CAPÍTULO LXXIII

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El sol ya se había ocultado cuando salió del penthouse, el chófer de Bashar la llevó al periódico con él, estaba demasiado mimoso y de buen humor, incluso lo hizo entrar al sótano por su auto, aunque ella le aseguró que no era necesario, él insistió, de hecho también la acompañó caminando hasta su auto y una vez allí le dio un beso apasionado tocándole la cola.

François se había quedado un rato en el penthouse antes de salir, era más práctico que ambos salieran juntos para su casa, pero Bashar no podía descubrirlos, así que al momento en que ella llegara él ya estaría ahí y sabía que le esperaba más sexo, si ninguno de los dos había hecho mucho más era porque las ganas les habían ganado, pero ella lo conocía y con eso no estaría saciado.

Puso el dedo pulgar en el auto una vez vio a Bashar alejarse hacia el suyo, metió la llave dispuesta arrancar el motor cuando una voz desde el puesto de atrás le habló, Rebecca aunque reconoció la voz no pudo evitar saltar en su puesto asustada.

-¡Diablos Thomas quieres dejar de abordarme así y hacerlo como una persona normal!

-No puedo moverme como una persona normal.

-Puedes llamarme y decirme que vaya a tu apartamento. Además dices que yo tengo la pulsión de muerte fuerte y tú no te quedas atrás, ¿qué habría pasado si te ve en mi auto?

-Eso no pasaría. -Respondió tajante.

Rebecca suspiró porque odiaba cuando Thomas se ponía en esa postura de ver que él meaba más lejos, lo miró por el espejo retrovisor moviendo el auto porque Bashar siempre tenía a alguien vigilando y sería raro que ella se quedara en ese parqueadero.

-No creo que sea inteligente que nos arriesgues así, por mucho que digas que eso no pasaría.

-Lo que no es inteligente es andar sin cámaras para permitirme seguir analizándolo y protegerte. Espero de verdad que no estés seducida.

Rebecca desvió su mirada, lo cual hizo que inmediatamente Thomas la increpara más, ella cerró los ojos.

» ¿Rebecca? -Insistió-Tuviste sexo con él. -Eso último no había sido una pregunta.

Ella suspiró, a veces odiaba a Thomas y sus habilidades para leer la mente, ¿así de evidente sería? Y eso que ella sí se había dado un buen baño, así que sabía que no olía a sexo, pero seguramente su cara grita eso, volvió a mirarlo por el espejo retrovisor y Thomas tenía una expresión de suspicacia.

-Tú mismo me lo insinuaste.

Se justificó, aunque tenía muy claro que eso no tenía mucha justificación, no sabía si podía seguirlo postergando cuando Bashar estaba tan demandante, pero en el fondo ella sabía lo mucho que había disfrutado de todas esas horas cogiendo con Bashar y decir que no lo había hecho sería un acto morrongo y ella no lo era mucho, al menos no en torno a lo sexual.

-Rebecca, una cosa es que le brindes sexo y sí, yo te lo insinué, otra que tengas esa expresión tan plácida como si desearas repetir.

-Pues coge rico, no puedo negarlo y no sé, si me place repetir, lo haré, Thomas es mi coño.

-Rebecca... Puedes hacer con tu sexualidad lo que desees, pero te repito cuidado con dejarte seducir de ese tipo.

-Estoy seducidisima, de pronto se me olvidó que se me llevó a mi hijo de 5 años, también que le quitó el riñón a mi mamá en esa morgue de mala muerte y que de regalo por cumpleaños de mi hija me mandó el corazón de mi primer amor, mira lo seducida que estoy.

-Rebecca... Sólo leo las señales, estás empecinada en que es culpa del padre, que su madre fue alejada y eso fue el detonante y deseo que te quites esas ideas románticas de la cabeza.

EL QUINTO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora