Hermanos

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Cuando cerramos el bar a las doce de la noche me dirijo a mi casa junto a Ian que ha decidido acompañarme para conocernos un poco más por el camino, ya que solo vive a dos calles más abajo, cuando de repente reconozco a Dylan junto a dos policías.

- Ya les he dicho que no lo sé, no sé donde vive - oigo la voz de mi vecino asustado.

- Chaval, esto no es ningún juego, ¿quieres dormir en el calabozo?

- ¿Que pasa aquí? - pregunto algo alterada acercándome a ellos seguida por mi compañero de trabajo.

- Señorita, con todo el respeto, no le incumbe - contesta el agente.

- Sí me incumbe, conozco a este niño desde que nació, les ha dicho que no sabe nada y le están forzando a hablar con amenazas - siento como todo mi cuerpo se tensa.

- Nadie lo ha amenazado, acabamos de ver a este muchacho junto a un tipo que estamos buscando por delitos contra la salud, tráfico de drogas y tenencia ilícita de armas.

Por un momento miro a Dylan que agacha la cabeza en cuanto nota mi ojos sobre él.

- Y él les ha dicho que no sabe donde vive. Que yo sepa no pueden interrogar a un menor sin la presencia de sus padres o tutores.

- Solo queremos ayudar - el tono del agente más joven que hasta ahora no había dicho nada, es dulce y comprensivo, supongo que, a diferencia de su compañero, aún no conoce la realidad de este barrio ni la función del cuerpo de seguridad en él.

- Con todos mis respetos. Están asustando a un niño de 12 años en vez de ir donde saben perfectamente que está toda la mierda. ¿Y ayudar? ¿Ayudar a quien? Solo vienen cuando tienen que detener a algún pobre chico que se metió en este mundo sin saber lo que hacía, mientras los que se cargan este barrio con sus drogas quedan siempre libres. Pero si este chico - señalo a Dylan - les dice donde encontrarlo, ustedes no estarán aquí para protegerlo cuando vengan a matarlo por irse de la lengua, así que tendrá que defenderse solo, o tendré que hacerlo yo, y alguno de los dos acabará en la cárcel por hacer el trabajo que ustedes no hacen. Así que no me hable de ayudar.

Noto la mirada sorprendida de Ian clavarse en mí y de repente, sin saber porque, me siento más segura, como si el hecho de que él estuviera ahí, a mi lado, me diera tranquilidad.

- Vamos, te llevo a casa - concluyo tendiéndole la mano a mi vecino que la coge con fuerza. 

Los policías dudan un momento si dejarnos ir, el más mayor y yo nos miramos desafiantes, yo sé que no puede reternernos y él también, pero ambos también sabemos que puede hacer lo que quieras con nosotros porque nadie lo juzgará, más allá de una familias y vecinos que nunca saldrán en la prensa. Aún así el agente cede, aparta la mirada de la mía y le hace un gesto a su compañero para irse. 

Cuando cruzamos la esquina de nuestra calle paro un momento y me giro hacia Dylan.

- ¿Estás loco? ¿Sabes lo que podría haber pasado si alguno de ellos te ve hablando con la poli? - le zarandeo con fuerza - ¿Qué coño hacías con un camello?

- Yo no... - el niño sigue asustado y supongo que mis reproches no ayudan.

- Summer... - Ian que no había dicho ni una palabra hasta el momento, pone su mano en mi hombro - Cálmate, lo estás asustando aún más.

Cierro lo ojos por un momento y suelto poco a poco los brazos del pequeño D.

- Lo siento - susurro - es solo que... no quiero que te pase nada, lo sabes ¿verdad?

- Todo va a ir bien Summy - Dylan coge mi mano y aunque ya sea tan alto como yo, su mano siempre se siente pequeña y cálida - no me va a pasar lo que le pasó a David. Ese chico, el camello - añade aclarando a quien se refiere - lo conocía, fue al colegio con él. Solo se paró a preguntarme como estábamos y si necesitábamos algo, nada más.

¿Cuál es tu sueño?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora