"Separarse de la especie, por algo superior,
no es soberbia, es amor,
poder decir adiós...
es crecer".
"Adiós" – Gustavo Cerati (2006).
MIRIAM:
Sabía que las cosas se habían salido de lo que considerábamos normales. Y ese fue el único motivo por el que accedí a concertar una cita fuera de mi horario laboral. Se sentó y comenzó a mover sus manos de manera insistente acompañando el movimiento de sus piernas. Dejé que se tomara su tiempo, sabía que lo necesitaba. Y entonces lo soltó, como si llevara guardando aquello bajo llave demasiado tiempo.
—Han vuelto los demonios. Y no soy capaz de deshacerme de ellos.
Me quedé callada. Poniendo las frases en orden. Simples, pero con mucha información. Sus problemas volvían a estar ahí, supuse que hablábamos de ansiedad, y no era capaz de afrontarlos de manera adecuada. Con los años había aprendido a lidiar con ellos, pero yo siempre se lo dije: que los demonios nunca se iban para siempre, permanecían ocultos hasta que encontraban el momento más propicio para volver. La última vez que acudió a mi consulta, se despidió deseándome buena suerte y yo la deseé la misma suerte, aunque sabía que volvería. No pronuncié una fecha concreta, pero la fecha ya estaba aquí.
—¿Hace cuánto que te estás medicando por tu cuenta?
—¿Por qué das por hecho que me estoy medicando? —me sonreí.
—Tú misma me lo has dicho. Te has sentado aquí y has soltado así, sin preguntarte nada, que los demonios habían vuelto y que no sabías deshacerte de ellos. Supongo que habrás intentado deshacerte de ellos de otras maneras antes, pero han sido totalmente infructuosas, si no, dudo que hubieras vuelto a mi consulta.
—Hace más o menos una semana —no me miraba, así que sabía que no era verdad, tenía ese defecto, nunca te miraba a la cara si te iba a mentir.
—Vale, y ahora la verdad.
Su mirada me lo dijo todo, hacía mucho tiempo. Quizás tanto que ya había perdido la cuenta, sabía que necesitaba receta médica, así que supuse que habría visitado a un psiquiatra que accedió a extenderle la receta, sin hacerle demasiadas preguntas dados sus antecedentes, pero esta vez percibía algo diferente en su aura. Como si ya no fuera la misma chica que hacía casi diez años estaba sentada en este mismo despacho.
—Empecé a encontrarme mal hace casi un año, en noviembre.
Estábamos en octubre, y algo me decía que su visita era corta pero intensa. Sabía por Alfred que a mediados de mes dejarían España hasta finales de junio del año siguiente, toda la gira del tirón. Tenía mis dudas de que fuera a ser capaz de soportarlo, claro que no podía comprometer la privacidad de otro paciente, así que me hice la despistada, no la estaba mintiendo propiamente.
—Eso son once meses. ¿Qué ha pasado en todo este tiempo para qué no vengas a verme?
—Pensé que lo podía solucionar por mis propios medios, pero...
—... No has sido capaz, ya. ¿Cuánto tiempo tenemos, Amaia?
—Unas dos semanas, después cruzaremos el charco. Quiero pedirte un favor. Algo personal. Por favor, no le digas a mi hermano que he venido a verte. No quiero preocuparle. Está muy preocupado por mí... y no sé, no creo que se merezca cargar con mi mierda otra vez.
ESTÁS LEYENDO
Aunque tú no lo sepas
FanfictionUn hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper.
