CAPÍTULO LIV

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MAYO

La doble vida de Rebecca Bracho era insostenible, no sólo para ella misma, sino para el contexto que la rodeaba, mientras se ganaba la confianza de Bashar destruía todo lo que durante años había cultivado con sumo cuidado, la pregunta que quedaba en el aire es si todo eso valía la pena, ella sentía que tenía un deber con Matt, porque estaba segura de que no se habría visto involucrado de no haber sido cercano a ella, de alguna manera Rebecca también sentía que se lo debía a Jullian, aunque ya no pudiese recuperarlo.

A pesar de la conversación tan honesta que tuvo con Bashar sobre Marie Keller, él había usado su alter ego para indicarle lo molesto que estaba con su respuesta, le había indicado que con ella nada nunca era suficiente, de manera burlesca Rebecca le había señalado que nunca le había pedido nada, que ella era ese tipo de mujer que lo que sea que desease lo hacía por sí misma, la contestación a eso había sido decirle que a veces se debía ser agradecido con las cosas que le brindaban.

Lo curioso de toda esa situación es que mientras dejaba a un lado el anonimato que la figura de "Simón dice" le daba, él solía ser como cachorrito dispuesto a complacerla, la atendía con especial esmero, aunque evidentemente ella no le creía ¿cómo hacerlo cuando conocía su verdadero rostro?

Pero fingía hacerlo, le gustaba cuando le contaba más cosas sobre él, le hablaba de su afición por la taxidermia, la vez que participó en la subasta clandestina de una chica y que pudo hacer lo que había querido con ella o incluso sus visitas a los clubes privados de caníbales y ella fingía no horrorizarse.

Ese día había sido particularmente difícil porque él se ponía más exigente, no le bastaba con los pocos días que le dedicaba, además le había insistido de ir a un lugar que le implicaba estar al menos parte de la noche con él, algo muy difícil de justificarle a François que había reaccionado algo molesto, a pesar que él creía que se trataba de algo malo que le pasaba a Edna, aunque finalmente lo había aceptado resignado.

Pero al fin de cuentas ahí estaba ella con un vestido negro de etiqueta, -que había sacado en una maleta de mano a escondidas- un antifaz y una peluca roja, Bashar iba de forma análoga en smoking y con una máscara veneciana en oro y negro bauta romazzino. La había llevado a una mansión que en apariencia era como cualquiera, pero tras las puertas de la misma se gestaba un espectáculo que no sólo se caracterizaba por la opulencia sino por la libertad.

Varias mujeres en su veintena con cuerpos perfectos se estaban paseando en ropa interior y otras aún más descaradas con stickers en sus pezones, ella parecía demasiado vestida en ese lugar.

En otros espacios de la enorme casa había letreros similares a los de Alicia diciendo "tómame", "tócame", "bébeme" y otros más arriesgados tenían mujeres con bondange sirviendo de espectáculo visual para los presente.

Ella no estaba escandalizada, ya había ido con François a un lugar similar, quizás el escenario cambiaba, pero estaba viendo lo mismo que en esa ocasión observó, Bashar la creía voyerista, así que suponía que en sus dotes de stalker había averiguado eso de ella, lo cierto es que ese día no se habían animado a hacer nada, ambos tenían el mismo temor, que un tercero quisiera interferir con su relación, François y ella se limitaban mucho por los celos, era algo malo que tenían.

Lejos de lo que se podía pensar, esas fiestas no eran multitudinarias, eran un grupo bastante reducido y con el suficiente dinero para costear la membresía, sin la cual no podías entrar, Bashar tenía una pulsera que enseñaba, no fue difícil para ella entender que esa era la llave para ir más allá de los salones, para incursionar a las habitaciones donde espectáculos más privados se gestaban.

EL QUINTO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora