Aún si los puntos blancuzcos en el cielo intentan tranquilizarme no puedo dejar de morder mi dedo pulgar con desespero. La luz rojiza con el nombre del motel parpadea de vez en cuando a pocos metros, apareciendo y desapareciendo mi silueta inquieta que camina en una zanja de no más de metro y medio de longitud, yendo y viniendo de un lado a otro. Si no hubiese conocido la zona de día diría que estamos en medio de la nada, con los relojes en pausa deteniendo el tiempo en un lugar alienado y decadente del que incluso la mano de Dios se ha olvidado.
Mi nariz está tan helada como un pedazo de hielo; mis manos tiritan dentro de las bolsas de mi abrigo grueso. Taehyung me observa mordiéndose los labios y traquetea uno de sus pies contra el suelo mientras se remueve intranquilo, cambiando constantemente de lugar entre las piedras gigantes que ha improvisado como incómodo asiento. Tiene las manos igualmente encajadas en las bolsas de su abrigo y de vez en cuando libera nubecillas de vaho por la boca, quizá buscando un método de distracción para matar la angustia que nos abraza desde incontables horas atrás.
Aprieto el móvil dentro de mi chaqueta y lo saco tan sólo para revisar los números que indica la pantalla. Pasa ya de la una de la mañana. Compruebo a su vez que el indicador de señal de red está encendido con tres de cinco barras disponibles. A causa de la hora (y la zona) no me resulta extraño que no haya ni un alma cerca. Ni siquiera alcanzan a percibirse luces frontales de automóviles, ni ronroneo de motores a la lejanía. Sómos sólo las estrellas, los insectos, el helado viento, Taehyung y yo.
Vuelvo a caminar en línea recta de un costado a otro, mudamente desesperada. Tae hace ademán de decir algo pero nada más que un hueco suspiro sale de sus labios.
Nuestros corazones se detienen cuando unas pequeñas luces redondas hacen presencia en la lejanía. Inmediatamente levanto la cabeza. El rayo entre blanco y amarillo de las potentes farolas me golpea directo a la cara, pero nada es suficiente para hacerme desviar la mirada. Mis ojos brillan casi con luminiscencia propia. Todas mis esperanzas, mis anhelos y mis dudas se vacían en las milésimas de segundo donde el automóvil avanza hasta detenerse a un costado de la carretera, frente al improvisado estacionamiento a las afueras del hotel.
La puerta se abre. De mi garganta se escapa un jadeo moribundo al ver a Yoongi bajar del asiento del piloto. Mis pies se mueven aceleradamente hacia su posición mientras él intercala la mirada entre nosotros hasta que su cuerpo se detiene a causa del impacto contra el mío.
He corrido a abrazarle. Mi respiración acelerada se ahoga entre su sudadera y el borde de su chaqueta de cuero oscura y mis manos se posicionan de forma automática sobre su espalda a la altura de la cintura, rodeándolo mientras de mi garganta escapan pequeños e incontrolables sollozos. El olor de su colonia me envuelve con fuerza, reafirma que verdaderamente es él quien está frente a mí y no se trata de un sueño o una mala pasada de mi imaginación.
—Yoongi —gimoteo muy suavemente, casi para mí. Estoy segura de que no me ha escuchado y no me molesta que sea así—. ¿Dónde estabas? Y-Yoongi...
—Sun... —suelta en un suspiro con voz ronca, por lo bajo. Su tono está tan cargado de emociones que es difícil definir qué ha querido transmitirme en primera instancia. Sus manos se estacionan en mis hombros y luego se deslizan por mi espalda, sellando el abrazo.
No controlo el llanto. Aunque es suave y no estoy segura si es de felicidad o tristeza, permito que pequeñas lágrimas se escapen de mis ojos mientras mi cuerpo hipa con ligereza. Yoongi soba con cuidado mi espalda y pega sus labios a mi coronilla. Siento incluso cómo aspira el olor de mi cabello con sumo cuidado, como si tuviera miedo de romperme con el simple hecho de respirar cerca de mí.
No sé cuánto tiempo transcurre cuando se separa y me mira desde arriba con las manos en mis hombros, con sus ojos renegridos completamente opacos detallando mi rostro. Gracias a ello soy capaz de notar que tiene un par de cortes cerca de su ceja izquierda y otro en la mejilla derecha. No me siento apta para preguntar qué le ha ocurrido y de todas formas sé que más tarde nos lo hará saber.
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brats » bts; kth
Fiksi PenggemarFuimos escoria olvidada hasta por la vida misma... pero si éramos un desperdicio, por lo menos lo éramos juntos. • heterosexual. • violencia, palabrotas y contenido adulto en general. • historia ganadora en la 4ta edición de los K-Pop Wattpad Awards...