A pesar de que el azul de la noche se cierne sobre las calles del distrito de Seo todo me sigue pareciendo gris, deslavado y deprimente. El amarillo de las farolas se aferra a deformar nuestras sombras hasta volverlas largas y tétricas; ante cada paso siento cómo la punta de mis dedos tirita y me encargo de aferrar mi mano más fuerte a la de Taehyung buscando quizá toda la paz que no logro encontrar dentro de mí.
—¿Tienes frío? —me pregunta en un susurro, como si los problemas vinieran pisándonos los talones y tuviésemos que escondernos aún estando ya varias cuadras alejados de nuestro edificio.
Le miro con una sonrisa apretada y niego con la cabeza. Entonces él entiende que el descontrol de mis dedos nada tiene que ver con una reacción climática por lo que aferra su mano a la mía con más fuerza.
Caminamos por varios minutos en completo silencio, escapando de los asfixiantes callejones hasta llegar a la avenida Dangsan, donde por fin podemos respirar holgadamente. Todos los comercios están cerrados ya pero el pavimento se tinta de tonalidades variadas gracias a los colores de los rótulos y una que otra luz encendida de algún negocio con más cristales que paredes de concreto. El viento chilla en la acera de enfrente, donde en vez de encontrar construcciones sólo se asientan árboles en hilera; todos muertos, deshojados.
Agradezco mentalmente que no caminemos de ese lado, el crujir de las hojas me genera molestia y ansiedad.
—¿A dónde vamos, Tae?
Mis ojos se clavan en su perfil. Él me mira alzando sus pobladas cejas en expresión de duda, pero no se detiene. Voltea la mirada al cielo oscuro y le veo torcer los labios considerando nuestras posibilidades. Los reflejos de luz amarillenta no me parecen incómodos cuando los noto en su piel. De hecho me gustan. Destaca su tono acanelado, su calidez, cada facción que —a veces pienso— es demasiado bonita como para mantenerse en un estado tan rígido por el montón de problemas que carga sobre su espalda.
Estamos malditos. Y detesto pensar en ello cuando me detengo a mirarnos desde afuera.
—No lo sé —responde. Suena muy sincero—. ¿Quieres hacer algo en especial?
Silencio.
—Morir.
Hablo sin pensar. Sé que a él no le hace gracia porque lo veo torcer una mueca y se adelanta para tirar de mi mano en silencio, caminando más a prisa.
Quiero decir algo pero me quedo callada. Con Taehyung soy un libro abierto, un cigarrillo sin filtro; sin realmente desearlo no pienso lo que digo. Eso le gusta pero no cuando se trata de comentarios tan estúpidos como el que suelto en ese momento. No le gusta hablar de esos temas y yo no debo pensarlo en primer lugar porque, como alguna vez me dijeron en el instituto (cuando Youngji, la chica bonita pero inadaptada de mi curso se suicidó): la muerte no es la solución.
Aún si te mueres el mundo sigue; las cosas continúan siendo una puta mierda y tú te habrás ido para nada. Te habrás convertido en el desperdicio de oxígeno que tanto temes ser y Dios y el demonio se reunirán para brindar en tu nombre cagados en risa porque has sido tan imbécil como para pensar que todo cambia una vez cierras los ojos por una eternidad.
En realidad nunca cerramos los ojos. Somos polvo de estrellas flotando en el universo y entre más miserables nos volvemos más alimentamos la mierda que tanto odiamos del mundo.
Taehyung nos arrastra hasta un 7-Eleven veinticuatro horas. Hemos pasado por ahí unas cuantas veces así que ya reconozco al dependiente. Es un muchacho que no será mucho mayor que Taehyung por un par de años; usa lentes muy redondos, tiene acné en la barbilla y seguro le obsesiona jugar al Starcraft en sus tardes libres. Su postura encorvada me parece tanto incómoda como tiernucha y la manera en la que arrastra las palabras al mirarme me dice que no está acostumbrado a hablar con chicas.
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brats » bts; kth
FanfictionFuimos escoria olvidada hasta por la vida misma... pero si éramos un desperdicio, por lo menos lo éramos juntos. • heterosexual. • violencia, palabrotas y contenido adulto en general. • historia ganadora en la 4ta edición de los K-Pop Wattpad Awards...