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No puedo dormir.

Estoy en mi habitación tumbado a oscuras.

Cada vez que cierro los ojos los recuerdos me torturan, pero lo peor es el encuentro con Sophia Wall. A estas horas, pienso, Kyle ya lo sabrá todo y me está haciendo pasar una noche horrible insertándome ese maldito recuerdo constantemente desde su cabina en la sala de inserción.

Tras varios intentos en vano, soy consciente de que no voy a dormir esta noche, así que busco algo para mantenerme ocupado y dejar los recuerdos al margen.

Me levanto, voy al baño y me quito la camiseta. Pongo agua caliente, que brota del lavamanos sobre mi piel para relajarme. Me miro al espejo y me doy cuenta de que estoy más pálido de lo normal.

Después de un rato poniéndome agua, me doy por vencido; me percato de que no funciona y me voy quedando sin opciones.

Me siento en la cama y doy dos palmas y un chasqueo de dedos en el aire. Por un momento me siento estúpido, pero luego aparece la proyección que esperaba. Gracias a la clase improvisada de Gabe durante su estada con los Kleiber, puedo cambiar de canales. Hago záping y no encuentro nada interesante hasta que encuentro un informativo.

—Esta mañana la líder de la sede de Seattle, Spencer Ajax, ha ido a declarar en los Juzgados Nacionales de Washington junto a algunos de los testigos de la intrusión de los Omisos en dicha sede hace dos días. —Aparece Spencer respaldada por una veintena de Guardianes entre los cuales reconozco a Dylan, el amigo de Kyle que hizo que todos centraran su atención en mí ayer en el comedor—. La joven líder ha dicho que están preparados para que la justicia actúe y se encarcele a los detenidos.

—No vamos a permitir que nuestra sede vuelva a ser el objetivo de otro ataque —manifiesta la Spencer de la proyección con firmeza y decisión—. Reforzaremos las medidas de seguridad y contaremos con una cualidad de la cual ellos carecen: la confianza.

Posteriormente, aparece la imagen de un hombre y una mujer esposados mientras son empujados por los policías para que avancen. Parecen dos personas cualesquiera, pero son Omisos.

Después del informativo, ponen un documental muy aburrido sobre literatura medieval de Guardianes. Vuelvo a cambiar de canales, pero lo único que encuentro son películas antiguas y más documentales.

Me rindo. No puedo más.

Me visto, me calzo y salgo, aunque sé que me voy a perder por esos pasillos laberínticos.

No obstante, hago memoria de los dos últimos días y me dejo llevar por mis pies hasta que se detienen, pero no tengo ni la más mínima idea de dónde estoy.

Simplemente he llegado aquí y punto.

Es un lugar abierto -no puedo ver el techo de lo alto que está- y amplio. Hay una fuente circular enorme de la que brota agua de diferentes formas.

«Es un lugar bonito», pienso.

No hay ni un alma aquí dentro. Por los pasillos he visto a algunos Guardianes que bostezaban con cara de cansancio, dirigiéndose a sus habitaciones, apartamentos o a las salas de inserción.

Me apoyo en el borde de la fuente hasta sentarme y me dedico a escuchar atentamente el murmullo del agua, que provoca que me calme y que pueda pensar con claridad por un instante. Me giro, quedando arrodillado, y contemplo la belleza del agua brotando y creando ese sonido que para mí simboliza la paz y la tranquilidad.

Alargo la mano haciendo ademán de tocar la superficie del agua.

—Yo no haría eso. —Su voz me paraliza. Deja una estela de eco detrás de sí.

FlashbacksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora