58.- Burbujas de amor

2.3K 132 36
                                        

"Una noche

para hundirnos hasta el fin

cara a cara, beso a beso

y vivir, por siempre,

mojado en ti".

"Burbujas de amor" – Juan Luis Guerra (1990).

AMAIA:

Nunca se lo he confesado a nadie excepto a mi psicóloga. Lo de casarme contigo era una idea que no era nueva para mí. El día que te conocí, lo pensé distraídamente y simplemente pensé que, como mi matrimonio parecía hacer aguas, buscaba satisfacción en otros pensamientos totalmente fantasiosos. Pero luego me fuiste gustando cada vez más, aunque yo te trataba muchas veces como un verdadero apestado. No quería que esto fuera más allá. Y míranos ahora. Con una hija preciosa y con ideas de matrimonio. Tú no lo sabes, pero tengo una sorpresa para ti. Cuando yo quiero ser detallista, solo me hace falta tener bien fijado el objetivo para ser cumplidora en mi objetivo y contigo nunca escatimaba en detalles.

Además, esta noche he comprendido algo muy importante. Casi esencial para mí. Que hace unas semanas cuando me decías que era la mujer más guapa del mundo, a pesar de sentirme una mujer gorda e inútil, era la verdad. Que me quieres tal y como soy, que te has enamorado de todo lo que tengo en mí, lo bueno y lo malo, lo bonito y lo feo. Y te puedo asegurar que a mí me sucede lo mismo contigo. También comprendo otra lección que para quererte, primero he tenido que aprender a quererme más y mejor. No sabes lo que ha cambiado mi vida desde aquel frío febrero...

Me tumbo a tu lado. Hoy tú me necesitas a mí, tanto como yo te necesité para entenderme a mí misma después de la llegada de Mireia. Te acaricio la cara, mientras te quedas pensativo. Ha sido una noche de demasiadas emociones para todos. Pero me gusta el carácter que has sacado con esa chica por mí. Cómo has hablado de mí y de nuestra hija, que es el motor que nos levanta todos los días de la cama. Bendita hija.

Además, hacía pocos días nos habíamos trasladado a la casa que habíamos comprado cerca de la casa de tus padres. No me sentía cómoda, viviendo con vosotros en una casa que aunque me traía buenos recuerdos, no me dejaba buen sabor de boca. Lo único que hice, fue darle un gran regalo a mi hermano. Habíamos pagado la casa a medias, fruto de tu insistencia en hacer las cosas bien y que yo no te regalara nada que tú no creías merecer. Confieso que me enfadaba que pensaras que realmente no te lo merecías, tú te lo mereces todo y mucho más. Estoy tan orgullosa de los pasos que vamos dando como familia, sencillos, sin mucha complejidad, pero cargados de significado para los dos.

—Esta noche tengo un regalo para ti, cariño —digo besándole la nariz.

—No sé si es una buena noche para darme regalos.

—Dentro de tres días, tenemos cita en el registro civil —y noto tu cara de sorpresa—, si tú quieres, claro.

Esas Navidades habíamos estado hablando sobre la idea del matrimonio. Siempre como un plan de esos que nunca íbamos a cumplir porque no nos gustaban los formalismos. Y era verdad, nuestros inicios fueron poco formales. Nos enteramos de la llegada de Mireia de manera poco común, con más miedo que vergüenza por mi parte, pero necesito hacer las cosas bien contigo. Por ti, por mí, por nosotros. Por fin entendí lo que mi hermano me había tirado en cara con la aparición de aquellas fotos. Contigo iba a querer un nosotros toda la vida, por eso estaba segura de la decisión que había tomado. Eres mi persona. La adecuada, la necesaria, la que me allana el camino y me guía por él y, aunque me haya costado un poco, por fin he alcanzado puerto.

Aunque tú no lo sepasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora