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'045.

La ventana está helada. Con la cabeza sobre el marco y los brazos en el alféizar miro hacia el cielo oscuro que sólo destaca una luna grande y amarilla, nubosa. Taehyung y Yoongi están dormidos tras de mí y yo por más que intento no puedo pegar ni un ojo. Tampoco es que piense en nada, en realidad. Sólo no puedo dormir y honestamente creo que es que no tengo muchas ganas de hacerlo de todas maneras.

Estoy... aburrida. Supongo. Fastidiada.

No lo sé.

Con los dedos golpeteo el helado concreto del ventanal y largo un suspiro pesado. No quiero quedarme así. No cuando anoche Taehyung, Yoongi y yo lo estábamos pasando tan bien. Divirtiéndonos. Besándonos. Follando, y todo eso.

He pensado en despertar a Taehyung pero cuando volvimos de casa de Namjoon se ha puesto a beber junto con Yoongi desde muy temprano. Ambos, borrachos y cansados, se quedaron dormidos hace horas. Sé que cuando Tae está ebrio y decide dormir es tan inmutable como un tronco así que prefiero ahorrarme la frustración y simplemente dejarle dormir en paz.

Vuelvo a suspirar, esta vez separándome de la ventana para girar mis ojos hacia ellos durmiendo como dos rocas. Aunque sé que podría escurrirme en medio a tratar de conciliar el sueño por enésima vez, me niego a aceptar que mi noche muera tan temprano. No con esta sensación en el estómago, como un nudo. Con susurros en mi cabeza que preguntan por Namjoon y tratan de descifrar lo que sea que ha pasado en su apartamento y lo que sea que ha pasado la noche anterior para que se fuera y nos dejara en medio de la fiesta sin avisar nada.

Namjoon, quería irme. Namjoon, dónde estuviste. Namjoon. Namjoon.

Quería volver al parque, Namjoon.

Bufo.

Me levanto sin cerrar la ventana y tomo una sudadera de Taehyung de entre el montón de ropa sobre la silla en la esquina de la habitación para luego salir hacia el corto pasillo del apartamento ya completamente en penumbras.

Con mi objetivo en mente me acerco a la mesa frente a la puerta principal, tomo lo que queda de la cajetilla de cigarrillos que Yoongi se ha dejado más temprano, sus llaves y decido salir de la casa sin hacer ruido.

Me quedo de pie frente a la puerta, decidiendo mi próximo movimiento. Podría vagar sin rumbo por las cuadras aledañas pero pocas ganas tengo de lidiar con personas en las calles. Aún no es lo suficientemente tarde como para que no haya ni una sola alma, así que opto por girar mi vista hacia el fondo del pasillo. Estamos en el último piso, pero hay unas pequeñas escaleras que llevan a la azotea del edificio.

Me acerco y en automático comienzo a subirlas. Son apenas doce escalones. La pesada puerta de metal no tiene echada la llave y aunque no me sorprende la nula seguridad del edificio considerando lo viejo y descuidado que se ve, supongo que de menos esperaba un poco más de resistencia para llegar hasta aquí arriba.

Nada más aparto el metal, el frío me golpea la cara. Llevo la capucha de la sudadera de Taehyung a mi cabeza y adentro mis manos en sus amplios bolsillos, agradeciendo que haya un mechero preparado ahí para mí y los cigarrillos que he hurtado de la mesa.

El lugar es amplio, sumamente desgastado. El polvo, la mugre y las manchas de sol se esparcen por las bardas de concreto de aproximadamente un metro y tanto que dificultan, supongo, que cualquiera pueda tirarse hasta el primer piso de un salto. No lo evitarían, pero de menos se vuelve una tarea un tanto más voluntariosa subir a un filo de apenas veinte centímetros de grosor y saltar al vacío. Tal vez te haría reconsiderarlo. O tal vez no.

Difícil saberlo.

Con las manos aún dentro de los bolsillos me acerco al borde de la barda y recargo mi cuerpo en ella, mirando hacia abajo. A los autos pasando a lo lejos, a los árboles que desde aquí se sienten mucho más cercanos. El sonido de sirenas a lo lejos se cuela en mis oídos y me hace ladear la cabeza hacia un costado, entrecerrando los ojos.