"Por favor, recuerda lo que siento por ti,
realmente nunca podría vivir sin ti
así que vuelve y date cuenta,
de lo que significas para mí, te necesito".
"I need you" – The Beatles (1965).
AMAIA:
Llevaba seis días sin noticias de él. Y eso era la confirmación implícita de que no iba a regresar. Traté de contactar con él, pero me encontré con aquella voz tan impersonal al otro lado de la línea que me anunciaba con tono neutro que el teléfono al que me disponía a llamar se encontraba apagado o fuera de cobertura. Pensé en más de diez ocasiones en dejarle un mensaje en el contestador, pero siempre terminaba arrepintiéndome antes de que el teléfono diera la señal oportuna.
Acabé tirando con mala gana el teléfono encima de la cama del hotel dónde nos reuniríamos todo el equipo para continuar de gira. Para más desgracia, Mario había decidido hacernos una visita, dónde pude comprobar algo: que ya no tenía sintonía con el resto de miembros de mi banda que en absoluto se vieron contentos cuando los fue saludando. Mierda, pensé, debería haberle prohibido volver y que me siguiera en una gira. Por supuesto, le dije que me apetecía estar sola en la habitación, por lo que le indiqué que se buscara la vida en el hotel, que yo no pensaba mover un dedo porque estaba muy ocupada. Todo mentira. Mi única ocupación era descolgar, marcar, esperar y colgar. Repetidamente.
Fui en busca de mi hermano Javier, buscando respuestas que sabía que no iban a ser las deseadas. Si no había aparecido ya es que no iba a hacer acto de presencia, ni en este concierto ni en toda la gira que faltaba no solo en España si no en América Latina y me hice la pregunta del siglo: ¿Iba a ser capaz de sobrevivir a aquello sin él? La respuesta es simple: no. Y volví sobre la frase de Agoney: "¿Quieres seguir viviendo sin él?". Respuesta también negativa. Pero no podía descolgar el teléfono, dejar un mensaje y decirle: "He descubierto que no quiero vivir sin ti", porque su respuesta iba a ser descojonarse de mí, mandarme a tomar por culo y rechazar el contrato discográfico. Cuando abrí la puerta, me encontré a mi hermano allí de bruces. Le hice pasar.
—¿Tienes noticias de él?
—Tengo noticias personales de él. Pero no las puedo compartir contigo. Digamos que es un asunto entre él y yo.
—¿¡Entonces para qué me dices nada!?
—Para que al menos sepas que, dentro de todo lo que sucede ahora, está bien.
Me quedé pensando en ese "dentro de lo que sucede ahora", ¿qué me había perdido en esa semana? ¿Estaba enfermo y yo solo había tratado de molestarle con mis llamadas? ¿Les habría pasado algo sus padres y por eso no había venido? No. Eso seguro que no, porque eso me lo podría contar aunque fuera con una excusa barata inventada por mi hermano, di por hecho que algo grave le estaba pasando.
—Lo de agobiarle a llamadas no creo que sea buena idea.
—¿Has hablado con él? —con que me dijera que sí, me conformaba.
—Sí, he hablado con él. Pero no te puedo contar nada.
—¿Va a venir?
—No lo sé.
¿Cómo que no lo sabes? Si te ha llamado es para decirte algo importante, por más que me quieras vender la idea de que son asuntos personales. Me estaba empezando a poner nerviosa y mi hermano no dejaba de reírse de mí, lo notaba por la manera en que me miraba, la manera en que me hablaba y, por encima de todo, por la media sonrisa que tenía dibujada en la cara. Quería matarle en ese preciso instante.
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Aunque tú no lo sepas
FanfictionUn hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper.
