CAPÍTULO LXVII

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Rebecca yacía sentada en suelo con miles de juguetes alrededor, incluso Maximilien estaba participado, aunque él hacía un modelo a escala y a pesar de sus muchas resistencias empezaba a aceptar al pequeño François, en ese instante de hecho le enseñaba a hacer el modelo a escala y ella no podía evitar mirarlo y sonreír, ese era el pequeño que ella quería, un hombrecito que no sólo pensara en sus necesidades, sino en las de los demás.

Ella no era una buena persona, pero jamás quiso que sus hijos repitieran su historia, por eso se esforzaba por brindarles valores, los valores de los que ella carecía, pero de verdad no quería que sus hijos fueran como ella, los quería amorosos y empoderados, dispuestos a ayudar a muchos con los recursos que contaban y no sólo se refería al dinero de su padre, sino a la educación que les brindaban que también les podría servir para aportarle a otros.

Esa tarde no había salido, estaba cansada de que Fernández la persiguiera, ya los niños lo vislumbraban y aunque entendía que era sólo un policía trabajando, como ella les había explicado, no dejaba de ser molesto sentirse todo el tiempo vigilados.

Por su parte estaba ahí con juguetes de estimulación para Anto y Abby, aunque para su niña ya era sencillo meter cada bloque en la forma que le correspondía, para Antoniette no era tan fácil, la niña no era tonta, simplemente nunca había tenido ese tipo de acercamientos con los aprendizajes, por eso, a pesar de ser casi de la misma edad de Abby, ambas iban en momentos de su desarrollo diferentes.

En ese instante sintió un par de labios en su hombro, no se movió sabiendo que debía ser François que ya había llegado, solía hacerlo temprano, como había prometido en diciembre y sin embargo la actitud de Rebecca no había cambiado mucho, por lo que se tensó levemente al sentirlo, para ella ese tipo de acercamientos implicaban una conexión y François y ella andaban en sintonías diferentes.

Era tanta la distancia que ella había interpuesto como respuesta a las acciones de él que ni siquiera sabía que ya no se estaba viendo con Bashar, ella no había querido contarle, en parte porque no le gustaba reconocer en voz alta lo egoísta que ahora mismo ella estaba siendo, no quería ver su expresión de congoja porque su hermana estaba a la deriva a manos de un loco, no quería quitarle la ilusión de un día volver a ver a Isabelle.

François poco después saludo a todos los niños de beso en la mejilla, mientras Abigail saltaba emocionada, en esa ocasión como ya llevaba haciéndolo no dejó con las manitos estiradas a Antoniette, lo cual no había puesto muy contenta a Abigaíl, dado que lo miró con enojo inflando sus cachetes, frunciendo el ceño y estirando su boca, además intentando echar a un lado a la otra niña.

-Abby mi amor, sólo saludo a Antoniette -Le dijo François tomándola en brazos.

Al ver que no lo conseguía y ante las palabras de François se echó a llorar en un berrido de esos hondos, Rebecca tuvo que cerrar los ojos al sentir que su propio corazón se comprimía de escuchar a su hija así, pero aunque su instinto fue tomarla y calmarla no lo hizo, en primer lugar porque ya tenía experiencia con niños y berrinches y cuando estaban así ni escuchaban, en segundo lugar porque no era Rebecca la que estaba generando eso y en tercer lugar porque sabía que su congoja era producto de egoísmos mal sanos y ella no quería que su hija fuera igual a ella.

Pese a que razonaba con eso entre más fuerte lloraba su hija, más sentía ella que se le estrujaba el pecho, podía entenderla, también había sentido mucho dolor al sentir que la fuente de su amor no era sólo suya, así que a su vez soltó una leve lágrima que limpió de inmediato de su cara.

François se sentó con ella en el piso y puso Abigail a su lado, le decía que en cuanto se calmará, podrían hablar, también se veía afectado por el llanto, pero intentaba hablar calmo para poder manejar la rabieta, de inmediato la niña se alejó de él, yendo con ella mirándolo totalmente herida a François, en ese instante el pequeño François llegó con una figura que había armado y se la ofreció.

EL QUINTO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora