Nick me llevó a cenar a su casa. Sus padres estaban de viaje y estábamos solos. Preparó una cena en el jardín, a la luz de dos velas, mantel blanco, y un vino que no quiero saber ni cuanto costaba. Probablemente, el sueldo de un año de toda mi familia junta.
Durante la cena estuve más callada de lo habitual. Mi cuerpo estaba ahí junto a aquel maravilloso chico que parecía ser perfecto y que me trataba como nadie lo había hecho, pero mi cabeza estaba en otro lugar. Mi mente viajaba a mi calle en el barrio y se quedaba junto al chico de ojos verdes, imperfecto, cretino pero con una verdad en sus ojos que nunca había visto. Miré a los ojos de Nick, sus ojos azules escondían un océano, pero estaban vacíos. No había verdad, no había rabia, no había ilusión, nada.
- ¿Estás bien? - preguntó Nick obligando a mi mente a volver con él.
- Sí, claro. - sonreí - ¿puedo hacerte una pregunta?
No sabía si hacerla. Sentía que, de algún modo, estaba traicionando a Daniel. Sentía que estaba estropeando el momento que habíamos tenido, que era tan nuestro, y que lo estaba compartiendo con otro. Antes de poder volver a atrás, él asintió.
- ¿Cuál es tu sueño? - pregunté casi susurrando como si al hacer esa pregunta, el tema de los sueños dejara de pertenecernos a mi vecino y a mí.
- Yo no tengo sueños - contestó.
Mierda. Como Daniel. Me negaba a creer que aquello que esa noche me había fascinado de él, ahora también lo tuviera Nick. Pero por otro lado, quería que así fuera, para poder convencerme a mí misma de que Daniel no tenía nada especial, y que el chico que tenía ahora delante lo era un poco más.
- Los sueños son para los débiles - prosiguió - yo consigo lo que quiero, no me lo planteo, no lo sueño. Voy a por ello y lo consigo.
Esa respuesta no me la esperaba. No era como Daniel. Él luchaba por los suyos, él quería encontrar su sueño, solo que no quería precipitarse inventándose uno absurdo para sentirse mejor. En cambio Nick acababa de llamar débiles a todas las personas que conozco. Para él era fácil, si no lo conseguía por sus propios medios, siempre podía comprarlo.
Cuando me di cuenta ya lo tenía tan cerca que podía oler el último trago de vino en su aliento. Me cogió de la cintura, me atrajo hacia él y me besó. Tenía que dejar de pensar en Daniel. Estaba con el chico que me gustaba y eso era lo importante.
- Vamos a mi habitación - me susurró y por mi cabeza se cruzó la imagen de mi vecino en el umbral de su puerta el primer día que fui a darle clases a su hermano susurrándome "Si necesitas algo estoy arriba" y recordé como me estremecí en ese momento. Basta Summer, deja de pensar en él, ni siquiera te cae bien.
Nick subió las escaleras cogiéndome de la mano, y yo lo seguí. Su habitación era tan grande como mi salón, cocina y baño juntos. Me quitó la camiseta con cuidado y yo hice lo mismo con la suya. Me tumbó en la cama, me quitó los pantalones con un poco de torpeza pues estos estaban prácticamente pegados a mi piel. Se quitó los suyo y se tumbó encima mío. Me besó el cuello y recorrió el camino hasta mis pechos quitándome el sujetador. Siguió bajando. Levantó la cabeza y me sonrió. Yo le devolví la sonrisa y me quito lo que quedaba de ropa interior. Me incorporé besándolo y le quité la única prenda que le quedaba a él también. Se adentró en mí.
- Estuvo bien - le conté a Elena mientras Alex nos escuchaba fingiendo que no quería hacerlo. Nunca quería saber nada de la vida sexual de sus amigas pero siempre ponía la oreja.
- ¿Estuvo bien? - Elena me miró con una mueca mientras removía su café con leche- Summer me has contado todas tus experiencias sexuales con pelos y señales, incluso las de una noche. Y ahora me dices "estuvo bien"?
- Elena, estuvo bien - repetí - ese chico me gusta, es perfecto y estuvo bien.
Alex sonrió aliviado de que no diera detalles sobre la noche pero Elena no parecía estar satisfecha con mi respuesta. Miró alrededor, esperando que nadie del bar nos escuchara.
- Ya... perfecto.. - dijo con escepticismo - pero no te gustó.
- ¡Claro que me gustó! Es solo que a veces me trata como si me fuera a romper. Siempre me besa con cuidado y el sexo fue parecido. Como si fuera una muñeca de porcelana. Pero me gusta.
- Summer te conozco desde hace muchos años. Tú eres pasional, te gusta el sexo salvaje.
Alex le dirigió una mirada de desaprobación. Estoy segura que no quería que la conversación llevara ese rumbo.
- ¡Fue un gran polvo! ¿vale? - espeté - Nick es muuuy bueno en la cama.
- ¿¡Queeeee!? - preguntó una voz demasiado familiar detrás mío.
¿Quien me manda a mí hablar de mis relaciones sexuales en el bar del barrio? En el bar que, por cierto, trabaja mi hermano.
- Shane respira - dijo Alex levantándose y cediéndole el asiento a mi hermano que estaba pálido y parecía que se fuera a desmayar en cualquier momento.
- Dios, ¿como podéis ser tan exagerados? - pregunté.
- ¿Que te pasa Shane? - Daniel había aparecido como por arte de magia a su lado.
Este chico tiene la capacidad de teletransportarse a situaciones incómodas. O eso, o es muy inoportuno. Pude ver como Monroe, Vincent y Jake aparecían también por detrás de él.
- Acaba de escuchar a su hermana exponer a los cuatro vientos lo bueno que es su novio en la cama. - explicó Alex. Gracias amigo, lo que me faltaba.
Pude observar como Daniel apretaba los puños y sus nudillos se tornaban blancos. Dio media vuelta y salió del bar con paso firme. Aún hoy no se porque lo hice, pero le seguí, dejando a mi hermano hiperventilando, a Alex cogiéndole la mano y explicándole como tenía que respirar como si de un parto se tratara y a Elena riendo a carcajada viva por la situación.
Cuando alcancé a Daniel, intenté cogerle del brazo para que parara. La verdad es que parecía Usain Bolt caminando a ese ritmo. No calculé bien la distancia y lo que cogí fue su mano. Aún puedo recordar como el mundo se paró por unos segundos en cuanto noté el tacto caliente de sus dedos cerrándose y envolviendo mi mano.
- ¿Que te pasa? - no sonó como quería. Mi intención no era esa, pero sonó a reproche.
- Nada - contestó él sin soltarme aún la mano y girándose hacia mí.
- Pues informa a tu cara de que no te pasa nada.
Tenía rabia en la mirada y la mandíbula apretada.
- ¿Porque no te vas con tu novio y me dejas en paz? - preguntó acercándose a mí.
Creo que su intención era intimidarme pero por alguna extraña razón, a mí me gustaba sentirlo cerca.
- ¿Que mierda te pasa Daniel? ¿A caso te importa?
Me acerqué un poco más. No iba a dejar que él ganara lo que sea que fuera eso.
- Me importa una mierda lo que hagas con tu vida - rió irónicamente, sin ganas - ¿Sabes? Él es el chico perfecto, de buena familia, con dinero... Quizás él pueda ayudarte a cumplir tu sueño y puedas salir de aquí.
No. Eso sí que no Daniel. Esas palabras se clavaron en mi pecho como estacas por varios motivos. Primero, no me gustaba nada que estuviera insinuando que estaba con Nick por el dinero o que era capaz de aprovecharme de eso. Pero más allá de eso, lo que de verdad me dolió es que usara la conversación más especial que he tenido en mi vida y que con tanto cariño yo recordaba para hacerme daño.
- Eres un imbécil. Vete a la mierda - y casi sin permiso, mi mano resonó contra su cara.
Él me miró aún con rabia en sus ojos. Yo lo miré como si quisiera matarlo con los míos. Puso una mano en mi nuca, me acercó y me besó.
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Daniel, Summer y Nick en multimedia!!
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¿Cuál es tu sueño?
Teen Fiction¡TERMINADA! Mi sueño era salir de aquí. De este barrio que me ahogaba. Él, en cambio, dijo que no tenía sueños. Nunca pensé que a lo que se refería, en realidad, era a que los suyos no eran de ese tipo, los suyos eran especiales. Nunca pensé que Da...