- ¡Ei enana! - sonó una voz detrás mío.
Iba camino al instituto, cruzando la plaza.
- Hola David - dije con pocas ganas.
- Uy... algo va mal - contestó el mayor de mis vecinos - ven, siéntate y cuéntame.
- Tengo clase.
- No creo que te echen de menos en el aula de castigados.
Sonreí. David era como un hermano mayor pero sin ser tan sobreprotector como Shane.
- ¿Nick o Daniel? - preguntó cuando nos sentamos en el único banco de la plaza.
- ¿Daniel? Con todos mis respetos pero el cretino de tu hermano me importa más bien poco.
¿Todos los hermanos sabían leer la mente? El pequeño D, David... Solo esperaba que Daniel no hubiera adquirido ese don familiar, sobretodo por los momentos en que lo tenía delante sin camiseta.
- Ya... bueno, suponiendo que no te importa nada mi hermano... Tú sí le importas a él.
- Ya claro - reí de forma escandalosa e irónica.
- Oye, no lo he visto nunca así por ninguna chica.
- ¿Así como? - pregunté.
La verdad es que por mucho que intentara fingir que Daniel no me importaba, me moría de ganas por saber lo que fuera que sintiera o pensara sobre mí.
- Bueno... quizás esté siendo un mal hermano y no deba decirte nada pero llegados a este punto... - hesitó unos segundos y siguió - de perdidos al río. Él nunca me lo va a confesar pero le importas mucho. No como una amiga, no sé si como algo más, sinó como tú, como persona. Mi hermano puede parecer muy chulito y matón de barrio pero te aseguro que no se había pegado con nadie antes de que tú...
- ¿Antes de que yo qué? - pregunté ya que el chico se había quedado callado.
- No importa. El caso es que ahí donde lo ves, le importas y mucho aunque nunca lo admita.
No contesté. Me quedé callada unos instantes recordando que mi padre le había preguntado eso mismo en el taller el día anterior y Daniel no contestó. En realidad sí lo hizo, pero no de la forma que mi padre esperaba y, sin duda, no de la forma que yo quería que lo hiciese.
- ¿Sabes? Puede que tú no te acuerdes pero de pequeños estabais locos el uno por el otro. Bueno, ya me entiendes, cosas de críos. Siempre os estabais molestando, chillando o incluso pegando. Tenías la pierna muy suelta y dabas buenas patadas. - rió al recordarlo y sus ojos se llenaron de nostalgia - Los dos nos admitisteis que os gustabais a Shane y a mí pero nunca os atrevisteis a decíroslo el uno al otro. Supongo que por mucho que pasen lo años, las cosas no cambian.
Seguí callada. La verdad es que me acordaba perfectamente de mi amor infantil por Daniel Miller pero era la primera vez que oía que, en su día, fue correspondido. Exacto Summer (volví a hablar conmigo misma), en su día, pero no ahora. Ni tú sientes nada por él ni él por ti.
- No sabes las cosas maravillosas de la vida que nos perdemos por no atrevernos, por no hablar, por no aceptar - David seguía con su discurso y yo me limitaba a mirarlo - Somos unos cobardes. No solo por no decirle al otro lo que sentimos, sinó por ni siquiera confesárnoslo a nosotros mismos. Creemos que en un mundo en el que el dolor está en cada esquina, al menos debemos protegernos de lo que está en nuestras manos - me miró a los ojos - pero en realidad, Sum, lo que hacemos es jodernos la vida. Ojalá algún día seamos capaces de ver, que quizás, eso de lo que nos intentamos proteger, puede ser justamente lo que nos ayude a soportar el dolor.
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¿Cuál es tu sueño?
Teen Fiction¡TERMINADA! Mi sueño era salir de aquí. De este barrio que me ahogaba. Él, en cambio, dijo que no tenía sueños. Nunca pensé que a lo que se refería, en realidad, era a que los suyos no eran de ese tipo, los suyos eran especiales. Nunca pensé que Da...