'041.

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Trazos.

Dedos recorren el tinte acaramelado de su tez mientras las cerdas del pincel hacen de las suyas. Yo observo en silencio. La luz amarilla que anuncia el atardecer acentúa las partículas de polvo volando en el aire, creando una atmósfera mágica. Irreal.

Ladeo la cabeza con los codos enterrados sobre la porción hundida del colchón y parpadeo lento cuando escucho a Namjoon chasquear la lengua suavemente. Se ha equivocado. Veo cómo tuerce los labios y busca alrededor de nosotros algo que ayude a corregir el error sobre su piel, pero nada parece lo suficientemente atractivo.

Piensa, y mientras tanto mis ojos se dan a la tarea de recorrer cada una de aquellas líneas difusas. Hay celeste, púrpura; blanco. Tan mágico. Aún si no logro entender del todo la figura puedo intuir que se trata de un ave con las alas abiertas.

Volando lejos. Huyendo.

—No —murmuro al ver que está a punto de tallar su brazo con el dedo pulgar para borrarlo todo. Namjoon enarca las cejas y, como si se sorprendiera al verme tan atenta, parpadea a velocidad—. Sigue.

—Lo he arruinado ya, Sunbin —sonríe casi condescendiente chasqueando la lengua otra vez.

—No es verdad.

Niego despacio. Con la mirada perdida entre los tintes que parecen acuarela me relamo los labios y con mi dedo índice señalo una línea en aquel fragmento que él ya ha dado por perdido.

—Puede ser una pluma especial. O un ala nueva.

Namjoon me observa. Resopla una cálida risa que brota desde su pecho y con la sonrisa aún estampada en sus labios me extiende el pincel a la par que estira su antebrazo frente a mí. Levanto la vista para mirarle, encontrándome con un suave movimiento de cabeza que me invita a tomar el instrumento para pintar entre mis manos.

Y actuar.

La madera del mango del pincel cosquillea mis dedos. Se siente extraño, pero no resulta del todo descabellado si pienso que nunca he palpado una brocha en mi vida. O tal vez es la energía que el delgado utensilio emana pues, a sabiendas de mi nulo conocimiento respecto al arte o su creación, Namjoon estira su brazo hacia mí con la confianza de que puedo complementar su trabajo sin arruinarlo.

Le miro insegura. Él insiste asintiendo una última vez antes de verme estirar el pincel hacia el mezclador de colores.

Entrecierro los ojos un momento. Mis dedos tiritan y todo se siente como agua. Como en un sueño. Todo es como un sueño. La luz que entra por el ancho ventanal; los puntos volando entre el halo luminoso que se cierne sobre nosotros. La pintura; su olor, sus colores. La sensación de falsa tranquilidad. Recordar que llevo más de tres semanas sin pisar el apartamento de Hoseok; sin ver a ninguno de ellos. A nadie.

Todo es como un sueño que en ocasiones se siente como una pesadilla y en otras como el más grande estado de paz en el que he podido sumergirme este verano.

Me muerdo la lengua. Recorro las tinturas superficialmente hasta llegar al verde y como si mi mano se guiara sola, baja para restregar con mesura aquel color acompañando al celeste que parece dominar gran parte de la ilustración.

Trazo. Con sencillez, temerosa. No se ve mal. Namjoon sonríe observando con atención lo recién derramado sobre la piel de su antebrazo y ante su silencio me doy a la tarea de continuar. Fundo suaves líneas verticales hasta tocar los colores que él ha puesto con anterioridad y los fricciono tersamente uno con otro para mezclarlos en un verde celeste que de primera impresión parece mágico.

brats » bts; kthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora