'024.

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Yoongi no responde.

El cielo cruje con fuerza como si la naturaleza recriminase nuestras acciones a violentos gritos. La consistencia de las nubes es cada vez más oscura y viscosa, tal como el futuro inmediato que nos espera. Taehyung tiembla y pisa el acelerador con temor. Puedo ver que está concentrado en manejar sin hacernos chocar pero sus nervios crean estragos que se traducen como irregularidades en el andar del vehículo.

A veces nos tambaleamos de un lado a otro como si perdiese control del volante; en otros momentos parece que pisa el freno y el acelerador a la par. En una situación normal no me asustaría pero ahora tengo pavor de que algún oficial de tránsito en turno nos detenga, que alguien en general decida mirarnos cuando por tanto tiempo hemos sido invisibles para el mundo.

Yoongi sigue sin contestar. Ya he perdido la cuenta de las veces que le he llamado; pedazos sueltos de piel de los que he tirado magullándome los labios son la inminente prueba de mi ansiedad. Incluso he dejado de intentar desde el móvil de Tae y me he dispuesto a usar sólo el mío, pero sigue sin haber una sola señal de él.

He sido idiota. No era buena idea volver. He sido una ilusa. Aún si no entiendo cómo el hombre estaba ahí cuando se supone que trabaja hasta tarde —quizá tuvo el día libre, quizá le corrieron del trabajo—... no, no sé qué pensar. No sé si en este punto tiene relevancia siquiera.

Chaewon... ella no puede estar muerta, ¿verdad? Tampoco... tampoco él, ¿cierto?

Yo sí estoy muerta. Muerta de miedo.

—Sunie.

Tae me llama con los ojos bien abiertos; rojos, llorosos. Le miro casi brincando en mi lugar, asustada. Ambos estamos muy nerviosos. Aún si no dice nada y el auto está detenido sólo mientras esperamos a que el semáforo cambie su indicación a avanzar, sé lo que me está cuestionando. Niego con la cabeza tirando otro poco más del pellejo sobresaliente en mi boca. La saliva ya me sabe a sangre.

—N-no responde.

Traga saliva con fuerza y se remoja los labios parpadeando con fuerza mientras vuelve la vista al frente. Veo las puntas de su cabello castaño casi rozarle las pestañas y, puedo jurar, cada una de ellas tiembla en pánico.

Procuro calificar el hecho de que Yoongi no responda como normal; en realidad no tenemos idea de qué hace en sus tardes libres pero muy seguramente duerme para poder aguantar toda la noche despierto. Sí, debe ser eso. Está dormido. Dentro de poco llegaremos al vagón y lo encontraremos dormitando en el sillón de fuera con los auriculares puestos o tal vez entre las sombras del interior recostado en el hundido colchón de su habitación.

Él está ahí. Sé que va a estar ahí.

• •

El vagón está vacío.

Para este punto me siento con infinitas ganas de ponerme en cuclillas y llorar con el cabello cubriéndome la cara. Abrazarme a mí misma y esperar a hacerme lo suficientemente pequeñita como para ser absorbida por la tierra y que nada ni nadie sepa de mí nunca jamás.

Taehyung sale por segunda vez del vagón por el que el único susurro entrante es el del viento que con el pasar de los minutos se vuelve cada vez más feroz. Baja y la suela de sus desgastados zapatos fricciona contra la grava con tal fuerza que parece que está cargando el peso del mundo sobre sus hombros. Se que no es del todo mentira; sé que de manera metafórica lo hace.

Sigue intentando comunicarse con Yoongi y yo lucho fuertemente contra mí misma, contra el fantasma del miedo, impidiendo que la primera gota traicionera se deslave en mi mejilla. Prefiero cien veces que el cielo sea el primero en quebrarse y se derrumbe sobre mí hasta aplastarme con todo su peso. Me haría sentir por lo menos un poco menos miserable pues sé que pase lo que pase no debo caer. Quiero ser un apoyo para Taehyung, no un peso muerto.

brats » bts; kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora