Tenía un listado de características de esos asesinos, los lugares en los que había operado le hacía suponer que había vivido unos años en Estados Unidos, al menos 13, entre el 2000 y el 2013, pero luego se había movido a Europa, porque el asesino caníbal y el ahora llamado asesino de la maleta, operaban en ese continente.
Buscaban a alguien que hubiese vivido en EEUU, pero no ahora, era difícil, gente con dinero había en muchas partes, se sentía buscando una aguja en un pajar, o como la hija del molinero intentado descifrar el nombre de Rumpelstiltskin.
Ahora contaba con archivos policiales, nombres de sospechosos, de testigos, de todo, pero nada eso era de utilidad, ninguna de esas personas tenía las características que conocía tenía su odiado Simón.
Sabía que estaba un poco obsesionada con eso, no había otra explicación para que ella estuviera un domingo en su oficina, generalmente los domingos eran de sus hijos y su esposo, pero ella estaba ahí, sola en el periódico llena de papeles sobre asesinos seriales.
Escucho el ruido del ascensor y se quedó rígida cerrando sus ojos, no iba a negar que sentía miedo, desde que ese sujeto había matado a Jullian le había quedado claro que no era él pelele que ella por mucho tiempo subestimó, sabía que la seguía pues las notas habían continuaban llegando y pensarlo allí la hizo quedarse fría, quizás era verdad que debería hablar con François de eso y dejar de andar sola por ahí, aunque años atrás había desconfiado de los escoltas.
Abrió los ojos con resignación, pero se encontró con François caminando hacia ella, suspiró audiblemente, sintiendo que algo volvía a su cuerpo, sonrió al verlo entrar a su oficina, no venía con los niños por lo que de forma inevitable lo interrogó con su mirada.
-Audrey llegó, quería estar un poco con sus nietos y se pusieron hacer muffins para mañana, así que pensé en venir a verte, quizás hacer algunas travesuras -François la miró coqueto.
-¿Que travesuras quieres hacer?
-Unas muy picantes sobre tu escritorio, aún no lo hemos inaugurado. -Él se mojó sus labios.
Rebecca se rió y se llevó la mano a su boca, François era el diablo hecho persona y ella era absurdamente influenciable, así que simplemente se echó en su silla hacia atrás y puso sus piernas sobre el escritorio en vidrio, al hacerlo sintió que su falda se subía un poco sobre sus muslos que en ese momento no estaban desnudos, las medias negras los cubrían.
François se acercó si dejar de mirarla y con su dedo índice recorrió sus piernas hasta que sus dedos se perdieron por debajo del dobladillo de su falda.
»Tenía tantas ganas de verte y tocarte. -Él susurró con voz ronca, mientras sus manos salían de su falda buscando el cierre de ésta. -Jefa, usted ordena y yo obedezco -le susurró a su oído halando el lóbulo de su oreja.
Su mirada no dejaba de ser lascivia, se remojó sus labios con su lengua, sin darse cuenta los sentía secos, a él sólo le bastaba ponerle un dedo encima de forma casi que inocente y eso ya bastaba para que algo en su entrepierna se encendiera.
Entonces con voz melódica le susurró que se acercara, quería que la tomara sin llegar a quitarle la ropa, al menos no del todo, sólo la que fuera necesaria, quería una de esas cogidas rápidas que solían tener cuando pensaban los iban a descubrir en cualquier momento por hacerlo en un lugar público, ellos tenían mucha vida sexual, pero la de ese tipo se había visto reducida al nacer los niños
No tenía que quitarle las medias, estaban apretadas a medio muslo y lo que ellos necesitaban era deshacerse de las molestas bragas, entonces Rebecca simplemente se paró y se movió provocadora contra la erección, pero cuando François iba a hacer algo ella simplemente se recostó sobre su escritorio y empezó a bajarse las bragas con una mano, Una vez se las sacó las movió como péndulo en su dedo instándole a hacer algo con ellas.
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EL QUINTO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro4
RandomEste es el cuarto libro de una saga, el primero se llama "El Sexto Mandamiento", el segundo "El octavo Mandamiento y el tercero "El Décimo Mandamiento". Rebecca piensa que todo ha acabado, por fin consiguió su final feliz, pero puede que muy dentro...