14.- Querría

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"Querría festejar tus alegrías,

sufrir tus melancolías

y besarte en el corazón

querría guardar esta melodía

y escribirte una canción con todo lo que te querría".

"Querría" – El Kanka (2015).

MIRIAM:

Su postura corporal era de total indiferencia. Ya me había advertido Javier al concertar la cita que aquello iba a ser demasiado complicado, no solo por el problema que tenía que tratar —un paciente con ansiedad—, sino por lo especial que era. No le llamó raro, ni diferente. Le tildó de especial y cuándo le pregunté exactamente por qué, toda su respuesta fue que cuando lo conociera, ya iba a entender porque era especial.

Ya había tratado a su hermana, así que entendí que el principal problema no era la ansiedad, pero en cuanto le vi supe que estaba medicado, con la mirada ida, sin ser capaz de pronunciar las palabras sin arrastrar la lengua... Estaba allí porque su cuerpo estaba, pero él parecía estar mucho más lejos de mi despacho.

—Menos mal que no me pagan por los silencios, porque si no ya sería rica.

—¿Te has parado a pensar qué cuanto más callados estamos, menos respuestas encontramos a nuestros problemas?

—¿Cuál es tu problema?

—¡Eh, un momento! Eso supone que me lo tienes qué decir tú. Yo solo sé que hoy es el tercer día después del drama.

Un paciente a la defensiva, ¡cojonudo! No había tenido un buen día, y creo que él tampoco. Nadie se medica contra la ansiedad si no es una necesidad mayor. Entendí entonces porque le había llamado especial. Parecía ser un cabezón de mucho cuidado, porque no respondió a ninguna pregunta que iniciara una conversación sobre la ansiedad, así que di por hecho que ese problema era secundario o al menos no era lo que más le preocupaba. Aquello iba a ser de todo menos fácil, y ya me advirtió varias veces que era un cabezón de cuidado, pero yo no iba a dejar escapar la oportunidad de poder ayudarle. No dejaba de mirar por la ventana, como si en la calle estuvieran todas sus respuestas. Y no paraba de mover rítmicamente la cabeza.

—¿Has venido por obligación o por otros motivos? —ya se me estaba empezando a resentir mucho la paciencia, porque no me miraba nunca fijamente, pero me di cuenta de que la medicación contra la ansiedad estaba alcanzando su punto álgido.

—He venido por las dos cosas —y sonaba sumamente sincero.

—¿Por dónde quieres que empecemos?

—No lo sé. ¿Por dónde se supone que me aconsejas empezar?

—Por el principio.

Los dos nos quedamos en silencio y entonces me miró directamente. Sí, estaba bajo los efectos de la medicación y todo me indicaba que antes de doce horas había tenido una crisis fuerte, tenía ojeras prominentes, se frotaba la cabeza de manera muy nerviosa y compulsivamente se arrancaba pelo de las cejas. Era una caja de sorpresas. Aquello se estaba empezando a poner realmente interesante.

—¿Y cuándo se supone el principio?

—Tendremos que averiguarlo. Pero tendrás que confiar en mí.

Noté como se revolvía en la silla, buscando alguna manera de destensar el cuerpo. Le indiqué que dejara de tirarse del pelo de la ceja, o saldría de mi consulta con una ceja alopécica. Se rió. Supe que íbamos a tener que trabajar mucho y duro, y para eso teníamos poco tiempo.

Aunque tú no lo sepasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora