"Como un abismo me he perdido
en esta situación
se apodera de mí, no me deja decidir
la vida lo dirá, la vida lo dirá".
"Sí, pero no" – David Bisbal (2014).
ÁNGELA:
Le faltaba una semana para irse de gira y continuó con el mismo ritual que las últimas ocasiones. Pasar la última semana lejos de su casa en Barcelona. Volver a Pamplona y quedarse en casa de papá y mamá, como si volviera a tener dieciocho años. Claro que ahora las dos superábamos ya sobradamente los dieciocho y no éramos unas niñas, pero no podía evitar imaginarme aquella situación cuando éramos mucho más jóvenes.
Me sorprendió que nadie hiciera mención a que Mario no la acompañase. Él llevaba algunas semanas fuera de España con la gira en la que había decidido embarcarse una vez que aquel frío noviembre dejó a mi hermana, musicalmente hablando.
—¿Y Mario? —pregunté llena de curiosidad.
—En América Latina.
No había ningún tono en su voz, ni sorpresa ni pena, y aquello me sorprendió porque cuando hablaba de su nuevo guitarrista se le iluminaban los ojos. Me lo había presentado de pasada una vez que habíamos ido Javier y yo a verlos ensayar, no me cupo la menor duda cuando lo vi que me iba a caer muy bien, me parecía tan especial. Aquella manera tan particular de sentir la música, no pude evitar comentarlo en varias ocasiones con mi hermano Javier, quién estaba seguro de que se iba a convertir en alguien importante en un futuro no muy lejano, y cuando Javier predecía rara vez tardaba en cumplirse.
Amaia volvía a ocupar la habitación que había sido nuestra desde que yo tenía recuerdos y había algo que no había cambiado en ella: su teoría de que dentro de su caos había un orden.
—Si mamá te pilla la habitación así, te mata.
—Pero mamá no se va a enterar, ¿verdad?
—Bueno, tendrás que someterte a mi tercer grado.
—Adelante.
No hubo ni una queja. Y aquello me sorprendió. Porque nunca me dejaba preguntarla nada cuando yo quería indagar sobre su vida. Aunque aparentara que todo iba bien, algo me decía que no. Las pocas veces que había ido a verla a su casa, era como algo impersonal. Las fotos habían desaparecido, como si no quisiera que existiesen recuerdos. Y solo le cambiaba la cara con el tal Alfred, con el que empezaba a tener algo más que una relación de trabajo.
—Las cosas con Mario no van bien, ¿no?
—Las cosas con Mario van. No sé a qué te refieres...
—A lo que tú sabes que me refiero.
Me había entendido desde el primer momento. Javi me había comentado que entre ellos había alguna serie de problemas, a los que trató de restar importancia, pero yo sabía que algo no andaba bien, y solo quería confirmarlo.
—Todo va bien, en serio.
—Ya... por eso tienes esa mirada triste, como si el mundo fuera a acabarse hoy mismo, ¿no?
—Bueno, estoy cansada, no es nada. Ya sabes que los ensayos son agotadores.
—¿Hace cuánto que las cosas no van cómo deberían?
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Aunque tú no lo sepas
FanfictionUn hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper.