El lugar es la completa antítesis de lo que normalmente se ve en los dramas de producción nacional. Me recuerda, más bien, al estilo de cantina desgarbada dentro de una película en un recóndito lugar de Europa. La luz es tenue, casi inexistente; cálida en el centro gracias a un solo foco que de vez en cuando tiembla por el denso andar de los camiones de carga sobre la carretera cercana. De ahí se difumina hacia las esquinas en una extraña combinación que oscila entre verde floresta y rojo bermellón por el intermitente cambio de los focos.
Es gracioso. A pesar de que las tonalidades son lo más cercano que encuentro a la navidad (incluyendo el prende y apaga de los focos), el ambiente no se siente festivo en lo absoluto. Es más bien forastero, singular. Raro.
Varias miradas se giran hacia nosotros en cuanto cruzamos el recibidor. Es inevitable pasar desapercibido cuando la puerta hace un sonido tan escandaloso al abrir y cerrarse. Supongo que está hecho a propósito, así nadie puede escapar sin pagar la cuenta y por un momento me encuentro divagando sobre todo el tipo de personas que habrán pasado por ese lugar.
Taehyung nos guía hacia la barra. Es amplia, casi del ancho de media mesa, de madera pesada e hinchada por la probable cantidad de bebidas que se han derramado sobre la superficie. Mis piernas han dejado de temblar pero los nervios no se van. El peso en mis hombros se vuelve denso; siento muchos ojos clavados en mí y no ayuda para nada que mi indumentaria sea el uniforme escolar.
—Eh, chico, has vuelto —el hombre tras la barra habla.
Cuando alzo la mirada noto que está viendo a Taehyung. Él le asiente sin expresión especial mientras me ayuda a subirme en el taburete y tira las mochilas en el espacio del suelo entre nosotros.
El hombre voltea a verme y sonríe de forma casi bonachona. Es extranjero. Su masa corporal es mucho más sustanciosa que lo que se ve por aquí normalmente —no es que esté gordo, es más bien robusto—; tiene los ojos grandes y aunque no puedo distinguir el tono por la poca iluminación sé que son de color. Es de tez blanca, tiene bigote; su barba aunque no es prominente en cuanto a largura lo es a lo ancho pues se funde con las patillas de su cabello grisáceo y alborotado. Me recuerda a un motociclista de esos que aparecen en las antiguas series de la televisión americana.
—Veo que trajiste compañía —suelta secándose las manos con un trapo—. Hola, pequeña.
A pesar de ser foráneo su coreano es muy fluido. Su buena pronunciación me dice que lleva bastante viviendo aquí. Hago una corta reverencia con la cabeza encogiéndome en mi lugar. Taehyung se sienta junto a mí y me toma de la mano, apachurrando sus dedos contra los míos para tranquilizarme.
—Ella es Sunbin —le dice. El hombre alza sus amplias cejas.
—Oh, Sunbin. Me han hablado mucho de ti —estira la mano de dedos anchos, esperando que le estreche—. Soy Jeff, corto de Jeffrey. Un gusto.
Su mano es áspera y grande, pero cálida. Esbozo una apenas notoria sonrisa porque no me parece del todo incómodo estrecharle.
—Queremos esa cosa de pollo del otro día —Taehyung suelta y lo miro sin enterarme de lo que está hablando. Jeff suelta un "oh" y asiente mientras se gira hacia la puerta de lo que, parece, es la cocina.
—¡Trabaja un paquete extrapollo! —exclama hacia el interior. Se escucha un asentimiento lejano y hace un movimiento de cabeza para volver a mirarnos—. ¿De tomar?
—Dos cervezas.
Tae responde por los dos. Jeff sonríe y se gira a mirarme, enarcando de nuevo sus cejas a la par que se recarga ligeramente sobre la barra.
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brats » bts; kth
FanficFuimos escoria olvidada hasta por la vida misma... pero si éramos un desperdicio, por lo menos lo éramos juntos. • heterosexual. • violencia, palabrotas y contenido adulto en general. • historia ganadora en la 4ta edición de los K-Pop Wattpad Awards...