CAPÍTULO XXXIV

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JULIO


Todo requería tiempo y eso a veces le resultaba desesperante, quería que dejara de dolerle todo, pero entendía que no era posible, se preguntaba si alguna vez sería posible, no lo sabía, aun lloraba a su abuela, a pesar que ella llevaba un poco más de 20 años de haber muerto, Jullian era la segunda persona cercana para ella que moría y con su abuela el proceso había sido ligeramente distinto, en primera porque la sabía una anciana con enfermedades orgánicas, Jullian en cambio estaba lleno de vida y en segundo lugar porque la embolia de su abuela no había sido su culpa, lo de Jullian... Sí.

Ella no era religiosa, aun así llevaba un rato sentada en su jardín zen con las piernas cruzadas intentando meditar, era el nuevo invento de Mare en su vida, por mucho que trató de tenerla lejos Marianne no se había mantenido así por mucho tiempo y le había asegurado que meditar la ayudaría a lidiar con su dolor, Rebecca le había creído, quería creerle, quería que cualquier cosa hiciera más soportable su existencia, porque incluso el afecto de Mare le parecía demasiado, ella no sabía de las horribles cosas que Rebecca era capaz.

Se levantó un poco perturbada, Jullian había cumplido un mes de haber partido y eso aún le resultaba difícil de creer, Marianne la miró con ternura y ambas ingresaron a la casa, Maximilien no estaba, andaba en sus vacaciones recreativas, su huracán estaba tomando una siesta y ella aprovecharía ese tiempo para darse un largo baño.

Una vez salió se metió en un vestido color salmón tomó unos zapatos t strap verdes, había estado yendo de forma alterna a la empresa de François, a él no le parecía extraño y sus planes de bondad con los asistentes habían requerido ser abonados, pero daban frutos y Marianne sin saber le ayudaba.

Así que las tres estaban de nuevo ahí en una sala de espera fingiendo que esperaban que François terminara una junta, pero en realidad oía el cotilleo de esos dos personajes, ya hasta se había enterado que Andrew era gay, lo cual tenía mucha lógica o no sería tan chismoso y no es que los hombres heteros no lo fueran, simplemente ella tenía cierto encanto con los gay a los cuales de inmediato les caía bien, a ella también, prefería sujetos que no estuvieran como aves de rapiña queriendo algo con ella.

Sonrió como todos esos días, sin ganas, Jullian se le había llevado las ganas, bueno no, no iba a ser injusta, Jullian no haría tal cosa, en su vida lo único que hizo fue hacerla reír, era ese enfermo el que le quitaba sus sonrisas y ella era su estúpida marioneta, se había vuelto esa muñeca, la muñeca que había hecho para moldearla y odiaba eso, pero de todas maneras estaba ahí siguiendo los pasos de Pauline y recibiendo una deliciosa malteada de manos de Paul que también era gay y la amaba.

Pobre Pauline, a ella si no la amaba mucho, de hecho sólo se quejaba de lo demandante que era, de lo difícil que era complacerla y lo sencillo que sería atender en cambio a Rebecca, oh Zeus no tenían idea de lo que decían, no sabían la clase de monstruo que ella era, de la clase que finge extrañar a su esposo sólo para sonsacarles información a ellos.

-Yo creo que lo que necesita es relajarse, deberías sugerírselo Paul- Planteó Rebecca, Marianne negó con su cabeza, pero rió, todos le creían esa pantomima, incluso su mejor amiga, tenía que ser muy buena engañando.

-Adorada señora del jefecito, -habló Paul en confianza -no podría tomarme esas libertades o saldría directo a la calle y con lo difícil es que a una le den empleo. Lo que sí sé es que pronto tiene uno de esos viajes misteriosos. -Susurró.

-Ah ¿sí? ¿Y qué tienen de misterios?- Preguntó Rebecca al tiempo que le daba un sorbo a su malteada.

-Pues sólo pide que aliste el jet, pero nada de arreglos del viaje, ni del lugar donde se va a quedar.-Respondió Paul.

EL QUINTO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora