Rojo.
Un mar rojo.
En un sueño.
En la oscuridad.
Me llama.
No es la noche.
Ni el tiempo.
Ni el deseo.
Es sólo oscuridad.
Es la tiniebla infinita.
Parpadeo. Mis ojos siguen incrustados en aquella pintura abstracta de manchas sin sentido que existen de aquí a allá como si fuesen pensamientos inconexos; suspiros ahogados; sonrisas borradas.
Manchas.
Muchas manchas rojas.
Algunas amarillas, otras anaranjadas.
Pero tanto, tanto rojo.
Tanto rojo.
No.
No más.
No lo quiero.
Mi lengua sale a relamer mis labios resecos. Siento como si estuviesen sucios pero no he probado bocado hace horas, así que es imposible. Chasqueo la lengua irguiéndome sobre mi lugar tras el aparador y me levanto a voltear aquella obra roja que se siente como si tuviese ojos para mirarme tan pesada y fijamente. Una vez el óleo se esconde de mis orbes y sólo queda visible el marco de madera del cuadro, vuelvo al desgastado banco que he aprendido a despreciar con el paso de los días.
Es demasiado duro, incómodo.
Tal como me siento ahora.
La llamada de mediodía de la señora Yang ha arruinado mis planes por completo. No sólo porque me he tenido que olvidar de pasar a recoger una bolsilla de hierba a Hongdae con el distribuidor de Hobi (pues se nos ha terminado hace días y sólo nos queda medio porro para disfrutar hoy) junto con Taehyung, sino que además no hemos ido a comer japchae como teníamos planeado desde la semana pasada.
Bufo mirando el reloj en la pantalla de mi móvil para encontrarme con que, afortunadamente, debo comenzar con el cierre de la tienda. Las ventas este día han sido nulas y no puedo alegrarme más de marcharme ya pues, a modo de compensación por la cancelación de nuestros planes, Tae dice que ha encontrado una prometedora fiesta en el distrito de Gangdong. Nunca antes he estado en Gangdong, así que la simple idea me parece emocionante.
Aprovecho para buscar las llaves del negocio entre las bolsas de la sudadera que me he puesto ese día y salgo del aparador para dar una caminata alrededor de la tienda, revisando por última vez que las cosas estén en orden antes de que la señora Yang piense siquiera en propinarme una regañina.
Las antigüedades y abstractos cuadros observan mi andar errante, casi pesado. Me detengo frente a una anticuada figurilla de un hombre en hanbok cuyo rostro me recuerda a Dongil, el dueño de la tienda donde trabajaba Taehyung en Daegu, y sonrío de medio lado mientras apretujo su nariz de arcilla con mi dedo pulgar e índice, como si quisiera arrancársela. Al ver lo difícil de la tarea simplemente opto por girarlo de modo que su gracioso gesto observe la pared.
Al paso de los días me he ido hartando de lo monótono de estos objetos atrapados en el tiempo. Aún si una parte de mí cree que son fascinantes, otra ha terminado de convencerme que quizá no son tan interesantes después de todo. No lo sé. Me he decidido a no pensar ni hablar de ello porque ya ni siquiera le encuentro razón o sentido a llenarme la cabeza con este tipo de pensamientos.

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brats » bts; kth
FanfictionFuimos escoria olvidada hasta por la vida misma... pero si éramos un desperdicio, por lo menos lo éramos juntos. • heterosexual. • violencia, palabrotas y contenido adulto en general. • historia ganadora en la 4ta edición de los K-Pop Wattpad Awards...