Kyle no me dice nada sobre Sophia en toda la mañana. Ni siquiera me lo insinúa.
Está demasiado ocupado sujetando a Ellie por la cadera para que no se caiga de la escalera en la que está subida, colgando una bola roja y brillante en el techo.
—¿Me pasas otra? —Kyle obedece y alarga el brazo para entregarle otro adorno.
—Está quedando bien —indica mi hermano con un gesto afirmativo.
—Ya, lo sé —comenta ella bajando el rostro para sonreírle. Él le devuelve la sonrisa. Se miran durante un instante larguísimo. Ellie se fija en que les estoy mirando—. ¿Cómo vas, Noah? —Se pone rápidamente el flequillo detrás de las orejas, casi avergonzada.
—¿Eh? —Pienso que he sido muy poco discreto y muy descarado observándolos—. Ah, no sé dónde puedo poner esto. —Le muestro el muérdago que sostengo en mis manos.
—Oh, ¡muérdago! —Se baja de la escalera y se deshace de las manos de Kyle con delicadeza—. Vamos a ponerlo en los marcos de las puertas. —Señala la entrada del pasillo con malicia.
—De acuerdo. —Me da una escalera, cinta adhesiva y chinchetas y me dirijo hacia la entrada del corredor para colocar el muérdago.
Y a eso me dedico durante las siguientes cuatro horas y prácticamente toda la tarde. Muchos Guardianes que también se dedican (haciendo relevos) a cooperar para decorar la sede me conocen como «El Chico del Muérdago».
La verdad es que me hablan como si fuera uno más y me ayudan cuando lo necesito. Incluso un grupo de Guardianes de mi edad me ha invitado a comer con ellos. Cuando se lo digo a Kyle él sonríe y me contesta:
—Vale, no hay problema. Yo he quedado con Elle dentro de un rato porque ahora está en la sala de inserción. Ve con ellos —me anima—, nos vemos esta tarde.
—¿Quieres más agua? —me ofrece Ted sosteniendo una jarra. Es un chico alto, delgado y moreno, pero lo que más destaca en su rostro son sus ojos del color de la miel y su sonrisa permanente. Lleva puesto un jersey de lana y unos pantalones tejanos.
—Claro —accedo. Estoy intentando ser amable.
Hasta el momento, está siendo muy agradable socializar con otras personas. Sobre todo si se tiene en cuenta que estas personas son de tu edad y que no han estado en tu cabeza durante lo que tú has estado considerando tu existencia. Sé que Kyle también tiene mi edad (hemos nacido el mismo día), pero él tiene algo especial que le hace más maduro. O al menos lo aparenta.
Una chica con una melena pelirroja, una intensa mirada a través de sus grandes ojos azules y una expresión de serenidad, charla con preocupación sobre su hermana.
—Desde la muerte de su amiga, ya no piensa igual y eso está empezando a ponerme nerviosa. Es más pesimista y desorganizada... Va mal encaminada y no sé qué hacer porque yo me bloqueo por su comportamiento. —Se frota la frente con la mano y suspira.
—No te preocupes, Mel. Todo saldrá bien —le asegura un chico que se llama Matthew poniéndole la mano sobre el hombro para animarla. Es corpulento y atractivo, hecho que hace que sea un chico seguro de sí mismo. Pero su apariencia principal es errónea, ya que de carácter no es duro ni problemático, es todo lo contrario: amable, educado y sensible. Matt ha sido el que, cuando me ha ayudado a colgar muérdago en una de las entradas de un corredor, me ha invitado a comer con ellos después de entablar una cómoda conversación sobre deportes—. Seguro que esto es pasajero. Ellos son como nosotros, también tienen sus problemas y sus malentendidos, ¿verdad, Noah? —Melissa se acerca a él y Matthew la abraza y la aprieta contra su pecho.
—Por supuesto —afirmo asintiendo para dar a entender que estoy convencidísimo—. En la adolescencia, los humanos tendemos a pasarlo muy mal con todo y a veces actuamos de una forma inexplicable. Incluso para nosotros mismos. Es algo complicado...
—Me lo imagino —interviene Logan, un chico que tiene toda la pinta de ser un sabelotodo (sí, lleva gafas) —, pero en algunos casos sois muy dramáticos, todo hay que decirlo.
—Sí, no te lo niego —le concedo—. Pero está en nuestra naturaleza comportarnos de esa manera, ¿sabes?, no es algo que nosotros escojamos.
—Comprendo —formula asintiendo, con una sonrisita—. En los humanos el cambio de niño a adulto requiere varios años y un desarrollo muy duradero; en los Guardianes, no. Maduramos muy rápido gracias a nuestra educación avanzada —explica con orgullo.
—Pero eso no quiere decir que ser humano sea un verdadero asco —dice Alyssa sonriendo a modo de disculpa mientras le da un par de codazos a Logan. Es una chica con una larga cabellera rubia recogida en una trenza. Parece amable, aunque no le he dirigido la palabra todavía—. La diversidad es buena para todo el mundo, así podemos aprender cosas nuevas.
—Estoy totalmente de acuerdo con Alyssa —coincide Ted.
—Pues yo también —dice Logan—, aunque discrepo con la parte de «ser un humano no es un verdadero asco» —sube su voz una octava para imitar la voz de Alyssa con una mueca burlona en su rostro. Ella lo mira con cara de «¿me estás imitando?», por lo que Logan esboza una sonrisa triunfal, alarga el brazo para quitarle a Alyssa la manzana que se está comiendo y sale corriendo del comedor diciendo—. ¡Viva las manzanas! ¡Viva la diversidad!
Muchas miradas curiosas siguen a Logan mientras sale por las grandes puertas del comedor. Alyssa se levanta y echa a correr detrás de él después de decir:
—Ya verás lo que te gustará la diversidad cuando te coja.
Nos la quedamos mirando hasta que desaparece tras la multitud que hay esperando en la cola para comer.
—Siempre están así —explica Matt poniendo los ojos en blanco y negando con la cabeza. Aún abraza a Melissa fuertemente.
—Después dice que los humanos somos los inmaduros —señalo yo irónicamente.
Me uno a sus risas despreocupadas y naturales.
Me siento bien. Me siento a gusto y cómodo con esta gente. Algo vuelve a tener sentido.
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Flashbacks
General FictionNoah Cheryba, un adolescente residente en la ciudad de Seattle, despierta la madrugada del segundo aniversario de la muerte por suicido de la chica que le gustaba, Mayda Gimpel, a causa de un sueño relacionado con ella. Resulta que ese momento es el...