EL QUINTO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro4

CAPÍTULO LXXII - PARTE II

Una vez Bashar le dijo eso, simplemente le tomó de la mano, como si con aquello ya quedara el asunto saldado y simplemente fuera una decisión que irían al penthouse, si a ella se lo preguntaran y si realmente hiciera esas cosas con él de verdad pensaría que no tenían que ir a ese penthouse para follar, pero le parecía espléndido que él mismo lo sugiriera, suponía que tenía que ver con todo lo que había en ese lugar, a él definitivamente no le gustaba el sexo convencional.

Rebecca mientras él hablaba con el chofer, aprovechó para enviarle un mensaje a François para que fuera a ese lugar, esperaba que contara con el tiempo necesario para llegar, ella simplemente guardó el móvil una vez vio que Bashar la miraba, le sonrió a él y le indicó que le escribía a su madre:

-Le dije que iría a ver lo que me pidió, si no lo hago no nos dejará en paz toda la tarde con sus llamadas y no quiero que nos interrumpa.

-Mejor cariño, serás toda mía.-Le respondió tocándole el muslo por encima de la falda negra.

Rebecca no le contestó porque en realidad eso era un espectáculo más bien para el placer malsano de François, no sabía aun cómo había saltado de sentirse impactado y triste, a estar excitado tocándose en su oficina; también era en función de su objetivo, un Bashar contento era más manipulable.

Una vez en su auto nuevamente volvió a besarla y acariciarla debajo de su falda, era un poco complejo que se mantuviera quieto, definitivamente estaba fuera de control, así que esa decisión no tenía reversa, no podía seguir postergando lo impostergable por mucho que en parte se le antojara, porque no había forma de seguir con la pantomima de estar enamorada y deseante, con una mujer que le negaba estar juntos, era un poco absurdo, antes si se lo preguntaban, él había aguantado mucho, ni se explicaba cómo.

Por meses fue bastante respetuoso, luego empezó a toquetearla y también fue apremiante pasar al siguiente nivel, funcionó bastante lo de las sesiones de sado masoquismo, así que sí, la cosa hubiese sido peor si Bashar fuera como François, con él estuvo prácticamente recién se conocieron, de hecho la segunda vez que se vieron, algo similar pasó cuando se reencontraron en el viaje a Turquía, aunque le pidió tiempo terminaron follando de inmediato y sinceramente si ella tuviera una clase de sentimiento por Bashar no habría aguantado sin sexo, antes le sorprendía que no se lo hubiera echado en cara como parte de algún tipo de desconfianza cuando debía saber cuán fogosa era ella en lo sexual.

Lo miró jadeando y le señaló al chófer.

-Amor es incómodo.-Le susurró bajito.

-Cariño él no se da cuenta, déjame ser, te deseo tanto.-Ella le mordió el labio.

-Ya vamos a tener nuestro lugar sólo para nosotros ¿por qué no te aguantas un poco?

Él realmente no era mucho de reglas, así que seguía tocándole los muslos, metiendo su mano por debajo de la pierna, dejó de intentar impedírselo cuando vio que era un desgaste, definitivamente esa era la crónica de una muerte anunciada y Bashar Hasbún había llegado a su límite.

Ella en medio de los besos le preguntó si se trataba de esos meses de no fornicar con otras mujeres y si es que por eso antes no se veía tan urgido, pero él lo negó tajantemente asegurando que eso no tenía que ver con otras sino con ella, volvía y le repetía que la deseaba mucho, que ni siquiera otras lo habían saciado, que sería muy fácil para él desobedecerla y estar con alguna, pero que ya sabía que no tenía caso.

De manera que cuando llegaron al parqueadero del penthouse, él seguía capturando su boca, casi que no le deja marcar la clave, al tiempo que ella lo hacía, él besaba su cuello y tocaba sus pechos a través de su blusa rosa, Rebecca cerró los ojos porque nuevamente sintió algo extraño mientras él la tocaba, eso le estaba gustando y era tan difícil para ella lidiar con ello, porque la ambivalencia arribaba, es que ese sujeto era el asesino de Jullian, pero su cuerpo no entendía lo que su mente sí y el desgraciado sabía tocar, lo sabía perfectamente.