OCTUBRE
Ella estaba sentada con una taza de chocolate humeante, el otoño hacía que el aire se sintiera más espeso y helado, pero le gustaba, siempre le había gustado, las hojas se tornaban naranjas, rojas y ocres y ese color siempre le recordaba aquello que más amaba, el cabello trigo de su esposo y su hijo y los ojos amarillos de su hija y François.
Así que en ese instante disfrutaba estar en ese café viendo las hojas, aunque no era como antes, estaba rodeada de niños y esto tampoco la molestaba, sonrió a Antón y a Abby que estaban sentadas a su lado dibujando y meceo con la pierna la carriola mirando a la pequeña Emma, le había preguntado a Marie cómo le gustaría ponerle a una hija si es que la tuviera y le había dado ese nombre.
A ella le gustaba también, Emma para ella evocaba tiempos mejores, se veía a sí misma leyendo el clásico de Austen y sintiéndose identificada con ella y a François como su George, ya no la criticaba tanto como entonces, pero él seguía siendo su polo a tierra, uno muy extraño, después de todo como se lo dijo un día citando a Emma: "El verdadero amor no es nunca río de apacible curso".
Dejó de mirar a las niñas para hacerlo con los niños, Maximilien leía con una expresión abstraída, ausente, a veces le preocupaba esas actitudes, luego recordaba que estaba a punto de cumplir 11 y que eso lo hacía un preadolescente, su bebé se iba yendo de ella y la verdad no sabía mucho cómo actuar al respecto, siempre había entendido los tiempos de Maximilien, pero él era su pequeño, su gran amor, la persona que le había enseñado otra clase de amor, una clase de amor para siempre, una clase de amor distinta a la que tenía por su padre.
El pequeño François en cambio se comía un enorme helado, a ese niño le encantaban los helados y cuando era el día permitido no dudaba en comerse uno enorme, a veces ella quisiera dejarlo comer más seguido, pero el azúcar no era buena para los niños, no era buena para nadie, pero ella sólo tenía a su cargo a esos 5 niño y aun así planeaba tener un sexto, era un poco demencial de su parte seguir considerando ese embarazo, pero lo hacía, la idea no había dejado de estar en su cabeza y François parecía querer lo mismo porque era algo que a menudo fantaseaban.
Yacía en esa comodidad hasta que Thomas llegó corriendo una de las sillas y se sentó en frente, justo al lado del pequeño François, al cual ni siquiera determinó, Rebecca sabía lo que él pensaba de ese niño, sentía que debía morir, porque para él los genes de Bashar eran algo qué prevalecerían.
Fue en ese instante que Maximilien dejó su ausentismo y miró a Thomas:
-Hola Thomas.
A Maximilien siempre le había agradado Thomas, no entendía muy bien la razón, Thomas nunca había sido muy empático con ninguno de los niños, de hecho sabía que pensaba que la maternidad la desperdiciaba, en cambio para ella era su mejor rol, el que mejor desempeñaba, sentía que en todos los demás fallaba, pero no se sentía una mala mamá, sus dos hijos eran niños educados, amorosos, nobles, respetuosos y aunque tenían muchos defectos, ambos luchaban cada día por ser mejores, en cuanto a los niños ajenos, pues les ayudaba con sus traumas y florecían en los casi dos años que llevaban con ella.
-Hola, Maximilien ¿qué lees?
El pequeño François si se revolvió incomodo Thomas no le gustaba, aunque a decir verdad casi nadie le gustaba a ese niño, con la que era más cercano era con ella y bueno Audrey hacía intentos por tenerlo cerca, a los cuales el niño respondía intentándolo, pero sin mayores resultados, el niño simplemente era esquivo, quizás había pasado mucho tiempo aislado en ese castillo, con Rebecca era distinto, era amoroso, algo intenso y protector.
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EL QUINTO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro4
RandomEste es el cuarto libro de una saga, el primero se llama "El Sexto Mandamiento", el segundo "El octavo Mandamiento y el tercero "El Décimo Mandamiento". Rebecca piensa que todo ha acabado, por fin consiguió su final feliz, pero puede que muy dentro...