Al ver a Marianne lo único que pudo hacer fue abrazarla fuerte, tanto que ella se preocupó por no lastimar a la bebé, era tan hermosa, tan hermosa en su persona, sólo ella podría estar pensando en que Rebecca no se lastimara cuando quien estaba en una situación de profunda desventura era ella.
Rebecca acarició los rizos de Marianne que caían rebeldes y con ese gran volumen, los rizos de Marianne tenían más personalidad que ella y eso que Marianne era una persona con demasiada personalidad.
-Cálmate Bella- susurraba Marianne y en ese momento Rebecca no pudo evitar mirarla porque sinceramente no terminaba de digerir que ella la estuviera consolando y no al contrario.
-¿Cómo puedes estar tan tranquila?- La miró alzando la cara y mirándola a los ojos, los suyos ligeramente aguados por las ganas de llorar que imperaban- Podrían tenerte de 3 años a 10.
-No era mi maleta- Contestó Marianne calma.
-Yo sé que no es tu maleta, pero no sé cómo comprobar que no lo es.
-Bella respira- Le acarició su vientre dulcemente. -No es bueno para esta dulce criatura que tú te alteres tanto.- Rebecca volvió a abrazar a Marianne porque definitivamente su bondad no tenía límites y ella se sentía tan impotente con esa llave ahí, en el asiento del auto de Sébastien tan presta a ser usada por ella.
En ese instante se apartó de Marianne pensando en qué se lo impedía, qué demonios importaba si le preguntaban sobre el asesino caníbal, ella no tenía por qué protegerlo, era un loco de mierda que había empezado a torturarla de formas inimaginables y realmente ella estaba harta de los locos.
Podría ir por la llave, podría decir la verdad, podría también entregar el cuchillo de Jullian, sin embargo... No podía, no podía porque ese maldito infame ya había mostrado que podía acceder a Maximilien y no una sino dos veces, después de todo esa maldita caja estaba metida entre sus cosas.
No sabía qué hacer, no lo sabía y no sólo en torno de Marianne, sino también del pobre de Jullian, que de seguro no pasaría sólo 10 años en una cárcel, por un crimen así se le iría bastante hondo.
El aire le empezó a faltar, sentía que se ahogaba y aunque Marianne le hablaba tratando de calmarla, nada conseguía que su ansiedad menguara, al contrario la habitación se le hizo estrecha y el corazón le latía desbocado, eso sin contar que su hija nuevamente se estaba recogiendo a un costado.
-Respira Rebecca, respira.- Ella juntó sus dos manos poniéndolas alrededor de su cara acunando su nariz creando una especie de bolsa humana y poco a poco ella sintió que podía volver a respirar, miró a Marianne con impotencia.-Tienes que calmarte Rebecca, no es justo que la pongas así- apretó su mano entre el pulgar y el índice- Es un punto de presión que te ayudará a liberar tus chakras, estás muy tensa.- Con su otra mano apretó su vientre justo donde la niña solía enroscarse. Marianne negó con la cabeza. -Este pobre ser humano va a salir cargando todos tus pesos.
-No digas eso.
-Pues cálmate. Yo estaré bien, la paz no es un lugar, es un estado y se consigue en cualquier sitio.
Marianne hablaba con cierta resignación y Rebecca en cambio no podía resignarse a verla privada de su libertad por un crimen que no había cometido, ella sí tenía muchos crímenes a cuestas, pero Marianne era diferente, parecía más mundana que Rebecca, menos correcta, pero las cosas no eran de esa manera, Marianne a pesar de ser un espíritu libre era puro amor, algo que a ella le faltaba mucho.
El amigo fiscal de François ingresó a la habitación, tenía un gesto adusto que ella no pudo ni quiso interpretar, lo único que le indicaba su presencia es que tendría que despedirse de Marianne, entonces hizo justo lo contrario y le tomó las manos fuertes, como si aferrándose a ellas pudiera evitar lo inevitable.
ESTÁS LEYENDO
EL QUINTO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro4
RandomEste es el cuarto libro de una saga, el primero se llama "El Sexto Mandamiento", el segundo "El octavo Mandamiento y el tercero "El Décimo Mandamiento". Rebecca piensa que todo ha acabado, por fin consiguió su final feliz, pero puede que muy dentro...