Lo primero que oigo cuando me despierto son unos golpecillos en la puerta.
Me apresuro a levantarme. Recojo el recuerdo de Mayda del suelo y lo vuelvo a poner dentro del cajón. Abro la puerta y me encuentro a Kyle.
—¡Feliz Navidad, hermano! —exclama alegremente.
—Oh, me había olvidado... —digo mientras sacudo la cabeza para despertarme totalmente. ¿Cómo podía haberme olvidado?
—¿Bromeas? —pregunta Kyle mientras entra detrás de mí.
—No, lo digo totalmente en serio —le aseguro—. Es que me ha costado dormir un poco esta noche y... no sé, me has pillado en baja guardia.
Me mira con la misma preocupación desde aquel día, cuando cree que no le estoy viendo o directamente cuando le pregunto algo o actúo de una forma inusual.
—Noah, ya te lo dije —suspira—: si te pasa algo solo tienes que contármelo e intentaremos encontrar soluciones tan pronto como...
—Yo también te lo dije, Kyle —interrumpo—: estoy bien, no me pasa nada. Y si no me crees, revisa mis recuerdos. Eso es todo. Se me hace difícil estar aquí y ya está; aún me estoy acostumbrando.
—De acuerdo —hace una gesto dramático dando a entender que se da por vencido —, no vamos a estropear este «fantástico» —exagera— día.
—Ya, pues si sigues intentando aparentar que te encanta la Navidad vas a estropearlo —digo negando con la cabeza. Provoco sus carcajadas —. Ese papel le pega más a Ellie. Por cierto, ¿dónde está?
—Está desayunando con la familia de Melissa, una chica que creo que conoces porque suele juntarse con Matthew, Ted y ese grupo. Es su vecina. Bueno —se corrige—, lo era cuando vivía con sus padres en un apartamento; ahora solo dispone de una habitación, como los demás Guardianes que se han independizado de sus familias —explica.
—¿Qué ha pasado con los padres de Ellie? ¿Se han...? —murmuro sin poder concluir la frase.
—...ido a la superficie porque los han ascendido a médicos terrestres —concluye Kyle con una sonrisa falsa, conocedor de mis intenciones al preguntar—. Qué pesimista eres, Noah —dice a modo de burla—. ¿De verdad creías que estaban muertos?
—Bueno —intento excusarme, avergonzado—, escuché a tu madre decir que ya no estaban y pensé que... Sí, tienes razón, soy un maldito pesimista —le concedo.
—No importa, eso ya lo sabía —la expresión de superioridad, ya característica para mí, se refleja en su rostro fugazmente—. Esta noche cenaremos con mi familia, pero hasta entonces, ¿qué te apetece hacer?
—Podríamos ir a desayunar primero —sugiero.
—Estoy totalmente de acuerdo, hermanito —coincide él—. Luego podemos ir al acantilado; van a proyectar una película navideña al «aire libre».
Cuando llegamos, el comedor está casi desierto puesto que todo el mundo está con sus familiares y amigos. Tan solo reconozco la cara de Logan y Alyssa, que desayunan en una esquina del comedor uno frente al otro. Se sonríen y charlan animadamente. Cuando pasamos a su lado me saludan con un «¡Buenos días, Noah!» y un «Feliz Navidad, humano» por parte de Alyssa y Logan respectivamente.
Después del delicioso y excepcional desayuno, que incluye unas galletas decoradas con motivos navideños (Kyle me explica que se prepara en las ocasiones especiales), vamos al acantilado para asistir a una especie de maratón de cine navideño. Es como una de esas proyecciones que hacen en los parques, donde la gente trae grandes manteles para tumbarse y tomar algo mientras disfrutan de una velada relajada.
Kyle, previsor, extiende nuestro mantel sobre la hierba, al lado de una pareja de Guardianes jóvenes. Y lo cierto es que ellos no son los únicos: básicamente los asistentes son parejas, grupos de adolescentes y algún que otro niño que viene acompañado de sus padres.
«Perfecto, parejas felices y yo aquí en medio. Hoy va a ser un día genial.», pienso sarcásticamente.
—¿Qué pasa?, ¿los Guardianes no trabajan hoy? —pregunto mientras esperamos a que la película empiece—. Hay mucha gente aquí. —Y es cierto, estamos rodeados de gente, casi al borde de estar apretujados unos contra otros.
—Sí, sí que trabajan hoy —expone Kyle—. La Navidad es un día que acoge muchos recuerdos, sobre todo buenos. Tan solo que hoy es un día de «media jornada»: van a las salas de inserción cuando el hermano de cada Guardián está durmiendo o descansando. Es un día para disfrutar.
—¿Por qué esto está repleto de parejas? —Creo que lo digo demasiado alto porque soy objetivo de cejas enarcadas y miradas interrogativas de varias personas cercanas a mí. Me ruborizo ligeramente.
Kyle se ríe de mí.
—Bueno, esta... —busca la palabra óptima— ceremonia se aprovecha para asistir con alguien que te gusta, tu pareja o simplemente en grupo con amigos. —Se encoge de hombros.
—¿Dan buenas películas? ¿Has venido en años anteriores?
Detecto que se entristece durante una fracción de segundo. Sus ojos están vidriosos a lo largo de unos instantes. Se percata de que lo estoy observando, pero no dice nada acerca de su breve trance de tristeza. Tan solo se limita a decir:
—Sí, algunas están bien; depende del número de regalos que haya recibido Albert, el Guardián que se encarga de elegir la película cada año. —Suelta una carcajada desganada para disimular algo que es obvio.
No me da tiempo a hablar sobre nada más para romper la tensión de esa situación porque suena un estruendo y se apagan las luces de los fluorescentes. Acto seguido, una luz se proyecta sobre la pared alejada que hay más allá del acantilado, una pared inaccesible.
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Flashbacks
Tiểu Thuyết ChungNoah Cheryba, un adolescente residente en la ciudad de Seattle, despierta la madrugada del segundo aniversario de la muerte por suicido de la chica que le gustaba, Mayda Gimpel, a causa de un sueño relacionado con ella. Resulta que ese momento es el...