Hola Summer

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- Buenos días - grito con alegría, a pesar de mi mierda de vida, al entrar al bar.

- Buenos días, Vinny me dio una llave y al ver que no venías, he abierto por... - explica Ian excusándose antes de que su mirada se pare encima del enorme oso de peluche que llevo en brazos.

- No preguntes. Y está bien Ian - me río - no tienes que explicarme nada. Ahora este bar es tan tuyo como mío. Puedes abrir y cerrar cuando quieras.

Una mujer mayor se acerca a la barra decidida a pedirle algo a mi compañero. 

- Señora Monroe no le pida café, sabe que lo tiene prohibido por el médico así que ni lo intente. Y este muchacho - añado señalando a Ian con la cabeza - está avisado, así que... marchando una infusión - sonrío y la señora que se encuentra delante mío pone cara de decepción.

- Los conoces muy bien a todos, ¿no? - pregunta el chico después de llevar la taza a la mesa de la mujer.

- Me he criado aquí. La señora Monroe tenía una tienda de zapatos, cerró cuando murió su marido y no hace más que susurrar frases como "a ver cuando me llevas a mí también", creo que habla con Dios - me encojo de hombros - Aquel - sigo señalando al hombre que lee el periódico en otra mesa - es el señor DiMarco, tiene la peor enfermedad que se puede tener, Alzheimer. Aún así su hijo lo deja aquí todas las mañanas para que se tome su carajillo y lea el periódico, como lleva haciendo los últimos 40 años, solo que hace tiempo que perdió la capacidad de leer, así que mira las imágenes hasta que yo tengo un momento y le leo los artículos y también hace tiempo que el supuesto carajillo no es más que café descafeinado sin ninguna gota de ron.

Ian me mira fascinado. No sé cual será su historia, pero algo en su mirada me dice que nunca perteneció a ningún lugar. 

- ¿Nunca has pensado en salir de aquí? - ¡Bingo! Ian hace la pregunta del millón.

- Siempre, y lo iba a hacer, mis planes eran acabar el instituto e ir a la universidad, lejos de aquí pero algo ocurrió y...

- ¿David? - ¿como narices sabe lo de David? - Tu vecino, Dylan, comentó algo anoche, algo como que no acabaría como un tal David.

- Sí, David. Pero es una larga historia.

- Pero tú y él... erais...

- ¡No! - exclamo - No, por dios, no... Eso sería casi incesto. David era como mi hermano mayor, me enamoré de su hermano pequeño... no Dylan... - aclaro ante su cara de terror - Daniel... El caso es que David murió, Daniel se marchó, mi hermano se dio a las drogas, mi mejor amiga de la que mi hermano estaba enamorado también se fue y mi padre acabó en la cárcel - resumo ante un Ian totalmente descolocado que hace esfuerzos por intentar procesar toda la información - Él no lo mató... mi padre no mató a David - vuelvo a aclarar al darme cuenta que se puede malinterpretar - Acabó en la cárcel por defendernos del que lo hizo.

Ian sigue en silencio, supongo que es demasiada información para él pero, siendo sincera, no quiero pasarme los próximos días o semanas teniendo que contarlo a cuentagotas con cada pregunta que mi compañero se atreva a hacer. De todas formas no es como si fuera un secreto, todo el barrio lo sabe y así me ahorro el contarlo entre lágrimas con detalles en algún momento en el que Ian curiosee sobre mi vida más adelante. 

- ¿Qué hay de ti? Yo te he contado como mi vida se fue a la mierda - me encojo de hombros.

- Mi madre murió, mi padre era un capullo incapaz de hacerse cargo de su hijo y acabé en un centro residencial para menores porque servicios sociales le quitaron la custodia. Ahora él está en la cárcel aunque no sé porqué ni me importa y yo estoy aquí gracias a un programa de "transición a la vida adulta" que consiste en buscarles trabajo y vivienda a chicos que salen de centros sin nada en la vida. Pero háblame de Daniel - dice apoyando sus codos en la barra delante mío preparado para cotillear sobre mi vida amorosa.

¿Cuál es tu sueño?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora