Cruzó una vez más su pierna sobre la otra sin quitar su sonrisa, hacía mucho que no usaba su atractivo como un arma, sobre todo porque ya no tenía mucho efecto y no porque no fuera una mujer cautivadora, porque a pesar de rondar los 40 años, ella no se veía ni cercana a esa edad, seguía siendo la misma mujer fatal de su veintena, con la diferencia de esa molesta línea de expresión bajo sus ojos que para muchos sólo era imaginaria.
Sin embargo lo que hacía infructuosa su labor de manipular a otros con promesas de sexo que jamás cumpliría, era precisamente su estatus de mujer casada y para ella era imposible ocultarlo, lo era porque aunque con los años ella aprendió a ignorar todo lo que se escribía de ella o de François, la cosa es que el mundo lo seguía haciendo, su cara aparecía cada nada en revistas, en páginas de internet y en periódicos.
Así que básicamente no había una sola persona en el planeta que no supiera que ella era la esposa de François y en realidad era algo que no le incomodaba, lo era, no obstante las puertas que le habían abierto su belleza era algo que ciertamente extrañaba, lo mismo que ese juego que tenía con Edna en donde se divertían a costillas de hombres ingenuos que siquiera se permitían soñar que iban a poder tener algo con ella.
El caso de Silvain Dupre era particular, ya que se trataba de un hombre descarado que le valía tres hectáreas de verga que ella fuera casada, se le había insinuado desde que había llegado, incluso por el teléfono cuando concordó la cita, pero creyó que eran ideas suyas, sin embargo no lo eran, lo cual era un fastidio, porque le parecía detestable ese sujeto, pero tenía sus puntos buenos y es que le estaba soltando información confidencial sin ningún tipo de cuidado.
-Sabemos que es un mismo hombre porque suele dejar el mismo detalle justo debajo del seno izquierdo, además de que las mujeres son hermosas, pero nada comparables a usted, Rebecca, ¿disculpe puedo tutearla? -Ella le sonrió deseando darle una bofetada, pero se contuvo, lo que tenía que aguantar por una estúpida nota.
-Puede llamarme como le quede más cómodo señor Dupre- Esperaba que el hecho de que ella siguiera manteniendo la distancia fuera una clara indirecta para que se mantuviera en el "usted".
-Bueno como te estaba contando Rebecca, las mujeres tienen características propias, por ejemplo a parte de su parecido físico estaban en... -Saco unas pequeñas gafas y una libreta a continuación comenzó a leer -Profesiones afines a las letras: profesoras, redactoras, escritoras, periodistas. También determinamos que no tenían referencias familiares que las relacionaran. -Se acercó con una sonrisa socarrona -Esto no lo sabe el público, pero encontramos una nota en una lengua muerta los analistas aún determinan si fue accidental o la dejó con algún propósito. -Le guiñó un ojo dejando ver un diente de oro en medio de una dentadura amarillenta.
-¿Qué lengua muerta?
-Los técnicos aún no me traen el informe, pero Rebecca cuenta con que en cuanto lo hagan me contactaré contigo.
-¿No tiene el trozo con usted?
Se inclinó levemente hacia adelante fingiendo que se reacomodaba en el asiento cuando lo que buscaba era realzar sus pechos, que gracias a lactar, aún no se habían desvanecido, de hecho ahora mismo le estaban doliendo porque llevaba un rato por fuera y Abby no los había vaciado, afortunadamente ya comía otras cosas y François estaba con ella, aunque su suegra también.
Había viajado a París una vez las cosas con François estuvieron más calmas, escogió primero entrevistarse con el fiscal francés porque pensó que Audrey le cuidaría a los niños, sin embargo su muy sobreprotector esposo había decidido viajar con ellos y no había querido hacerlo en un vuelo comercial, sino que alquiló un jet privado, andaba tan paranoico, pero ni siquiera podía culparlo por ello, era verdad que el sociópata había desaparecido, empero de acuerdo con Thomas en cualquier momento aparecería y aunque ella no pensaba mucho en eso tampoco bajaba la guardia.
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EL QUINTO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro4
De TodoEste es el cuarto libro de una saga, el primero se llama "El Sexto Mandamiento", el segundo "El octavo Mandamiento y el tercero "El Décimo Mandamiento". Rebecca piensa que todo ha acabado, por fin consiguió su final feliz, pero puede que muy dentro...