder hacerlo. Conduzco mientras su madre, como cada día, observa el coche en profundidad, moviendo los ojos de un lado para el otro, recordando a su hijo.

- Ya hemos llegado, recuerde que tiene lentejas y macarrones en el congelador. No quiero que me obligue a hacerla comer y sabe que Dylan me lo dirá si no se termina el plato.

- No entiendo porque tengo que seguir yendo a esta cosa... No estoy loca.

- El psicólogo no es para locos. Todos deberíamos ir al menos una vez en la vida.

- No veo que tú vayas...

- Yo no me lo puedo permitir, y este solo cubre a familiares directos que hayan pasado por un trauma como la muerte de un ser querido.

- Tú eras como su hermana.

Siento una punzada en el pecho, duele. Duele cada vez que la señora Miller habla de él, y conmigo no deja de hacerlo en cada momento. La mujer siente que no puede ni nombrarlo delante de su marido y el pequeño de sus hijos así que se desahoga conmigo cada vez que puede. A veces llora, a veces habla como si siguiera vivo...

- A las cinco la llevaré a su clase de Patchwork. Ahora tengo que volver si no queremos que mi madre acabe tirándose de los pelos.

El centro social del barrio ofrece varias actividades gratuitas a grupos reducidos de gente. El señor Miller y yo decidimos que debíamos apuntar a su esposa a alguna de ellas para que se distrayera y como siempre le ha gustado coser, elegimos el Patchwork. Consiste en algo así como unir varios retales de diferentes colores y estampados con la aguja y el hilo para acabar haciendo todo tipo de alegres y vistosos tejidos.

Vuelvo a casa y hago sonar el pito para que mi madre salga con Hope. Veo como la puerta de mi casa se abre y de ella sale una niña preciosa, rubia con ojos azules, la princesa de mi vida.

- Vamos cariño o volveremos a llegar tarde - digo con dulzura mientras mi madre la monta en la parte de atrás del coche y la ata a la sillita para niños.

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