Los gritos se escuchan por todo el aeropuerto mientras Elena y yo nos abrazamos como locas y Alex nos mira con ternura. Después de recibir la llamada de nuestra amiga, entré directa a por él al bar y lo arrastré hasta el coche para que me acompañara sin darle ninguna explicación, pues quería que fuera una sorpresa.
- Bueno, bueno... Deja un poco para mí también - dice Alex acercándose y levantando a Elena del suelo en cuanto me aparto para que pueda abrazar a su amiga.
Algo me dice que Elena no está aquí de casualidad, no cuando Daniel acaba de volver y Shane ha decidido recuperar su vida. Por unos instantes pienso en mi hermano, puede que lo que tuvieran él y mi amiga no viniera de tan lejos como lo mío con mi vecino, por mucho que lo hubiéramos negado durante años, pero también sé que ella era importante para Shane y el hecho de que se fuera no lo ayudó precisamente a superar la muerte de su mejor amigo. Me alegro que Elena esté aquí, pero por otro lado no puedo sentir miedo por si su regreso lo desestabiliza ahora que está logrando salir del mundo al que el dolor y la pena lo arrastró.
Aún así no puedo evitar que la felicidad invada cada rincón de mi cuerpo al ver la sonrisa de Alex. Sé que nunca ha dejado de culparse, sé que no se permite llorar ni venirse abajo porque cree que no tiene derecho a hacerlo, no cuando dos familias siguen destrozadas por el error que algún día cometió. Pero, por primera vez en años, puedo ver como ese sentimiento abandona sus ojos dejando paso a algo puro, el amor por su amiga.
Puede parecer un cliché, pero siempre he pensado que en los aeropuertos se dan los abrazos más sinceros, mueren y nacen los besos más deseados, y se ganan y pierden batallas del corazón. Quizás sea por la tendencia del ser humano a no atreverse a admitir lo que siente o dar lo que desea, hasta que siente que eso se marcha, o hasta que lo ve regresar después de haberlo extrañado tanto. Miro a mi alrededor, ¿cuantas palabras sinceras, cuantas palabras no dichas por temor, se esconden en ese lugar? Puede que las paredes estén pintadas de un blanco impoluto, pero cualquiera que las observe puede ver grabado en ellas todos los "te quiero", "te he echado de menos" y todos los silencios que han muerto en la boca de alguien que no logró despedirse.
- Tu madre me llamó - explica Elena cuando ya estamos en el coche camino al barrio - Me contó que Daniel había vuelto y que Shane llevaba dos meses limpio.
- ¿Por eso has vuelto? - pregunto aún conociendo la respuesta.
- Me he pasado los últimos cuatro años convenciéndome de que estaba en el lugar que debía estar - cierra los ojos y suspira, como si eso le pesara demasiado - Pero en cuanto colgué el teléfono supe que no estaba en el lugar donde me necesitaban. Si Shane quiere volver a la vida que perdió, ya será lo suficientemente doloroso que David no se encuentre en ella, no voy a dejar que pase por eso solo. Además, Daniel ha vuelto y no puedo dejar que uses a Alex como espía, se le da fatal.
Las dos reímos mientras Alex se hace el ofendido a pesar de que todos sabemos que se siente aliviado.
Conozco a mi amiga, sabe que no puedo enfrentarme a Daniel sola, no solo por nuestra historia, sinó porque se marchó cuando David lo hizo, y su regreso trae con él los recuerdos de su hermano, de la soledad y vacío que he sentido los últimos años, del dolor de perder a todas las personas que eran importantes para mí de la noche a la mañana. Si me he mantenido fuerte hasta ahora es porque en su día decidí vivir en un mundo paralelo en el que todos ellos no existían, lo que no resultó difícil puesto que no estaban a mi alrededor, pero ahora todo cambia. Ahora tendré que ver a Shane y Daniel tomando cervezas en la puerta de casa sin que David me sonría y me invite a unirme a ellos, ahora tendré que ver a mi hermano en mi casa sin que mi padre se meta con él por bocazas. Ahora el mundo que dejé atrás vuelve y no todos regresan con él. Ese es el verdadero motivo por el que Elena está aquí pero ella no lo dice y yo lo agradezco.
Nos pasamos el camino escuchando como nuestra amiga nos cuenta sus historias. Está algo cambiada aunque sigue siendo igual de guapa que lo ha sido siempre, solo que el color de su piel es más claro dado que se mudó a un estado del norte en el que llueve 360 días al año y, por lo que veo, ahora le gusta plancharse el pelo. Nos cuenta que acabó la carrera de arquitectura y ahora trabaja en una gran empresa de construcción, que se ha apuntado al gimnasio y hace pilates y yoga dos días a la semana, se levanta cada día a las seis de la mañana para hacer footing, running y no sé cuantas palabras más acabadas en "ing", y solo sale de fiesta el fin de semana. Alex y yo nos miramos riendo y leyéndonos la mente, aquí todo sigue igual, el único gimnasio que hay tiene cuatro sacos de boxeo, alguna que otra pelota para hacer deporte y pesas desgatadas, la gente solo corre delante de la policía y beben todos los días de la semana para ahogar sus penas. Aunque quizás debería envidiar la vida de Elena, no lo hago. Es un desahogo descargar tu furia contra los sacos, divertido ver a los agentes aguantándose la gorra mientras corren y reparador tomarte unas cervezas al final del día con tus amigos y vecinos. Es lo que hay y aunque siempre me he quejado de mi barrio, aprendí a quererlo hace mucho tiempo.
- Elena, este es Ian, mi nuevo compañero - se lo presento en cuanto llegamos al bar.
- Es muy guapo - veo que su sinceridad no ha cambiado por muchos trajes y zapatos de tacón que tenga en su armario.
- ¿Y por aquí qué? ¿Algo interesante? - pregunta mi amiga con su cerveza en mano. Creo que lo de beber solo los fines de semana se va a acabar a partir de ya.
- Pues... Alex se está sacando el bachillerato, la señora Monroe sigue pidiéndole a Dios que se la lleve, los amantes de Teruel siguen escondiéndose cuando todo el barrio sabe que llevan años juntos y yo me bebo una cerveza por cada una que sirvo.
Los amantes de Teruel es una pareja de viejitos que se quedaron viudos hace muchos años, se conocieron y ahora parecen adolescentes escondiéndose de la gente porque, en cierto modo, sienten que engañan a sus difuntos esposos. Nunca entendí porque lo hacían, hasta que yo misma tuve la necesidad de esconder mi felicidad si esta llegaba de vez en cuando porque me sentía culpable por la gente de mi alrededor, por las personas que seguían ancladas a la tristeza.
Cuando me dispongo a seguir narrando las peculiares aventuras de nuestros vecinos, noto como su cara cambia por completo, se pone seria y pálida y su mirada se queda fija en la puerta del bar. Shane acaba de entrar y se ha quedado inmóvil al verla. Alex me mira, yo miro a Ian y este mira la situación sin entender nada.
- Elena... - no es un saludo, no es una pregunta, es mi hermano intentando decir su nombre en alto para creérselo de verdad y cambiar su cara de idiota.
- Hola Shane - Elena le sonríe con ternura y va hacia él para darle dos besos.
- No sabía que venías... - se lo dice a ella pero me mira a mí. Niego con la cabeza para que entienda que yo tampoco era conocedora del regreso de mi amiga.
- Sí, bueno, no me quedaré mucho.
Lo cierto es que ni Alex ni yo le hemos preguntado cuando se iría pero creo que no es el momento. El silencio surge otra vez, Elena y Shane se miran, como si quisieran inmortalizar el momento para no olvidarse de cada arruga o lunar del otro antes de volverse a separar. Lo sé porque yo lo hice con Daniel.
- ¿Una cerveza? - mi voz suena aguda, supongo que por los nervios que me crea la situación, así que todos se dan cuenta de mi intento de desviar la atención y romper el hielo.
Shane asiente, se la sirvo y la tensión vuelve a invadir el lugar. Le ruego al mundo que me mande algo que pueda corromper la tirantez que se ha apoderado de todos los presentes y, por primera vez, escucha mis plegarias. Solo que el que entra por la puerta es Daniel, gracias por nada mundo.
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Multimedia: Elena y el paso del tiempo.
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¿Cuál es tu sueño?
Teen Fiction¡TERMINADA! Mi sueño era salir de aquí. De este barrio que me ahogaba. Él, en cambio, dijo que no tenía sueños. Nunca pensé que a lo que se refería, en realidad, era a que los suyos no eran de ese tipo, los suyos eran especiales. Nunca pensé que Da...