Ubicado en uno de los barrios más exclusivos de Ginebra se encontraba el mirador Lord Byron, era llamado de esa manera porque el célebre escritor solía escribir en ese lugar o al menos eso era lo que decían, de hecho había una gran roca con el apellido del autor, ella no estaba ahí sentada por el renombre, simplemente buscaba de alguna manera reencontrarse con la mujer que había sido.
Hubo un tiempo en el cual disfrutaba mucho de lugares como ese, iba con frecuencia al mirador de las 7 tetas de Madrid y pasaba horas enteras buscándole figuras a las nubes, evidentemente ese lugar no tenía el skyline de su amada Madrid, estaba en una ciudad desconocida que poco a poco había llamado hogar, lentamente se había vuelto conocida hasta poder transitarla sin usar el GPS, había hecho amigos, o bueno, más bien había entablado redes con muchos ginebrinos, no podía decir que en ese lugar tuviera un solo amigo verdadero, sólo Mare que estaba en ese instante de paso.
Jullian le dolía mucho, no le cabía en la cabeza que aún no pudiera sacarlo de esa cárcel, que estuviera peor que al comienzo y en el fondo lo que más le dolía es que ella era una egoísta, porque en ese instante no le buscaba forma a las nubes porque estuviera inquieta por Jullian, lo hacía porque después de la furia inicial había sobrevenido la tristeza y era mucho más fácil lidiar con la ira, al menos ésta la movilizaba, pero la tristeza sólo la dejaba quieta.
Sentía como si de golpe la hubiesen empujado a la tierra y el estrellón le había dolido más de lo que esperaba, no le diría a nadie en voz alta lo que le pasaba, pero era difícil negárselo a sí misma, de alguna manera pensaba que se estaban acercando, evidentemente bien no estaban, sin embargo había sentido que se estaban restaurando, que volvían a sanar muchos de sus conflictos profundos, ella logró ver la artimaña de Marie Keller y creer en François aun sin que éste le explicara nada, sólo por sus conocimientos sobre él que no eran pocos.
No obstante que lejos estaba de eso, él... Él simplemente se iba a París y ni siquiera le decía nada, no es como si estuviera obligado a hacerlo, pero si de verdad se estuvieran acercando como ella pensó él le habría dicho.
Suspiró tocándose el vientre sobre la tela de su vestido verde plisado y cerró los ojos un rato queriendo parar sus pensamientos, deseando no sentirse tan perdida sin él.
Unos pasos se escucharon en lugar y finalmente alguien se sentó a su lado, la respiración que parecía estar acelerada comenzó a regularse lentamente, permanecía en silencio y ella abrió los ojos ligeramente incómoda, odiaba que interrumpieran sus momentos de paz y la gente no solía entenderlo.
Sin llegar a mirar y dispuesta a levantarse inhaló profundo porque su molestia había vuelto por el intruso, no obstante se quedó un poco sin armas cuando olió ese perfume, miró entonces algo asombrada y se encontró con François al lado con su cabello ligeramente revuelto, su traje algo arrugado y su corbata fuera de su sitio, él miraba hacia el frente, sus ojos estaban perdidos en el paisaje.
-¿Qué haces aquí? ¿No estabas en París? -François se giró y sus ojos se encontraron con los de ella.
-Conducía hacia el aeropuerto y no, no tengo nada más importante allá de lo que tengo acá.-Rebecca arqueó su ceja izquierda con escepticismo y él pasó su lengua por sus labios, sin dejar de mirarla.
Rebeca sí desvió su mirada y volvió su vista al frente, en el lago Lemán que se veía a lo lejos, mientras la mirada de él seguía clavada en ella.
»Alguien saboteó uno de los restaurantes en París, todo se quemó. Cuando me llamaste hablaba por el teléfono empresarial con Andrew. Lo siento amor, por salir así y no decir nada.
-No me tienes que decir nada, pero lo que si no debiste hacer fue haber detenido el proceso de divorcio como si para eso yo no contara, ya hablé con mi abogado para que retome todo.- Le dijo sin llegar a mirarlo con el mismo tono de culo que llevaba empleando con todo el mundo ese día, fría y distante.
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EL QUINTO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro4
RandomEste es el cuarto libro de una saga, el primero se llama "El Sexto Mandamiento", el segundo "El octavo Mandamiento y el tercero "El Décimo Mandamiento". Rebecca piensa que todo ha acabado, por fin consiguió su final feliz, pero puede que muy dentro...