CAPÍTULO XXXV

455 39 42
                                    



NOVIEMBRE


-¿Por qué tú tienes que ir vestida así?- Cuestionó Maximilien.

Rebecca sabía que más que a su vestido dorado con pedrería el niño se refería al hiyab que aunque lo había mandado a hacer con hermosos estampados no dejaba de ser un trapo que le cubría el cabello, Maximilien jamás la había visto usar uno, aunque no era la primera vez que ella lo usaba, en su juventud cuando visitó la mezquita azul también se había puesto uno.

-Por respeto- Le contestó ella acomodándole la corbata.

-Pero te ves rara.

-¿Me veo fea?- Lo interrogó burlesca, el niño negó.

-Sólo rara.

-¿Pero rara bien o mal?

-Rara-rara.-Eso la hizo reír.

Era verdad, todo eso era raro, nunca se imaginó en su vida estar asistiendo a una boda musulmana, le había costado mucho elegir cómo vestirse, nadie que conocía tenía una idea de cómo se iba a una boda musulmana, afortunadamente Edna le habló de una diseñadora llamada Dian Pelangi y ésta la había asesorado, aunque todo era extraño para ella, tanto como para Maximilien y hasta François quien no disimulaba el malestar que todo eso le generaba.

Aunque François estaba más incómodo porque seguía sin caerle bien el novio de Pauline, a ella le daba igual, la verdad no conocía al sujeto, por lo poco que veía trataba bien a Pauline, además esa mujer no le importaba mucho, sentía que era una adulta y ella tomaba sus propias decisiones, incluso prestarse para ese circo, al que la misma Rebecca se estaba prestando y no porque considerara las tradiciones musulmanas denigrantes, porque realmente no, cada quien era feliz a su manera, sólo ese tema de las religiones no era algo que a ella le gustara mucho.

El que sí estaría fascinado con todo eso sería Jullian, amaba las muestras culturales, le parecían una experiencia enriquecedora, eso la entristeció mucho, sus ojos se llenaron con lágrimas y tuvo que inhalar profundo para no hacerlo o arruinaría su maquillaje, que a decir verdad de todo lo que llevaba puesto era lo que más le gustaba, sentía que ese tipo de maquillaje de medio oriente resaltaba su mirada.

En general tenía entendido que la tradición propiamente dicha hacía que en el banquete nupcial hombres y mujeres estuvieran segregados, no obstante en eso hubo un ligero cambio, afortunadamente porque no conocía a nadie y no imaginaba quedándose sin François y Maximilien.

Todo eso le recordó un poco a una película hindú, tan pronto como Pauline ingresó empezaron a mover sus palmas en lo alto y aplaudieron, los hombres eran quien estaban recibiéndola, ella parecía un poco apabullada, pero sonreía, llevaba puesto algo llamado abaya, una especie de túnica, también llevaba un velo y un niqab que le recordaba un poco su lectura de aladín, esa era su experiencia con aquella cultura, un cuento infantil.

Notó que las mujeres fueron quien iniciaron con el baile, a diferencia de las bodas occidentales no era algo entre parejas, sino un círculo en donde comenzaron a danzar con movimientos exóticos para finalmente entrar los hombres en la escena en un círculo alrededor de ellas.

Rebecca se dejaba llevar, no entendía mucho lo que hacía, pero seguía a las demás, se había sentido un poco intimidada cuando había notado que iba demasiado elegante, el resto también tenían atuendos musulmanes, pero más sencillos y dudaba que fuera por falta de dinero porque Bashar era el hijo de un jeque árabe, así que supo que había desatinado un poco, sobre todo cuando se percató que su vestido iba más en la línea del de Pauline y una regla básica en una boda era jamás competir con la novia, eso la preocupó, pero qué más daba, ya estaban ahí y no se podía cambiar.

EL QUINTO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora