SEPTIEMBRE
Decir que las manos de Paolo eran ahora mismo una bendición, era quedarse corta, no gemía de placer sólo porque aunque su masajista era gay consumado no se sentía del todo cómoda siendo algo lobuna con alguien que no compartía cama, sin embargo él estaba llegando con sus manos justo en los puntos de presión y ella sentía como todo lo que venía acumulando salía de su sistema.
A ese punto de su vida ella debería estar completamente habituada a que todo era putrefacción, pero aunque Rebecca si se había tornando un poco más fría al respecto, no podría decirse que se hubiese habituado, simplemente su posición frente a todo era más de haberse metido en el juego y haberse propuesto ganarlo a costa de lo que fuera, porque no se trataba de un premio o de orgullo y dignidad, se trataba de su vida misma.
Una parte de ella soñaba con terminar con todo eso y realmente vivir como aparentaba hacerlo, si cualquiera la mirara en ese instante vería a una mujer a sus 42 años, con su aspecto conservado como si tuviera 8 años menos o quizás 6, inteligente, exitosa, con la familia perfecta, dinero a raudales, lo que hacía que su vida entera fuera envidiable, incluso para Edna, que no le gustaban los niños, lo era en cierta medida, solía decirle que le gustaba saberla disfrutando a borbotones de las bondades que podría traer la lascivia.
Después de todo hasta el "amante" de Rebecca era "perfecto", casi podía reírse de esa imagen que ella proyectaba, en definitiva, nadie conocía las profundidades de una vida, más que el que la vivía y la suya sí que era el ejemplo perfecto de ello.
Paolo seguía moviendo sus manos, extendiéndose por su cuerpo, ahora mismo lo hacía en sus muslos con la suavidad de un masajista experto, retiró la toalla con su consentimiento, para hacerlo en esa ocasión con sus glúteos, ella nunca había sido pudorosa con su cuerpo y a ese punto menos lo era, casi que podía decir que su desnudez ya no era suya, era como algo que donaba, la entregaba a borbotones por la causa de ese juego retorcido.
Era un poco paradójico que antes sus peores pesadillas fueran por cuenta de Bratva y ahora fuera como insectos que aunque querían herirlos no lo conseguían, también era una ironía que justamente la persona que más daño le había hecho en la vida se encargara de limpiar todo para ella.
Un mes atrás había estado un poco inquieta por la incursión en su casa, incluso si lo reconocía le había costado creerle a Bashar que no se trataba de él y sus desquiciantes celos, pero el mismo François se lo había confirmado, por eso su maquiavélico esposo también había quedado tan tranquilo aquella noche, François debajo de su apariencia dulce y tranquila, escondía un ser algo mezquino que no dudaba en usar su poder para quitar del medio todo lo que lo importunara más que a él a su familia.
De manera que ya con sus propios métodos François había controlado la situación, pero los de Bashar eran bastante disidentes y menos civilizados que los de François. Como se lo había dicho aquella noche él averiguó de qué se trataba y evidentemente ella no se habría quedado sólo con su versión y lo había corroborado con Thomas y con su señor, no podía creerle a Bashar, después de todo era una bestia embustera, pero en eso no le había mentido.
La persona que quiso ingresar en su casa, era de los resquicios de Bratva, aun deseaban tomar venganza, pese que todo eso había ocurrido 13 años atrás, sin embargo el odio no quedaba en el pasado, ese era alimentado de generación en generación de hampones, ahora en cabeza de Leandro Riccio o bueno... Un mes antes, ya no había nada, ni cabeza, ni cuerpo, ni nada.
Bashar cual si fuera un monigote de Rebecca había decidido quitar de su camino todo lo que pudiera importunarla, toda una ternura, si él no fuera la peor de sus pesadillas hecha persona, en su acto despiadado le había dicho tiernamente que nada la tenía que asaetear, él deseaba que toda ella estuviera atenta sólo a él o en sus palabras: "nada que te entretenga de mí".
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EL QUINTO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro4
LosoweEste es el cuarto libro de una saga, el primero se llama "El Sexto Mandamiento", el segundo "El octavo Mandamiento y el tercero "El Décimo Mandamiento". Rebecca piensa que todo ha acabado, por fin consiguió su final feliz, pero puede que muy dentro...