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( ! ): Sugerencia de soundtrack abajo.

Mis pies se tropiezan entre sí y siento que me empujan de todas partes. Mis costados bambolean mientras intento avanzar entre la gente sin perder a Yoongi de vista, con los dedos de Taehyung aferrados a mi mano tras de mí. El apabullante sonido proveniente de alguna parte desconocida de las habitaciones retumba en mis oídos y las luces cambiantes, entre tonalidades verdes y rojas, golpean mi cara de lleno.

Todos los presentes parecen estar sumergidos en su propia piscina de pensamientos; en barriles vacíos y sin fondo que no importa qué tanto se muevan dentro o qué tanto beban, sin importar qué intenten arrojar dentro, jamás podrán rellenar su interior. Todo se escapa entre sus heridas; entre los agujeros del alma que son balazos de la vida o rasgaduras a profundidad hechas por sus propias manos en un intento de autodestruirse para sanar el dolor.

Pierdo de vista a Yoongi. Me freno y Taehyung choca contra mi espalda. Me susurra un "¿qué pasa, Sunie?" en el oído a lo que respondo sólo gesticulando con la boca "Yoongi". Tae levanta la cabeza y busca con la mirada al susodicho mientras se relame los labios. Las luces y la vibración de la gente me hace moverme en un vaivén inconsciente para no ser consumida por la corriente. Tengo una sensación extraña. Por primera vez en la noche me atrevo a detallar lo que sucede a mi alrededor y asocio ese olor tan peculiar —que desgraciadamente no sé definir— con el descontrol.

Además de bailar, la gente bebe. Se empuja una a otra. Se besa, se necesita. Mis ojos recorren las paredes de la angosta habitación donde nos hemos frenado y se detienen hasta que veo a dos chicos besándose sin miedo a ser descubiertos. Es la primera vez que veo a dos personas del mismo sexo de esa forma en un lugar público y no me causa otra sensación más que sorpresa, porque sé que quizá no pueden hacerlo en un momento cualquiera en la calle por lo jodida que es la sociedad, pero aquí adentro no importa.

A pocos metros de ellos hay una pareja en situación sobradamente candente y a nadie parece molestarle tampoco, incluso la gente a su alrededor gira la vista hacia ellos como si disfrutase el pequeño show gratuito que están ofreciendo.

Me siento tan ajena y maravillada a la vez que por un momento me olvido que hemos perdido a Yoongi de vista. Mis ojos siguen saltando entre los presentes, topándome con varias miradas que no me detengo a observar de frente. Son orbes brillantes sin rostro; emociones sin causa. Me susurran que forme parte de ellos, que me pierda entre las luces verdes que flashean una y otra vez contra mis pupilas y me bañan la cara.

Luego de mirar al techo y moverme en un suave vaivén, cierro los ojos por un momento. Las manos de Taehyung se colocan sobre mis hombros y con suavidad me incita a avanzar. Giro la cabeza hacia él, confundida; una corriente de aire me golpea la espalda. El verde en sus facciones distraídas —pues todavía se enfoca en buscar a Yoongi— le hace ver atractivo, mágico. Como si no fuera de este mundo.

Sus brazos me rodean, me protegen de los empujones ante los que a mi cuerpo no le da por reaccionar. Como si las luces volvieran a hechizarme con murmullos ininteligibles contra mis oídos siento que estoy perdiéndome como aquellas veces en el bar o estando cerca de Yoongi, pero esta vez no es una sensación desagradable. No hay amarillo, sólo rojo y verde. Mucho verde.

—Sunbin.

Unas nuevas manos se estacionan en mis hombros de frente. La media sonrisa de Yoongi me saluda. Parpadeo mirando su perfil siendo iluminado por las luces esmeralda, la oscilación de su cuerpo mientras él también intenta proteger mis costados para impedir que me empujen tan bruscamente. Sonrío con ligereza en respuesta ante lo que él desvía la mirada hacia Taehyung y hace un movimiento con la cabeza, indicándonos que le sigamos.