41.- Adoro

2.1K 144 76
                                        

"Adoro la calle en que nos vimos,

la noche cuando nos conocimos

adoro las cosas que me dices,

nuestros momentos felices,

los adoro, vida mía".

"Adoro" – Armando Manzanero (1967).

ALFRED:

Habíamos decidido cambiar de planes y no volver a casa con todo el equipo de la gira. Necesitábamos un poco de tiempo para nosotros, a solas, y nuestros padres estuvieron de acuerdo. Así que nos quedaríamos hasta mediados de julio en Argentina, en una casa alquilada a las afueras de Buenos Aires, era propiedad de un conocido de uno de los músicos —si no recordaba mal, el bajista— que nos había hecho el favor.

Pero había algo que me intrigaba de sobremanera y era lo que había sucedido en el último concierto de la gira. Lo lógico hubiera sido una despedida del tipo: "Nos vemos en la próxima gira" o tal vez un sentido "hasta la próxima", pero no hubo nada de eso. Sólo una simple frase: "Gracias por todo, ahora vamos a estar un largo tiempo sin vernos". ¿Qué habías querido decir con eso? Porque, el resto del mundo, como yo no había entendido nada de lo que habías querido dejar caer. ¿Estabas anunciando una retirada ahora que ya lo habías conseguido todo? Me negaba a creerlo, ahora menos que nunca.

A eso le tenía que sumar tu humor en las últimas semanas. Podías levantarte pensando que ibas a morirte y terminar el día partiéndose a la mitad de risa, quería pero no podía entenderte y mira que lo intentaba con todas mis fuerzas. Todo lo que mi madre me había dicho cuando se lo había comentado de pasada fue un escueto: "A veces las hormonas nos juegan malas pasadas, cariño". Gracias, mamá. Me había olvidado de que yo también tengo hormonas y me pueden molestar determinadas situaciones, pero nada de lo que puedas preocuparte. El médico te había confirmado que tu infección había remitido y te había retirado la medicación, pero tú habías introducido otro cambio más. La dieta, ahora te habías vuelto un poco obsesiva con todo lo que comías, cuando tú antes casi podría atreverme a decir que no tenías fondo de ningún tipo. Que si proteínas por aquí, hidratos de carbono por allá... que si verdura por el ácido fólico...

Me gustaba la paz de aquel lugar, muchas hectáreas para nosotros solos. El vecino más cercano según me habías dicho quedaba a unos cinco o seis kilómetros, así que estábamos literalmente solos en medio de la naturaleza. A pesar de esa paz que emanaba en aquella casa, me sentía raro después de aquella despedida. Tú nunca te habías despedido en ningún concierto de aquella larga gira de manera mística, hasta aquella noche.

No sabía cómo, pero al final, me habías terminado arrastrando a que te acompañara a aquella gala musical en el Teatro Colón, impresionante, por cierto, con solo arrugar un poco la frente y poner pucheros como si fueras a entonarme una rabieta en medio del salón. Y para mi desgracia había que ir de etiqueta, ¿qué cojones había hecho yo mal en esta vida? Con lo cómodo que estaba yo con mi camiseta y mis vaqueros... Y ya me remataste cuando me dijiste que por qué no tocábamos juntos en vivo... y a eso tampoco pude negarme. Tocarías dos temas y luego te harías la despistada para robar un poco de tiempo a la gente y que yo tocara contigo, me iba a morir de la vergüenza.

—Creo que lo de tocar contigo no es una buena idea...

—¿Por qué?

—Porque la estrella eres tú. Yo soy el principiante.

—Tú también te convertirás en una estrella antes de que te des cuenta —y me dio un suave golpe con su dedo índice en mi nariz—. Además, estoy segura de que tu disco va a ser de esos que nos dejen a todos con la boca abierta. Lo estás mimando tanto como a un hijo.

Aunque tú no lo sepasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora