'021.

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La brisa matutina roza mis pómulos y besa mis labios como una gélida caricia invernal. Inhalo una bocanada de aire enviando la orden a mis párpados de desperezarse para hacerme ver el cielo de un azul tan pálido que puede confundirse con el gris, casi blanco.

Lo primero que veo al abrir los ojos es el perfil de Taehyung siendo bañado por la luz incolora; tersa, delicada. Una de sus manos descansa sobre mi cintura y la otra supongo que está perdida en algún lugar dentro de su chaqueta pues no alcanza a saludar mi rango visual. Sonrío con suavidad al detallar cada una de sus facciones en paz total, tal cual me gusta mirarle. Se ve tan tranquilo y puro que cuesta creer todo lo que hemos pasado los últimos meses desde que hemos salido de casa. Me alegra haber huido junto a él y me alegra, a pesar de todas las dificultades y malos ratos, continuar a su lado.

Gritar, reír; vivir.

Es lo único que necesito.

Entre mis pensamientos distraídos desvío la vista al otro lado encontrándome con el perfil de Yoongi igualmente sumido en un profundo sueño. Su piel de por sí blanca brilla como mármol ante la luminiscencia que se cierne sobre nosotros. Es, de alguna manera, como un ángel reposando en un mundo terrenal lleno de tristeza pero que sabe cuál es la perfecta terapia para lidiar y no dejarse consumir por el dolor.

Le quiero tanto.

La energía de la tierra bajo nuestras espaldas se remueve y me hace sentir la necesidad de erguirme en mi lugar, por lo que no genero mucha resistencia y obedezco. Deslizando la mano de Taehyung a un costado y soltando los dedos de Yoongi enredados con los míos me siento, observando alrededor. Los pequeños vestigios de nubes humeantes y las cenizas sobre la grava me hacen recordar lo calientitos que hemos dormido gracias a la fogata que Yoongi ha encendido entre los gritos y juegos eufóricos después de otra noche de descontrol. Ahora está apagada por completo.

Me relamo los labios y, con cuidado de no mover demasiado la manta que nos cubre a los tres, deslizo mi cuerpo fuera de la tela acolchada. Manteniéndome en cuclillas me dedico a cubrir el cuerpo de Tae y Yoongi para que no pasen frío. Una vez me pongo de pie siento el golpe de la baja temperatura sobre mis piernas descubiertas culpa del short de segunda mano que he decidido comprar el día anterior en un bazar de Buk, estrenándolo en la juerga a la que llegamos completamente ambientados.

He cometido la locura de ponérmelo para la noche sólo por estar demasiado drogada, pues en mis cinco sentidos no sé si soy capaz de sobreponer mi imagen por encima de la comodidad.

Me abrazo a mí misma y me dirijo sin hacer ruido hasta la entrada del vagón (la casa de Yoongi, en realidad), estirando mi mano por la pequeña ranura que muestra el interior para halar la chaqueta gruesa que he dejado ahí durante la noche. No quiero abrir por completo la puerta corrediza pues sé que les despertaría y, a juzgar por los colores que tintan el ambiente, no deben pasar de las siete y treinta de la mañana.

Cubro mi cuerpo colocándome la larga chaqueta color verde (sigue siendo mi favorita) y cruzando los brazos frente a mi pecho para abrazarme a mí misma me dispongo a caminar en dirección a la tienda más cercana aún si queda a un par de kilómetros de distancia llegando a la carretera.

A pasos lentos me alejo de Taehyung y Yoongi hasta estar lo suficientemente lejos como para caminar a velocidad normal sin que escuchen el movimiento de las piedrecillas bajo mis pies. Me abrazo un poco más fuerte suspirando aire por la boca. No me sorprende ver la pequeña nubecilla de vaho salir de entre mis labios pero sí me atrevo a cuestionarme cómo es que nos aventuramos a dormir en este frío en vez de un lugar cerrado, en cobijo.

Quizás no importa. Entre las drogas, el ardor del momento, nuestros cantos, gritos y las fogatas que Yoongi tanto disfruta encender cuando venimos a quedarnos con él, la baja temperatura jamás pasa por nuestra mente.

brats » bts; kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora