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POV'S TRISH

Mi cabeza me duele como nunca en la vida y ya no hablemos del cuerpo.

Levanto la vista y Jay está acurrucando en una esquina al lado de mis pies.

Ahora como voy a dar la cara después de esto...

No puedo volver a llorar.

Cuando pensé que por fin todo podría ir bien, viene el tonto del culo y hace esto. Ya no tengo ni fuerzas para expresar todo el odio que tengo ahora mismo.

Él nunca había hecho algo parecido, joder...

-¿Trish?.-dice Jay adormilado y yo le sonrío.-Hey pequeña...-estira su brazo y me limpia las lágrimas.

-Lo... lo siento.. Lo de anoche... llame a Holly pero no...

-Calla joder.-me abraza y yo suspiro.-No me tienes que dar ninguna explicación y muchísimo menos discúlparte.

-Los medicamentos que me dio el médico son muy efectivas eh...

-Quedaste KO...

Después de charlar un poco y de animarme, me levanto a ducharme.

Mi móvil está con miles de llamadas y mensajes de Matt, borro todo, no quiero perder mi tiempo en leer sus disculpas.

Le escribo a Holly un mensaje diciendole que estoy bien y que la llame por error, ya le contaré todo luego.

Después de ducharme y de ahogar unos cuantos gritos al sentir el escozor de las heridas, salgo y me tomo una foto de la espalda.

-No vas a montar ningún drama.-digo antes de mirar la foto y como no empiezo a llorar al ver mi espalda llena de puntos y morados.

Estupendo más heridas.

Me limpio las lágrimas y me pongo otra camiseta de Jay.

Sketch y Alish están con sus amigos con derecho a roce y no van a volver hasta por la noche... Menos mal porque no aguantaría ver sus miradas de pena hacia mi.

Me peino y no quiero oler a pena así que me echo un poco de la colonia de Jay.

Bajo las escaleras y a mi mente vuelve la imagen de mi espalda.

Joder.

-Jay me has mentido.-digo entrando a la cocina y me limpio los ojos por décima vez en cinco minutos.

Paro en seco y miro al rubio que hay en la cocina.

-Yo... esto... Lo siento.-digo y bajo lo más que puedo la camiseta.

-Para de discúlparte por todo.

-Callate tu también un rato pesado. Sam encantado.-dice el rubio y me abraza y yo doy un paso atrás cuando presiona sin querer en una de las heridas.-Mierda lo siento.

-Joder tío, ten cuidado.-dice Jay y en un segundo está a mi lado.-¿Estas bien?

-Si, si... Sólo ha sido un drama mio.-digo sonriendo para no darle importacia.-Yo soy Trish.-sonrio y espero que cambien de tema.

El rubio con nombre de Sam, es de lo más simpático y extrovertido. Hablamos de todo un poco y evita preguntarme sobre las heridas. Se que Jay le ha dicho que tengo heridas en la espalda pero nada más.

Después de unas horas Sam se marcha y quedamos en hora y media para ir a comer.

Mi móvil vuelve a sonar y Jay suspira.

-Creo que voy a cambiar el número de teléfono.-digo sonriendo y este niega.

-Eres demasiado buena para este mundo...

-Bla bla bla... Vamos a mi casa para que pueda cambiarme.

-Te queda bien mi camiseta y mi colonia...-mi mejillas empiezan arder y este se ríe.-Vamos que luego tengo que esperar dos horas demás.

Para mi suerte Holly sigue en casa de Ted, así que me apresuro a ponerme unos pantalones rotos y una camiseta blanca básica.

-Sorprendentemente estas antes de tiempo.

-No te acostumbres...

Ahora mismo no se que sentir. O simplemente ya no quiero sentir nada. Será que mi destino es estar sola... Siempre que me permito querer a alguien pasa algo, mi familia, todos los chicos que han pasado por mi vida, la "familia" de acogida... Creo que tengo más heridas y traumas que momentos buenos. El dolor en el pecho cada vez es más común en mi vida y las lágrimas ya ni salen. Es absurdo pensar a estas alturas de la vida que alguien va a venir a quererme, comprenderme y valorarme después de toda la mierda que llevo dentro.

La primera vez que conocí a Matt fue en un comedor social, me sorprendió saber que un tipo que básicamente por dormir ganaba más dinero que yo y que gran parte de ese dinero lo donaba a todo tipo de asociaciones. Cuando me pidió la primera cita estaba asustada porque hacía poco acababa de dejar al último chico que me hacía daño psicológicamente. Pero él aún así sin contarle nada, tuvo paciencia y fue poco a poco hasta que yo me sintiera cómoda de estar con él.

Jay pone una mano en mi pierna y sonríe.

No llores más Trish.

Contigo, una y otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora