"He terminado con mi torpe corazón
esta noche voy a apagarlo y luego reiniciarlo,
porque me gusta mantener mis asuntos fuertes,
es siempre más oscuro antes del amanecer".
"Shake it out" – Florence + The Machine (2011).
AMAIA:
Mientras me adentraba en la sala de ensayo, situada en una nave industrial en el Prat de Llobregat, pude escuchar como alguien hacía sonar mi piano. Y no lo hacía nada mal. Me quedé parada sobre el quicio de la puerta cuando vi a mi nuevo guitarrista solo en aquel lugar sin prestar atención a nada más que las teclas blancas y negras. Cambiaba de melodía, tarareaba, como si estuviera en una canción perpetua que nunca iba a terminar.
Había melodía conocida y desconocida para mí. Pero me sorprendió que tuviera la habilidad que tenía con las teclas, era capaz de llevarte a otro planeta. Sólo rezaba para que con la guitarra tuviera el mismo efecto, porque no le iba a pasar ni medio error. Creo que, en el fondo, me había gustado a un nivel que no era profesional cuando le vi en la entrevista, por eso quería sacármelo de encima. Si no había tentación cerca, mucho mejor. Pero me tenía embelesada con su música. No podía interrumpirle.
No era precisamente mediocre tocando el piano. Recordé que me había pasado dos semanas buscando información sobre él, que había encontrado sus discos que se había producido él mismo y algunos vídeos tocando el trombón y la guitarra y no era nada malo, eso también tengo que reconocerlo. Pero no había nada con el piano. Como si no supiera tocarlo. Ahora sí que tocaba una canción conocida, porque era una mía, la tocaba con destreza, como si la hubiera desmenuzado nota por nota, con la misma pasión que yo la tocaba en los conciertos, me sorprendió porque jamás pensé que nadie fuera a alcanzar el nivel que yo daba en los conciertos, pero me había equivocado.
Cuando llegué a su altura del piano, vi que pensaba retirarse, pero le puse la mano sobre el hombro y le hice volver a sentarse, para verle bien de cerca. Tenía mucha curiosidad por ver qué era capaz de hacer. Le inquirí con la mano que siguiera tocando, cosa que no dudó ni un momento en hacer mientras me clavaba sus brillantes ojos negros y yo no era capaz de mantenerle la mirada. Una vez que terminó la pieza, me quedé en silencio, pensando en lo que acababa de ver con mis propios ojos.
—Siento haber destrozado tu preciosa canción —y escondió la mirada entre las teclas.
Por un momento tuve ganas de abrazarlo, pero me contuve. No teníamos tanta confianza. Aunque íbamos a pasar mucho tiempo juntos en los próximos meses, por supuesto. Me senté a su lado, mientras llevé una mano a las teclas, rozándolas con sumo cuidado.
—No tienes qué preocuparte, no has destrozado absolutamente nada. Además, las canciones tristes no han sido preciosas nunca. Puede ser buena, pero no preciosa.
Era como un puto imán aquel chico porque yo hubiera deseado levantarme de aquella minúscula banqueta, pero me era imposible. Como si algo me dijera que todavía tenía que tocar más. No sé cómo ni cuándo, pero los músicos aparecieron por allí rompiendo aquel momento mágico, del que me juré que habría alguno más. Le dije que luego hablaría con él al terminar el ensayo, aunque le susurré que nada grave, que tenía que ver algunos arreglos con él. Mentira, en realidad quería verle tocar nuevamente.
Lo miré durante todo el ensayo y pudo pasar desapercibido por suerte para mí. Le estaba prestando demasiada atención aquel chico, que no abrió la boca en todo el ensayo, no cometió un solo error y fue capaz de hacerlo como si estuviera encima de un escenario flotando. Odiaba aquella sensación. Porque aquel chico era un sustituto del abandono. Mi marido se había bajado del barco con todo lo que suponía y yo solo había sido capaz, en mitad del salón de casa dónde me soltó la bomba, de musitar: "Está bien, lo comprendo".
ESTÁS LEYENDO
Aunque tú no lo sepas
FanfictionUn hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper.
