Las luces de Seúl se sienten como cosquillas sobre mi piel descolorida. Como un lienzo en blanco o una esponja seca voy tomando la densidad de todos aquellos colores brillantes que me rodean, que rozan mi coronilla imitando la caricia de una figura materna formada de estrellas urbanas, constelaciones de polvo y soles artificiales.
Aún si Yoongi nos hace apurar el paso, no puedo dejar de mirar los alrededores como si fuese la primera vez que salgo al mundo después de estar encerrada toda una vida. Mis ojos brillan como deslumbrantes luceros que reflejan no sólo el fulgor de todo aquello que me rodea, sino el gesto de Taehyung, el de Yoongi y el de Hoseok. La manera en la que me miran, con el orgullo y cuidado con el que se trata a una niña pequeña para no perderle en medio de un enorme zoológico. Tae sostiene mi mano mientras giro mirando los enormes edificios, la gente, las calles infinitas llenas de autos aún si el reloj marca más allá de las diez de la noche. Seúl parece una ciudad que nunca duerme.
Sonrío. El viento no se siente tan helado aún si el año no lleva ni un mes vigente, pero supongo que es parte de mi estado alegre y eufórico. La falda de mi vestido amarillo favorito me acaricia los muslos, volando de aquí allá mientras yo doy vueltas de vez en cuando para clavar mi mirada en todas aquellas cosas —pequeñas y grandes, relevantes e intrascendentes— que captan mi atención.
—Vamos a perder el metro —Yoongi vuelve a apresurarnos, mostrando su perfil a mí y a Taehyung que apretuja tanto mi mano como sus labios en un pequeño puchero—. Apúrense.
No estamos muy lejos de la estación, o eso es lo que Hoseok ha dicho al salir del apartamento, pero es probable que el tren que nos lleve al centro de Seúl sea uno de los últimos en circulación. A lo lejos veo la señal del subterráneo marcando una flecha hacia abajo para indicar que se entra descendiendo por aquellas escaleras. Tae y yo apretamos el paso cuando, sin ningún tipo de aviso, Hoseok saca el móvil de la bolsa de su chaqueta y se dedica a caminar a velocidad, casi correr, en dirección a las escaleras.
Trotamos tras ellos hasta llegar a la entrada del subterráneo, bajando como cuatro balas disparadas al aire al escuchar el chirrido magnético del tren frenando para llegar a la estación. No puedo evitar reír cuando Yoongi toma a Taehyung del brazo y tira de él haciéndonos correr entre la gente.
Hoseok va a la cabeza abriéndonos paso y yo sonrío un poco más al percatarme que soy como el último eslabón de una diminuta manada de elefantes tomándose de la cola para avanzar sin perderse. Estoy cerca de chocar con un montón de personas si no es porque Tae tira de mí repetidas veces pegándome a su lado, sin embargo lejos de parecerme molesto o incómodo me hace mucha gracia.
Veo las puertas del tren abiertas. Entonces escucho cómo éste emite un sonido desde el interior que, supongo, indica que están a nada de cerrarse. Yoongi aprieta el paso como si estuviese a punto de llegar a la meta en una carrera olímpica y tira de mí nada más entrar, tomándome de un hombro para atraerme al interior del vagón con brusquedad. Mi mano apenas y alcanza a entrar cuando las puertecillas se cierran de manera hermética dejándome sólo con una sonrisa escondida y jadeos que provocan que mi pecho suba y baje a velocidad.
Mi frente se estampa contra el pecho de Taehyung. Me quedo ahí, riendo por lo bajo mientras él me sostiene de la cintura, aferrándose con una mano a los tubos pegados a la parte superior del metro. Se tambalea cuando este comienza a avanzar, haciéndonos chocar sin querer contra Yoongi y un hombre que está a un costado mío. El hombre, casi tan bajo como yo, nos mira y frunce el ceño con cara de pocos amigos. Seguro es de esas personas que viven en una oficina de sol a sol y por ello está enojado con el mundo, por lo que decido tomarle nula importancia a sus ojos antipáticos.
Levanto la mirada hacia Tae, que me ve con una bonita sonrisa estampada en sus labios rosados. Compartimos una risa cómplice ante la que no me cohibo y, como poquísimas veces en la vida, me atrevo a mostrar una pequeña porción de mis dientes. Tae deja un beso fugaz sobre la punta de mi nariz que le hace distraerse del momento en el que el subterráneo frena de manera poco gentil, estando próximos a la siguiente estación.
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brats » bts; kth
Hayran KurguFuimos escoria olvidada hasta por la vida misma... pero si éramos un desperdicio, por lo menos lo éramos juntos. • heterosexual. • violencia, palabrotas y contenido adulto en general. • historia ganadora en la 4ta edición de los K-Pop Wattpad Awards...