Los primeros besos

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Hice el amago de alejarme pero mi cuerpo no respondió, como si mi cerebro le mandara mensajes pero mi boca, mis manos (que ahora se encontraban en su cintura) y mi piel erizada hubieran decidido revolucionarse ante él y no hacerle caso.

No era un beso tierno, era un beso con ganas. Como si solo tuviéramos ese momento para hacerlo y tuviéramos que aprovecharlo. Como si el mundo se estuviera acabando a nuestro alrededor y nuestros labios hicieran lo último que iban a hacer en la vida.

Hubiera dado lo que fuera porque mi hermano apareciera en ese momento e hiciera lo que yo no podía, separarme de él. Pero no hizo falta, Daniel bajó el ritmo del beso y fue separando sus labios de los míos poco a poco, despacio, como si no quisiera pero algo le dijera que tenía que parar.

- Lo siento - dijo.

No me dio tiempo a contestar, se fue.

Entré al bar como pude, mis piernas no respondían bien, como si esta vez estuvieran siguiendo las órdenes de mi cerebro pero en realidad quisieran salir corriendo detrás de esos ojos verdes.

Elena seguía riendo, Shane hiperventilando y Alex haciendo de comadrona. Los mejores amigos de Daniel se habían sentado en la misma mesa y miraban la escena con una cerveza en la mano. Me di cuenta que solo había pasado un minuto desde que los dejé para ir detrás de Daniel. Pero para mí había pasado mucho más tiempo, el tiempo que dura un beso que tus labios querían dar desde hacía tanto.

Mi amiga dejó de reír y me miró con cara de preocupación. Supongo que mi rostro la obligó a hacerlo. Me senté en la mesa y todos me miraron.

- ¿Qué ha pasado? - dijo Shane con la voz tranquila, como si no hubiera estado a punto de darle un infarto segundos antes.

- Daniel...- susurré, más para mí que para ellos.

- ¿Donde está Dan? ¿Qué pasa con él? - preguntó Vincent.

No contesté, no pude. Los miré a todos buscando que alguien me sacara de allí. 

Mi hermano me conocía muy bien y lo entendió al instante. Se levantó y me cogió del brazo para llevarme a algún sitio.

Estábamos en la parte de atrás del bar, donde había un pequeño patio en el que se encontraban las basuras y las cajas con botellas vacías.

- Yo no quería hacerlo - la mirada de mi hermano se volvió oscura y adiviné lo que estaba pensando, así que me expliqué - No es que me obligara obviamente. Es que... es Daniel. No me gusta, no me cae bien y mucho menos quiero besarle. Pero lo hice y...

No pude seguir, no sabía que decir.

- Y te gustó - siguió mi hermano - Te gustó porque SÍ querías hacerlo y desde hace mucho tiempo.

Lo miré con cara de desconcierto.

- Summy, los primeros besos no se dan con los labios, se dan con los ojos. Y Dan y tú de esos ya os habíais dado miles.

- Esa frase no es tuya - contesté sonriendo de lado.

- No. Pero eso no la hace menos cierta.

Suspiré y me dejé caer encima de una caja.

- A mí me gusta Nick. Es perfecto, me trata bien, no es un cretino, puedo hablar con él de cualquier cosa, me escucha...

- Como Alex o como Elena - interrumpió mi hermano.

Levanté la mirada y ni siquiera me esforcé en fingir desaprobación ante sus palabras.

- Mira Sum, soy tu hermano. Si por mí fuera no estarías ni con uno ni con el otro. Estarías encerrada en un burbuja. Pero no serías feliz. Y yo lo único que quiero es que lo seas. Así que no voy a decirte con quien debes estar, si debes seguir al corazón o a la cabeza, si debes apostar por Nick o arriesgarte con Daniel.

- Gracias por tus consejos hermano - sonreí con ironía y él rió.

- Lo único que puedo decirte es que decidas lo que decidas estaré a tu lado y te apoyaré siempre. Haz lo que quieras. Equivócate si tienes que hacerlo, arrepiéntete después si tienes que hacerlo, comete tus propios errores, pero cuando tengas la verdad delante, síguela y lucha por ella independientemente de lo que hayas elegido antes - le miré con ternura - Ven aquí enana.

Me agarró del brazo, tiró de mí y me dio ese abrazo que solo un hermano sabe dar, de esos que saben a hogar.

Cuando volvimos al interior del bar, Elena y los cuatro chicos seguían en el mismo lugar, sin entender nada. 

- ¿Estás bien? - preguntó Monroe al tiempo en que me sentaba. 

- Sí - dije más tranquila. 

- Oye Summer, no sé que habrá hecho Daniel pero él... - Jack se interrumpió - Puede comportarse como un capullo a veces pero es un buen tío. 

Sus amigos asintieron. 

- Es el mejor - añadió Vincent. 


Pasé el día con Alex y Elena, les conté lo que había pasado pero mis amigos me conocían muy bien y no me obligaron a hablar del tema más de lo necesario. Así que entre uno y el otro se pasaron la tarde haciendo el payaso para que dejara de pensar en ello. Alex se fue antes y Elena y yo decidimos ir a hacer una cervezas al bar de mi hermano. Estuvimos un rato y decidimos irnos a casa.

Supongo que si aquel día le hubiera dado más importancia a lo que vimos de camino a casa, mi vida hubiese sido diferente. Alex estaba en una esquina junto a otro chico un poco mayor que nosotros. Susurraban y miraban hacia todos lados con cierto nerviosismo. Intercambiaron algo y desaparecieron cada uno por una calle diferente. Elena y yo nos miramos y nos encogimos de hombros. Decidimos que hablaríamos con él al día siguiente.

Quizás si esa noche al llegar a casa no me hubiera encontrado con Nick esperándome en el portal, no me hubiera olvidado de lo de Alex y mi vida no se hubiera ido a la mierda.

- Hola amor - me dijo dándome un beso - ¿estás bien? - añadió al ver que le correspondía pero sin mucho entusiasmo.

- Tenemos que hablar - le dije.

Nick y yo no habíamos hablado de lo que éramos pero fuéramos pareja o no, él se merecía saber lo que había pasado. Lo que hiciera con esa información ya era cosa suya.

Pero cuando iba a contarle todo, Daniel salió de su casa con una bolsa de basura en la mano. Sinceramente, tenía que empezar a plantearme si tenía un sexto sentido para saber en que momento inoportuno tenía que aparecer. 

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