Besos universales

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- ¡Elena! - teniendo un cuenta que hace unas horas hemos discutido y se ha ido de aquí decepcionado, me sorprende la alegría en su voz.

Corre a abrazar a mi amiga que le devuelve el gesto riendo. ¿Qué hace? Tendría que estar llorando, desconsolado en su habitación. Quedaría muy bien decir que esa no era mi intención, pero es que ese era exactamente el propósito.

- ¿Desde cuando sois tan amigos? - Alex hace la pregunta que yo no me atrevo a hacer. Gracias amigo.

- Bueno, Daniel y yo no vivimos muy lejos el uno del otro así que nos hemos ido viendo - explica Elena con total naturalidad - quedamos para ir a comer de vez en cuando, hemos salido alguna vez de fiesta juntos...

- Claro... lo normal... - dice mi hermano con una sonrisa sarcástica, ante la cual mi amiga deja de hablar.

- Voy a... voy a atrás Ian, tengo que ordenar unos pedidos y... bueno, estaré ahí si necesitas algo - sé que no ha sonado creíble por como la mirada preocupada de Daniel me sigue hasta que desaparezco de su campo de visión.

Abro la puerta que da al patio trasero donde tantas charlas tuve con mi hermano y sin poder controlarlo, le pego una patada al primer montón de cajas apiladas que veo, me llevo las manos a la cara y me dejo caer en una de ellas.

- ¿Summer estás bien? - la voz de mi compañero me sorprende pero no levanto la mirada.

- No es bueno para el negocio que los dos camareros de un bar estén fuera mientras nadie atiende los clientes - intento que mi voz suene calmada pero sé que no es así.

- He dejado a Alex al mando y ahora la cosa está tranquila. Saldrá a buscarnos si viene gente - se justifica el chico sentándose a mi lado - ¿quieres hablar?

No respondo, las palabras salen de mi boca directas y sin previo aviso. 

- Se fueron porque querían olvidarlo todo, querían no tener que ver caras conocidas todos los días y ahora vienen y cuentan con toda la tranquilidad del mundo que se han estado viendo - puedo notar como me tiembla la voz - Joder, ni una puta maldita llamada en cuatro años, ¿sabes cual fue la excusa que le dio Daniel a su madre? Que más allá de la familia, no quería escuchar la voz de nadie que le recordara a este lugar.

Ian me mira con comprensión y me transmite calma, me invita a seguir, a desahogarme.

- Sé que todos nos sentimos solos a veces, pero mi soledad ha durado cuatro años Ian, cuatro malditos años sufriendo en silencio porque no podía hacerlo públicamente, no cuando tantas personas dependían de que yo siguiera en pie. Cuatro años levantando a la señora Miller de la cama cada puta mañana cuando lo único que quería era tumbarme a su lado y dejar que la vida pasara sin nosotras, contándole cuentos de princesas a Hope mientras tenía que mentirle cuando me preguntaba por su padre, yendo a la cárcel a ver a mi padre fingiendo que todo iba bien cuando solo pensaba en gritarle que le odiaba por dejarme sola, por ir a la cárcel por algo que no hizo, por pensar antes en Alex que en su familia y al mismo tiempo intentar que mi amigo no se sintiera culpable por lo que pasó. - me quedo sin aliento, estoy hablando demasiado rápido y es obvio que Ian no ha entendido eso último, él no sabe lo que pasó en realidad aquella noche y para todo el mundo, mi padre fue el que mató a Sam, pero el chico solo me mira, no pregunta - Y mientras la vida se me pasaba sin vivirla ni un solo segundo, ellos estaban yendo a comer y de fiesta juntos.

- Summer, quizás ellos...

- No. No intentes defenderlos porque te juro que si lo haces te patearé a ti en vez de a esas cajas.

- Hablando de eso, creo que tampoco es bueno para el negocio que te cargues los productos a golpes - sonríe, como siempre y, también como siempre, lo logra: me río.

- Creo que no he sonreído tanto en los últimos años como en los tres días que hace que te conozco - confieso.

- ¿Solo tres días? Joder, sí que han pasado cosas en tres días... - vuelvo a reír, una y otra vez, con cada frase, mirada o gesto de Ian - ¿Sabes porque sonrío tanto?

- Pensaba que formaba parte de tu personalidad - digo con curiosidad.

- No siempre fui así. Yo también me quedé sin motivos para sonreír Summer, pero tuve que aprender a hacerlo por una persona que lo necesitaba - alzo una ceja a modo de pregunta - Mi hermana.

- Espera... ¿Tienes una hermana? ¿Porque no sabía que tenías una hermana? ¿Donde está tu hermana? ¿Porque...?

- ¿Siempre haces tantas preguntas? - sigue con esa curva que tanto me encanta en su rostro, se pasa una mano por el pelo y sigue hablando - Sí, tengo una hermana pequeña de 15 años, no lo sabías porque nos hemos pasado los tres días lidiando con las desgracias de tu vida, aunque no me malinterpretes, no me quejo, es divertido e interesante a la par, y ella sigue en el centro residencial de menores - lo suelta todo sin interrupción contestando rápido a mis tres preguntas - He intentado que me dieran su custodia pero hasta ahora, sin un trabajo fijo ni una vivienda que no sea temporal, no lo he conseguido. Así que me conformo con ir a verla los fines de semana.

Lo observo, y reconozco su mirada, la he visto en los ojos de Shane cada domingo durante años, cuando tiene que despedirse de su hija y de su hermana. Obviamente, mi hermano adora a mi madre y también le duele estar lejos de ella, pero el sentimiento por una hermana no se puede comparar, y por una hija menos todavía.

Ian sigue con la cabeza agachada, mirando al suelo, no me puedo imaginar lo que habrá sido para él perder a una madre, a un padre que nunca le quiso y tener que estar lejos de la persona que más quiere en este mundo. Levanto la mano y la paso por su rostro, acariciando cada curva con la que se topan mis dedos. Él se gira hacia mí y, por primera vez, está serio, sus labios cerrados dibujados en linea recta. Entonces aprecio su cara, si me gusta cuando sonríe, me encanta cuando no lo hace, porque esa expresión dice tantas cosas, su rostro quiere gritar y eso es maravilloso de ver. Se acerca a mí y coge una de mis mejillas con la mano, poniendo la otra en mi cintura, recortando la distancia que nos separa. Sus labios se juntan con los míos, casi sin tocarse, solo con un roce, como si al juntarlos sintiéramos que todo habría pasado y quisiéramos que ese momento perdurara una eternidad. Y entonces lo hace, tira de mi hacia él y me besa. Y es en ese momento en el que le encuentro sentido a los besos, como dos personas con vidas destrozas se unen en uno para sentir que no están solos, que los dos podrán con todo. Es en ese instante en el que me doy cuenta que los besos son universales, que no importa si los das en el patio trasero del bar de un barrio humilde o en un hotel de cinco estrellas con vistas al mar, porque cuando besas dejas de ser alguien que pertenece a algún sitio, cuando besas solo eres tú siendo parte de algo que no se compra, no se vende, y que tiene el valor que solo dos personas pueden darle.

Pero en mi vida, todo lo bueno acaba y la puerta del patio se abre para recordármelo.

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Multimedia: Summer e Ian.

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