- Podemos ir a algún sitio cuando cerremos - me propone Ian mientras servimos unas cervezas en la barra.
Mierda, Summer, piensa. Dilo con delicadeza y explícate bien.
- He quedado con Daniel.
Genial. Soy la delicadeza personificada.
- Pero no en el plan que estás pensando... - añado rápidamente al ver su cara de asombro.
- ¿Y como sabes lo que estoy pensando? - pregunta con un tono divertido.
- Ya, bueno... por si a caso. Es por David.
- Summer, ¿cuantas veces tengo que decirte que no me tienes que dar explicaciones?
- Pero quiero hacerlo. Me gustas Ian, lo digo enser...
No puedo acabar la frase, él se acerca y me besa.
- Eso es lo único que me importa.
Los dos sonreímos y volvemos al trabajo.
Daniel llega cuando solo quedamos Ian y yo. Hace unos minutos que hemos bajado la persiana hasta la mitad para que ya no entre nadie y nos hemos puesto a limpiar.
- Hola - dice mientras entra con las manos en los bolsillos y algo incómodo - No sabía a que hora venir pero puedo irme si...
- No, tranquilo - la voz de mi compañero me sorprende - Ya acabo yo, no queda nada.
- ¿Estás seguro? - le pregunto algo tensa.
- Sí, tranquila, ve.
Dejo la escoba, me saco el delantal y voy a por mis cosas. Intento hacerlo rápido para no dejar a los dos chicos solos mucho tiempo, la tensión está en el aire.
- Hasta mañana, Ian.
Me despido con un gesto de cabeza pero cuando me giro para irme, él me coge del brazo dándome la vuelta hacia él y me besa. No es un beso casto a modo de despedida, es un beso prolongado e intenso. ¿Qué hace? No es el momento. Me separo de él e instintivamente miro a Daniel. Le veo con la cabeza agachada mirando al suelo en silencio, lo que es bastante obvio, ¿que va a decir?
- Hasta mañana, cariño - contesta Ian.
¿Cariño? ¿Que le pasa a este chico? Le miro unos segundos pidiéndole algún tipo de explicación con la mirada, pero él no dice nada y se limita a sonreír, como si todo eso fuera normal. Me recuerdo a mí misma que no es el momento de preguntar nada y me dispongo a salir del bar seguida por mi vecino.
Empezamos a andar lentamente por las calles de nuestro barrio, en silencio. Él sigue con la cabeza agachada y ni siquiera pregunta a donde vamos. Sinceramente, no sé si es porque está igual de nervioso que yo por la sorpresa o si es por lo que acaba de pasar en el bar. Una parte de mí, se convence de que no puede ser por eso, que Daniel ya no me ve de esa forma después de tantos años, que probablemente ni siquiera le importe lo más mínimo lo mío con Ian. Pero otra parte, no puede pasar por alto que está así desde el momento en que mi compañero me ha besado y mi cerebro grita algo que intento no escuchar. ¿Esperar que de verdad le importe, me convierte en mala persona? ¿Es cruel querer que le moleste verme con otro? ¿Tan malo es desear que todavía le importe a pesar de que yo siga emperrada en olvidarle?
Ni siquiera puedo pensar en eso ahora, estoy demasiado nerviosa. Sé que me he arriesgado mucho haciendo lo que en unos instantes Daniel verá. ¿Y si no le gusta? ¿Y si se enfada conmigo? Es algo muy íntimo y quizás él piensa que lo he estropeado, que me he metido donde no me llaman o que, de cierto modo, he manchado el recuerdo de su hermano. Mierda, ya no estoy tan segura de que vaya a salir bien. Me sudan las manos y mi respiración se acelera. Estamos a punto de llegar. Me quedo paralizada y Daniel da dos pasos antes de darse cuenta y girarse hacia mí.
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¿Cuál es tu sueño?
Teen Fiction¡TERMINADA! Mi sueño era salir de aquí. De este barrio que me ahogaba. Él, en cambio, dijo que no tenía sueños. Nunca pensé que a lo que se refería, en realidad, era a que los suyos no eran de ese tipo, los suyos eran especiales. Nunca pensé que Da...