27.- Vete de mí

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"Yo,

que ya he luchado contra toda la maldad,

tengo las manos tan deshechas de apretar

que no te puedo sujetar,

vete de mí".

"Vete de mí" – Bola de Nieve (1946).

ALFRED:

Desde que ella liberó sus demonios, las tornas han cambiado. Yo que siempre he sido el lanzado ahora me encuentro agazapado, en la rampa de salida. Ahora yo soy el que está cerrado. Sé que está preocupada por mí. Y también lo estoy yo por lo que me está sucediendo. Estaba raro, ella me lo decía todas las mañanas cuando nos levantábamos en la ciudad que íbamos a visitar aquel día. Estoy a muchos kilómetros de quién me puede ayudar y tengo miedo. Estoy asustado. Pero quiero y debo abrirme. Necesito que los demonios se vayan de mí, para saber si esto merece la pena. Sé que sí.

Doy varias vueltas en la cama de matrimonio, ella permanece dormida, plácidamente, mientras yo no soy capaz de conciliar el sueño. Mi cabeza no puede dejar de pensar en muchas cosas, en... ¡mierda! Se ha movido. Sé que la he despertado, noto su mirada clavada en mi nuca.

Hemos decidido empezar a normalizar determinadas cosas. La primera, compartir habitación. Aunque todavía no le hayamos puesto una etiqueta a esto que está pasando. Tampoco sé si necesito etiquetas en mi vida ahora. Noto como se pega bien a mí y me abraza por la cintura, apoya su barbilla en mi hombro y me da un beso en la mejilla.

—Otra noche sin poder dormir —me dice con voz somnolienta—. Me estás preocupando mucho, Alfred.

—Seguramente estaré incubando algo. Todo estará solucionado cuando descanse un par de noches como debe ser.

—Esto —y su dedo índice señala directamente al centro de mis dolores—, no se va a ir con dos noches de descanso. Sólo necesitas sacar lo que llevas dentro. Sin miedo, no me voy a ir, estoy aquí.

Me quedo callado mientras la penumbra nos inunda y Chicago se vislumbra desde la ventana. No quiero darme la vuelta, así que sé que está tratando de adivinar lo que me pasa. Tengo ojeras prominentes y esto creo que está empezando a afectar a mi trabajo, aunque ella siempre lo soluciona con un simple "mañana todo estará mejor". Pero no. Las cosas están empeorando más rápidamente de lo que puedo asumir.

Tenía mis problemas bien diferenciados. Por un lado mi ex, por otro lado el miedo y la inseguridad. Y eso me preocupa, porque si los tengo identificados, supone que puedo hablar de ellos, pero eso es otra historia. Me da miedo que cuando hable de mi ex piense que todavía estoy colgado de ella. Y mi problema con la inseguridad, ese sí que era grave.

—¿Qué pasa si cuándo saque mi mierda no te gusto? —lo suelto sin pensar, de manera atribulada, a lo loco.

—Así que ese es el problema. Que tus problemas te hacen creer que no me vas a gustar. Bueno, yo también creía eso de los míos. Y no has salido corriendo, señal de que estás realmente interesado en mí con todo lo que tengo dentro. Yo quiero conocerte, Alfred. Antes eras como un libro abierto y ahora estás cerrado en banda. ¿Qué pasa?

—Yo sé que no te va a gustar.

—Deja que sea yo quien decida lo que quiero en mi vida.

Sé que el tema con la prensa es complicado, han empezado a hablar de mí no solo como una posible revelación con mi disco, sino por mi vida personal. Y eso me enerva. Porque todo lo que sueltan son mentiras. Quería haber creído que me daba igual lo que alguien que no me conocía pensara de mí, pero la presión me había podido, no sabía por qué, pero así había sido y eso me aterraba. Y a eso se le sumaba la poca gracia de la gente con las redes sociales: que si es un crío, que si se aprovecha de ella para el tema del disco, que si no la va a valorar lo suficiente, que si se cuelga de su fama... estaba hasta los cojones, sinceramente.

Aunque tú no lo sepasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora