CAPÍTULO XL

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No pudo sonreírle a Adolf, de hecho era inevitable no mostrar la inquietud que le generaba lo que él le estaba diciendo, 3 desapariciones más y ya no sólo en Europa, ahora había una brasilera, una colombiana y una venezolana, suspiró con mucha pesadez, desde hacía mucho Rebecca sabía que el tema con esas mujeres la involucraba, había optado por mirar a otra parte los primeros meses, pero ese miserable le hacía muy difícil la labor.

Recordó a Lorella morir ante sus ojos y a ese hombre únicamente preocupado por los muebles y cómo la sangre los afectaría, era diabólico, incomprensible hasta para ella. Adolf le enseñó las fotos y Rebecca asintió.

-Es muy específico con el perfil, los investigadores sienten que quizás se trate de una relación con una mujer similar. -Expuso Adolf.

Rebecca alzó la mirada y detalló a Adolf, no era raro, en algún momento tenían que llegar a eso, también a descubrir su cuento con las diosas del amor, por fin habían entendido a qué hacían alusión todos los poemas. El problema con la policía es que no miraban las evidencias como un todo, algo que a ella no le costó en absoluto.

»Quizás una madre, una amante o una hija.-Planteó Adolf. -¿Cree que puedo ponerlo en el artículo?

Rebecca asintió resignada, no le gustaba la censura y no lo iba a hacer, si no era Adolf el que lo decía, sería otro y el muchacho le caía bien, era ambicioso, tenaz; características que le recordaban a una ella menos llena de secretos, elementos ocultos y periodismo no iban de la mano, no al menos en el tipo de periodismo que a ella le gustaba.

Desde luego no quería que nadie viera los parecidos de esas mujeres con ella, pero si pasaba tendría que fingir no saber algo al respecto o incluso decir que ni siquiera lo había tenido en cuenta.

Quiso preguntarle a Adolf si ya había aparecido Lorella, pero no podía ser tan directa.

-¿Ha aparecido alguna otra maleta?

-De momento que se sepa no.

-Ahora son 7 mujeres que oficialmente siguen desaparecidas.

-Jefa usted y yo sabemos que ya deben haber muerto.

-Esperemos que no.

Y eso lo dijo honesta, una parte de ella deseaba que estuviera jugando con sus muñecas de carne, grabando videos para horrorizarla después, poniéndole sus ropas o al menos prendas similares y llamándoles "Rebecca".

Soltó un suspiro, en ese instante Amber tocó la puerta de vidrio, lo bueno de ésta es que bastaba mirar al otro para que entendiera que podía pasar, su empleada lo hizo y le anunció que el experto en Rolex había llegado, asintió pidiendo que siguiera y dejó que Adolf se quedara, después de todo para el mundo entero su interés en todo eso era netamente periodístico.

Adolf mostró los vídeos con los que contaba y Rebecca una captura de pantalla del vídeo que jamás enseñaría en el cual se veía aquél curioso reloj que para François era casi que exclusivo, Charles Ferbuson lo confirmó, miró hipnotizado la fotografía y se sonrió empezando a hablar:

-Fue elaborado en el año 1971 su fascinación es porque Eric Clapton usó uno. Fue llamado así debido al Daytona International Speedway de Florida, algo muy propio de Rolex, dado que no es la primera vez que muestra su atracción por deportes de motor.

»La caja y la pulsera son de acero inoxidable- Habló observando de cerca la fotografía. Curiosamente aparte del de Clapton sólo se hicieron 3 unidades.

-¿Puede saber a quién pertenece ese en particular?- El hombre la miró curioso.

-Todo es posible en la vida señora LeBlanc y eso usted lo sabe mejor que yo. El tema es -Continuó el hombre después de aguardar silencio un rato observando el reloj- que las personas que lo portan también saben lo mismo que usted, así que sólo podremos saber si ellos quieren que lo sepamos; por el momento le puedo decir dos nombres el de Donato Vitale y el de Larry Arnault.

EL QUINTO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora