El sexo con François siempre era una experiencia estimulante, nunca se había quejado de eso, desde la primera vez que fornicaron ese hombre fue un vicio para ella imposible de replicar en cualquier otro, aunque bueno, con la única persona que había estado en ese plano era con Matt y ahora que se manoseaba un poco con Bashar, pero a eso no le podía llamar sexo.
Su vicio andante de 1.84 tenía una de las mentes más pervertidas, no se habría imaginado que le compraría un traje negro de látex con taches en una hiper mini falda que dejaba poco a la imaginación, de hecho si ella no hubiese estado tan presa por la lujuria debido a sus manos inquietas que la tocaban sin parar, le habría dicho lo irresponsable que había sido por comprar algo como eso sabiendo que tenían a un asesino serial respirándoles en el cuello, además convencido que ellos estaban pasando por un momento de ruptura matrimonial.
Ese pensamiento le llegó justo hasta esa mañana que bebía una taza de chocolate caliente y escuchaba como su suegra y su madre hablaban de lo bien que la habían pasado en el viaje a Zúrich que habían hecho por cuenta de François, dado que él había decidido que ellas necesitaban un descanso en un SPA Resort, por las "molestias" que podían generar que los ayudaran últimamente tanto con los niños.
Rebecca estaba ida, realmente sólo fingía oírlas y asentía en respuesta cada cierto tiempo, porque en realidad pensaba en los dolores corporales que tenía, hacía mucho tiempo no quedaba tan magullada después de una sesión de sexo, era como si Sébastien con esos resultados de los estudios le hubiese encendido un motor a François que yacía en modo avión, o qué sabía ella, el caso es que él había regresado con toda y no la había dejado descansar en toda la noche.
Hacerla poner ese traje de dominatrix sólo había sido el comienzo, luego la había hecho efectivamente amarrarlo y pegarle levemente con la fusta, que efectivamente compró, eso no le había molado tanto a ella, pero le había dado gusto, a él le fascinaba los juegos de roles, en ese caso había querido jugar al sumiso, a ella le gustaba levemente tener el control, pero no eso de lastimarlo.
Así que finalmente habían dejado ese juego y él había empezado a operar como su felino, el mismo hombre que estando en Turquía la embistió contra una pared con violencia, el mismo que no la dejaba parar porque simplemente la devoraba de punta a punta, ella no podía quejarse para nada, a pesar de los dolores corporales que en ese momento traía, incluyendo un resquemor en su vagina y su ano, porque en su compra pervertida también había incluido dildos que no había dudado en meterle a la vez que se le comía la vagina con la boca.
Se relamió los labios porque sencillamente no podía dejar de pensar en eso, él era delicioso, aunque irresponsable y mentiría si una parte de ella no estuviera esperando que Bashar apareciera enfurecido reclamándole por las compras de François, pero hasta el momento todo estaba en calma y él no había aparecido, visto así podía sonar como que ella estuviera siéndole infiel a Bashar con François, pero sus temores no eran por eso, eran porque Bashar había demostrado que estaba lo suficiente desequilibrado como para reaccionar fatal si se sentía burlado.
-Tenemos que volver y contigo querida, es un lugar espectacular.-Audrey le habló entusiasta.
Ella le sonrió bebiendo otro sorbo de su taza de chocolate, sin embargo pensó que su mejor terapia de relajación siempre iba a ser su hijo en su modo más degenerado posible, ese hombre la enloquecía con su dulce boca que tan bien hacía las cosas, él era lo más delicioso para ella, tanto lo era que aunque no había dormido mucho no tenía sueño, de hecho quería seguir, si definitivamente François era una adicción, porque si Abby no se hubiera despertado llamándolos ella seguiría con su boca en medio de sus muslos y con esos deliciosos dildos en sus dos agujeros.
El teléfono de la casa sonó, Cecilia lo atendió, pero se lo llevó porque se trataba de François y la necesitaba a ella, se sonrió y le contestó.
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EL QUINTO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro4
De TodoEste es el cuarto libro de una saga, el primero se llama "El Sexto Mandamiento", el segundo "El octavo Mandamiento y el tercero "El Décimo Mandamiento". Rebecca piensa que todo ha acabado, por fin consiguió su final feliz, pero puede que muy dentro...