"Estamos solos en la selva,
y nadie puede venir a rescatarnos,
estoy muriéndome de sed
y es tu propia piel
la que me hace sentir este infierno".
"Juego de seducción" – Soda Stereo (1985).
AMAIA:
Había decidido tomarme una semana de vacaciones justo después del concierto en Pamplona, que era el tiempo máximo que íbamos a descansar aquel verano. La promoción del disco iba mejor que nunca, pero yo no podía evitar rememorar aquella conversación con Mario en mi cabeza. Por un lado, pensaba que había sido demasiado dura; por otro lado, pensaba que le dieran por cierto sitio, él era quién había decidido marcharse.
Todas nuestras conversaciones a partir de ese día fueron breves y escasas. Un paso más, me repetía siempre, hacia lo que yo ya sabía que iba a terminar ocurriendo, el divorcio. Por supuesto, mis hermanos no me quitaban ojo de encima y me llamaban todos los días. Pero en realidad yo gastaba todo el tiempo del que disponía en él. Alfred se había convertido en casa, literalmente.
Estaba cumpliendo mis expectativas sobradamente y, por fin, estaba consiguiendo que socializara un poco más con el resto de gente que nos acompañaba en la gira. Y también estaba cumpliendo altamente con aquello de dejar una conquista en cada ciudad, aunque recordé su frase: "Sin sentimientos, que así es más fácil". Pensé en lo mucho que me gustaría hacer lo mismo, pero yo era incapaz. Yo misma era la única persona capaz de defender la causa de las relaciones abiertas, tener una y no ser capaz de hacer absolutamente nada.
Mis padres, mis hermanos y gran parte de mi familia lo iban a conocer hoy, porque yo no había dejado de darle el coñazo con que tenía que presentarles a mis padres, aunque él evitaba hablar de presentaciones formales, le dije que no se preocupara que les iba a caer muy bien. Y no me equivoqué, porque nos pasamos todo el día en casa de mis padres, con él hablando largo y tendido con mi padre y mi madre mirándolos embobada. Pero yo sabía que no me iba a ser fácil separarme del interrogatorio de mi madre, que estaba a punto de comenzar cuando me hizo ir hasta la cocina con la barata excusa de fregar los cacharros.
—No has cambiado la excusa en treinta años, ya va siendo hora.
—Cuándo tú tengas hijos, entenderás porque nunca cambian las excusas.
—No creo que estemos aquí para hablar de excusas —dije muy seria.
—No, claro que no. Estamos aquí para hablar de ti.
Aquello me dejó en blanco, porque cuando hablábamos de mí rara vez había alguien en casa, dado que así no podía llamar a nadie para escapar de su tercer grado, pero aquel día toda la familia estaba en casa. Supe que alguien más iba a preguntarme si realmente estaba todo tan bien como yo decía que estaba.
—Mario ha llamado muy preocupado por ti —rodé los ojos.
—Sí, debe llevar sin dormir lo mínimo el último mes. ¡Vamos, mamá! Ya somos mayorcitos los dos.
—Cariño, yo no he dicho que vayamos a hablar de él.
—¿Entonces?
—Estoy hablando de ti. ¿Eres feliz?
—Supongo —mi madre suspiró.
—¿Cómo qué supones?
—Las cosas marchan bien, me va bien, tengo una gira muy larga por delante. No podría estar triste con todo eso.
ESTÁS LEYENDO
Aunque tú no lo sepas
FanfictionUn hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper.
